Tomar decisiones trascendentales cuando recién se dejan los estudios secundarios atrás, no suele ser sencillo. Dudas, temores, las presiones familiares y a veces un ideario poco definido, terminan por volver estresante la gran decisión de optar entre seguir adelante con los estudios superiores, despedirse de la academia e ir a trabajar, realizar una combinación de ambas, o tener como objetivo comenzar un emprendimiento.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se propuso, mediante una investigación, conocer qué hay detrás de esta elección de los jóvenes. Así es que realizó el reporte "Millennials en América Latina y el Caribe: ¿trabajar o estudiar?", estudio que describe los principales resultados de un proyecto regional que contó con la participación de más de 15.000 jóvenes, de entre 15 y 24 años, en nueve países: Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Haití, México, Paraguay, Perú y Uruguay.
Uno de los investigadores del informe, Rafael Novella, mencionó algunos ejemplos de políticas públicas en la región que estimulan una transición exitosa entre el estudio y el mercado laboral. "Los programas de transferencias condicionadas han contribuido en gran medida al aumento en la cobertura educativa, la reducción en la deserción escolar y la transición entre distintos niveles educativos. Por el lado de las políticas laborales, la región ha puesto en marcha programas de capacitación laboral (en habilidades técnicas y socioemocionales) para jóvenes que, a diferencia de los países desarrollados, han logrado aumentar su empleabilidad y salarios".
Sobre las habilidades para emprender de esta generación, Novella dijo se resaltan las habilidades socioemocionales para el emprendimiento, y como señala el estudio, los jóvenes de la región "muestran altos niveles de perseverancia, autoestima y autoeficacia, entre otras habilidades socioemocionales", y, por tanto, "están en una buena situación para realizar emprendimientos".
Sin embargo, los millennials latinoamericanos y caribeños también muestran "deficiencias importantes en habilidades básicas (por ejemplo, capacidad de realizar cálculos matemáticos simples o hablar inglés) que seguramente limitan su capacidad para emprender", explicó.
Sobre la "creencia" popular que indica que el emprendedor no necesita un paso previo por la universidad, Novella explicó: "Existe evidencia de que los mercados laborales del futuro requerirán de una formación continua que se puede adquirir tanto en la educación formal (por ejemplo, universidad) como en entrenamientos cortos (cursos de formación y actualización). En este escenario, una habilidad clave será tener la capacidad de aprender, adquirir nuevas habilidades y ser flexibles en el conocimiento adquirido. Algunas habilidades cognitivas y técnicas serán un requisito mínimo para adquirir este conocimiento (por ejemplo, habilidades básicas en matemáticas, digitales)".
Fuente: América Economía
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