Vladimir Putin con el presidente iraní, Hassan Rouhani.

Mundo > La nueva guerra fría

¿Por qué Estados Unidos no puede lograr que Rusia vaya contra Al Asad?

Una compleja red de conexiones financieras, históricas y estratégicas, bloquea las pretensiones de Trump y su secretario de Estado
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11 de abril de 2017 a las 11:39

Este martes, el secretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson, llegó a Moscú con un mensaje que lo resume todo: "Esperamos que el gobierno ruso concluya en que se han alineado con un socio poco confiable en Bashar Al Assad".

El objetivo de Tillerson, un veterano de los negocios internacionales de dilatada carrera en el gigante petrolero ExxonMobil, y quien se presume seleccionado por el presidente Donald Trump por sus relaciones comerciales con el gobierno de Vladimir Putin, es señalado por los expertos como virtualmente imposible. Aún así, la estrategia evidente de Estados Unidos es seguir el ataque contra la base siria de Al Shayrat de la semana pasada (realizado según Trump en respuesta a los ataques químicos en la provincia de Idlib, por los que se responsabiliza a Al Asad) de un sostenido e intenso esfuerzo diplomático.

Lea también: ¿Quién pelea contra quién en Siria?

En el encuentro del G7 realizado en Italia, donde los líderes de diferentes potencias no acordaron nuevas sanciones para Rusia, propuestas por Reino Unido, Tillerson aseguró a la prensa que el objetivo de Estados Unidos es terminar con los seis años de conflicto en Siria. Si terminar con el conflicto para Estados Unidps significa remover al régimen de Al Assad, Rusia e Irán están en su camino, junto con una compleja red de influencias e intereses. ¿Cuáles son, y cómo puede Estados Unidos tomar este camino?

Las tensiones subieron justo hoy, cuando al momento de la llegada de Tillerson Putin aseguraba tener información que confirma que "provocadores" están plantando armas químicas en instalaciones del ejército de Al Asad.

Negocios y alianzas estratégicas

En primer lugar, Siria es uno de los bastiones de los que Rusia puede valerse para ejercer dominio en Medio Oriente. Además de tener acuerdos por bases navales y salida al Mediterráneo, Siria es un importante cliente del régimen de Putin en cuanto a la venta de armas.

Ishaan Tharoor escribe en el Washington Post esta semana que las ventajas de acceso de Rusia en la región, si es que sostiene el régimen de Al Assad, son muchas y tienen que ver con el segundo aliado en cuestión: Irán.

Pero además, entre Siria y Rusia lo que existe es una relación histórica que data desde 1944, cuando ese país pactó un vínculo con la Unión Soviética, reforzado por la llegada de Hafez Al Asad (padre de Bashar) en 1963. Desde la guerra fría, Siria ha servido como contrapeso para el avance de la influencia estadounidense en Medio Oriente.

Irán y el "cinturón de resistencia"

Pese al acuerdo contra las armas nucleares firmado por Irán y la administración de Barack Obama, el bastión islámico ha sido duramente criticado por Donald Trump, quien incluso ha asegurado que intentaría rever tal acuerdo. Y en efecto, Tillerson ha dicho a la prensa que una de las cosas que Rusia tiene que considerar son "los costos de continuar siendo un aliado de Al Asad y también de Hezbollah y de los iraníes".

Lo cierto es que para Rusia las ventajas de tener cerca a Irán, y alineado en este conflicto, son muchas. "La idea de forzar a Rusia a romper con Irán ciertamente no irá a ningún lado hoy", explicó Alex Vatanka, experto en el instituto del Medio Oriente en DC, citado por el Washington Post.

De muchas formas, Rusia e Irán no son aliados naturales. De Hecho, por siglos han vivido siendo rivales y además, pelean por mercados similares y la procedencia religiosa de sus regímenes es diametralmente opuesta (una república islámica y un régimen basado en valores católicos y nacionalistas.

Pero la región que va de Irán a Irak, pasando por el Líbano y Siria, son una región de particular interés para Putin si su objetivo es ser un jugador de peso en la región.

La rivalidad con Estados Unidos y el deseo de disminuir su poder en la región es una de las prioridades que vinculan a Rusia con Irán. Y a esto hay que añadir que la relación entre Rusia e Israel también pasa por un buen momento, lo que hace difícil pensar que en este tejido Rusia vaya a romper alguna alianza.

Un vínculo que fue flor de un día (o ni eso)

Según el Washington Post, las expectativas sobre el restablecimiento de relaciones fluidas entre Estados Unidos y Rusia ya estaban empeorando antes del ataque de Trump a la base de Al Asad.

Las investigaciones sobre la injerencia rusa en las elecciones, la remoción de un aliado del Kremlin como Michael Flynn (de quien se comprobó que estaba operando a favor de Putin e incluso había mentido a sus superiores sobre las promesas hechas al gobierno ruso durante la transición Obama-Trump.

Además, los constantes comentarios sobre la injerencia Rusa en Ucrania, que han sido continuados por la diplomacia estadounidense ahora en Naciones Unidas, ha irritado a Putin. A esto se suma que la presión reciente sobre Irán terminó por definir un panorama que no era amistoso en absoluto, incluso antes del ataque.

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