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"En Uruguay la mayoría entiende que las encuestadoras somos independientes"

Ignacio Zuasnábar explicó el papel de las encuestas, su vínculo con los medios y su influencia en los políticos
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11 de julio de 2016 a las 05:00
A partir de octubre, Ignacio Zuasnábar será el nuevo presidente WAPOR Latinoamérica, organización que vela por el óptimo desempeño de las encuestas a nivel global. El sociólogo habló con El Observador sobre la relación entre políticos, medios y encuestas y sobre algunos cambios y desafíos que la profesión está enfrentando actualmente.

Una de las cosas en las que va a enfocarse en el nuevo cargo es el vínculo encuestas-medios. ¿Por qué hacer énfasis en ese punto?
Una parte de lo que las encuestas hacen llega al público a través de los medios y a veces desde los medios no se logra entender completamente la lógica que está por detrás de una encuesta, sus virtudes, su potencial y sus límites. La encuesta no es una bola mágica que permite anticipar el futuro, son mecanismos de aproximación que tienen niveles de error y que en algunas circunstancias pueden estimar bien lo que va a ocurrir y en algunos casos tienen límites. Creo que en la era del titular sencillo, de las redes sociales y del espectáculo se tiende muchas veces a simplificar lo que una encuesta expresa. Es probable que los encuestadores seamos en parte cómplices de esa situación, pero me parece que ambas partes tenemos una responsabilidad conjunta de informar adecuadamente, y creo que al final redunda en beneficio del conjunto, sobre todo del público, que es quien inicia el proceso, y por lo tanto debe ser quien reciba la información de mayor calidad.

Las encuestas no están pasando por un buen momento en algunas partes del mundo. ¿Por qué?

Primero, la utilidad principal de una encuesta no es predecir una elección. Eso obviamente lo hacemos y está bueno, pero no es lo más importante ni lo más valioso. Las encuestas tienen el papel de ayudar a entender el mundo y de ayudar a las empresas, a los políticos y a los ciudadanos a tomar mejores decisiones porque permiten ver cosas que de otra forma no veríamos. Desde ese punto de vista el papel de la encuesta sigue siendo tan importante como antes. En cuanto a la encuesta como herramienta de pronóstico, es cierto que tiene más problemas que antes. De todos modos, sigue siendo el principal mecanismo para intentar estimar lo que puede ocurrir. No hay ningún otro mecanismo que permita acertar una elección con tal nivel de aproximación. ¿Por qué están teniendo más problemas que antes? Por un lado, porque tienen errores inherentes que se relacionan con el voto oculto, que es gente que en ciertas circunstancias prefiere no expresar su voto. También está el swing vote, un votante que cambia su preferencia en plazos muy breves. Eso hace que la "foto" pueda cambiar muy rápido. Siempre hay una hipótesis de swing vote que es difícil chequear con precisión. Lo que sí es claro es que la era en la que vivimos es mucho más vertiginosa. Las personas están tomando decisiones mucho más rápido, no solo en lo electoral.

Entonces, ¿afectó eso a Uruguay?
En Uruguay las encuestas habían tenido hasta 2014 un desempeño extraordinariamente positivo y ejemplar, y era porque los encuestadores en Uruguay hacíamos las cosas más o menos bien. Pero también porque los electores no modificaban sus preferencias en el corto plazo. En octubre de 2014, en la primera vuelta, hubo un desvío de cuatro puntos entre lo que las encuestas predecían y el resultado final, que está por encima del margen de error. Eso hizo que toda la industria fallara al anunciar que el Frente Amplio tendría mayoría parlamentaria. A partir de allí se empezaron a abrir algunas hipótesis. Puede haber habido swing vote en el país, algo que casi nunca pasó más allá de algún plebiscito.No sería muy grande, tres o cuatro puntos del electorado, pero ya es suficiente para que en los últimos días tu "foto" no sea del todo precisa. ¿Puede haber habido un voto oculto? También. Era algo que en Uruguay tampoco se había dado fuertemente, pero algunas pistas avalarían la idea de que en algunos segmentos, sobre todo en el interior rural, hubo un voto oculto al FA que no fue suficientemente captado por las encuestas. No muy grande, pero contribuyó a un entorno más amenazante. De cualquier manera, con respecto al caso uruguayo, también es cierto que las mismas encuestas que en octubre tuvieron un desvío de tres o cuatro puntos se desempeñaron muy bien un mes después y en las departamentales. Creo que en Uruguay pasó algo que ocurre en todo el mundo y es que los fallos de las encuestas son mucho más comentados que los aciertos. Quizás es cierto que estamos en un momento con más problemas, pero seguramente es cierto que éstas aciertan más de lo que se equivocan. En Uruguay y en el mundo.

