¡Qué bueno que te sumes al Pícnic! Te invito a que me acompañes a recorrer delicias, descubrir curiosidades y leer sobre temas a los que no siempre les damos el tiempo que merecen. Esta semana estuve pensando bastante en el dilema de la perfección y del perfeccionista, gracias al libro El camino del artista, de Julia Cameron, que voy leyendo sin prisa y sin pausa por recomendación de una amiga. El libro casi cumple 30 años años y sigue tan campante, al ritmo de un paso que marca su autora que, además, es muy clara a la hora de establecer las reglas: una hora por día, de preferencia en la mañana, y dos horas para dedicarles a la cita del artista.
En él hay algunas pistas que pueden ayudar a definir qué nivel de perfeccionismo tenés y hasta qué punto resulta positivo entre tanta medianía o, por el contrario, negativo porque te termina inmovilizando. “Para el perfeccionista siempre hay lugar para mejorar. Llama esto humildad pero, en realidad, se trata de egolatría. Es el orgullo el que nos lleva a querer escribir un guion perfecto, pintar un cuadro perfecto, representar un perfecto monólogo…El perfeccionismo no es una búsqueda de lo mejor. Es la persecución de lo peor de nosotros mismos, esa parte que nos dice que nada de lo que hagamos será nunca lo bastante bueno…”.
Soy defensora de que las cosas se hagan lo mejor posible y estoy convencida de que debemos buscar la excelencia, pero al mismo tiempo más de una vez me he sentido inmovilizada a la hora de tomar la decisión de cuándo parar. ¿Es posible ser imperfectamente perfeccionista? ¿Es posible que nos demos lugar a experimentar muchas cosas y equivocarnos en el camino, para encontrar nuestras verdades, nuestras fortalezas y debilidades? Hasta hace poco tiempo te hubiera dicho que no, que la excelencia no convive con la imperfección. Ahora creo que sí, que permitirnos la imperfección es una parte esencial de aprender a querernos más y de disfrutar lo que conseguimos en el camino, que puede tener diversos grados de perfección, porque como todo en esta vida, hay muchos grises en la perfección. Soy Carina Novarese, que tengas una buena semana.
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