¿Hasta que punto están pendientes de sus competidoras y que influencia tiene en los resultados finales de cada una?

En una campaña electoral estamos pendientes de toda la información política, que incluye el trabajo de nuestros colegas. En algunos países está bastante estudiado que cuando hay fracasos fuertes en las encuestas se debe a vínculos informales entre las distintas encuestadoras, que ajustan su resultado de manera implícita o explícita al resultado que el resto considera más confiable. En Uruguay esto no se ha dado, o por lo menos yo no tengo ningún indicio de colegas que hayan modificado sus datos por los de alguien más. Yo creo que en definitiva las encuestadoras en el país han tenido trabajos destacados, más allá del problema de 2014, y no creo que nadie lo haya hecho, ya que sería muy poco lógico que nos dedicáramos a copiar al de al lado más que confiar en nuestras propias herramientas. Creo que la reacción de todas las encuestadoras en 2014 fue revisar sus métodos, lo que puede haber fallado, corregir eso y en poco tiempo se lograron resultados positivos. Por eso creo que lo del 2014 mostró un problema, pero también una buena capacidad de reacción de las encuestadoras para corregir fallos, pero sin entrar en la cuestión simplista de mirar para el costado.

¿Le preocupa que puedan ubicarlo detrás de una línea partidaria determinada?

En Uruguay se ha dado un formato de trabajo muy sano porque la mayoría trabajamos para todos los partidos y estamos dispuestos a trabajar para todo aquel que quiera contratarnos. Eso en otros países no se da, ya que hay encuestadoras partidarias que trabajan fundamentalmente para un partido. Acá, entre otras cosas por el tamaño del mercado pero también porque la profesión se fundó así, las encuestadoras son independientes. Por supuesto que a partir de un resultado puntual siempre está quien pueda sospechar de parcialidad. A mí, en 20 años de trabajo, me han asignado parcialidad hacia todos los partidos dependiendo de las circunstancias. Preocupa un poco, pero me parece que en Uruguay la mayoría entiende que las encuestadoras somos independientes.

¿Cuáles son las encuestas que logran mayor repercusión?
Depende del contexto. En año electoral somos un país muy politizado, por lo que las encuestas electorales marcan mucho la agenda de los medios, de los políticos y la gente también está atenta. Pero hay otras encuestas que la gente también atiende mucho. Por ejemplo, hace unas semanas presentamos un informe sobre la cultura del trabajo en Uruguay que generó gran atención. Esto es porque son encuestas que muestran cosas que a la gente le pasan y sobre las cuales la gente quiere entender que le pasa al resto. Eso es algo muy natural, los seres humanos necesitamos información que nos ubique en el contexto social en el que nos movemos. Y nos interesa casi genéticamente saber si somos mayoría o si somos minoría, si a todo el mundo le pasa lo mismo que a nosotros. Sirven como un espejo sobre el cual mirarnos y, en todo caso, ajustar nuestra propia opinión. Las encuestas de fútbol también son encuestas de enorme repercusión.

¿Cómo suele ser el vínculo con los dirigentes políticos?

En la enorme mayoría de los casos los resultados se aceptan. Cuando es un cliente que te contrata para un trabajo, lo hace porque confía en tu criterio y algunos se irán más contentos que otros, pero con los resultados, que son el reflejo de la realidad, no con nosotros, que somos el mensajero. Cuando es alguien que no contrató la encuesta y la ve publicada por ahí, a veces hay un poco de crítica, en esa posición de matar al mensajero. Pero recibir algún palito de vez en cuando es parte de la profesión. De todas formas, en Uruguay es todo muy civilizado y eso lo agradecemos. Esto es muy chico y los vínculos en Uruguay se mantienen de forma muy cordial con todo el espectro político. A mi me tocó trabajar en otras circunstancias, como en Bolivia, Argentina y Paraguay. Allí me tocó incluso ser amenazado de muerte. Somos un país donde más allá de las críticas que recibimos está establecido un clima de respeto y de cordialidad que está muy bueno. l

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