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Alternancia y coalición

El desafío que tiene la oposición con el país
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25 de octubre de 2018 a las 05:02

La democracia requiere la alternancia de los partidos en el gobierno. La rotación evita la concentración del poder en un grupo que, al eternizarse, desgasta la capacidad del sistema para recrearse. Tras 15 años en el poder el Frente Amplio está agotado. Se comporta como el boxeador grogui que lanza manotazos sin visualizar la realidad. Para que la alternancia suceda requiere de una alternativa creíble. Es decir, de una fuerza política que presente una propuesta de soluciones convocante y una capacidad de gobernabilidad para conducir el país. La dificultad presente es que la oposición está electoralmente fragmentada. El desafío es cómo lograr unir sus fuerzas hacia el balotaje. Sin eso, todo seguirá como está, crecerá la frustración y la falta de horizontes. Para construir una alternativa, debemos visualizar que hay caminos que son desvíos o vías muertas a evitar. No conducen a nada.

a) Un camino inviable es la propuesta de una concertación de las fuerzas opositoras. Novick cometió el error político de armar un partido nuevo en lugar de postularse en el Partido Colorado. Desestimó (a diferencia de un Trump) la gravitación de una fuerza tradicional para crear otra sin antecedentes. Se colocó así como un outsider y fragmentó aún más a la oposición. Lo que Novick debe comprender es que no es viable desmontar partidos con 180 años de historia despojándolos de su identidad tradicional. La unificación de blancos y colorados en un solo partido (la teoría de las familias ideológicas) es inviable, porque en la masa de ambos partidos hay una resistencia a desbaratar la acumulación histórica realizada y desdibujar su sentido. Por otra parte, la experiencia frustránea de la Concertación en Montevideo –instrumentada pésimamente-, dinamitó este camino. La alternativa a este camino impracticable, es una coalición gobernante de partidos opositores, que respete en la acción conjunta la diversidad que representan.

Un camino inviable es la propuesta de una concertación de las fuerzas opositoras.

b) Otro camino a descartar es jugar la carta, reiteradamente fracasada, de acuerdos electorales circunstanciales de última hora, entre el último domingo de octubre y el balotaje. Eso no es creíble. Fuerzas que operan en fuerte competencia hasta la víspera, no pueden al otro día de la elección de octubre cambiar el “disco duro” y mágicamente presentarse en total acuerdo. Lo que antes se dijo que no era bueno, no puede como por encanto de magia ser, unos días después, lo mejor. No es vendible. No es creíble.

c) Tampoco es un buen camino una coalición blanco-colorada (como en los 90), que recrea un tiempo histórico superado y que parece establecer un esquema de polarización binario que excluye a ese otro, que es medio país y tan uruguayo como el otro. En lo que viene, no se trata de cambiar de lugar la posición que ocupa una y otra mitad. Hay que integrar a los otros, por lo menos a los otros que no son portadores de posiciones inconciliables, porque no hay proyecto nacional posible que no requiera un rumbo sostenido durante varias administraciones. Además, por definición, si es nacional no es excluyente. Al fin de cuentas no somos ellos, somos sus otros superadores de su reflejo autoritario.

d) Tampoco es un camino posible poner por centro las definiciones ideológicas, sean estas liberales, socialdemócratas, socialcristianas u otras, porque esto deja automáticamente por fuera a los que no participan de ese espacio ideológico. En esto hay que aprender de la construcción del Frente Amplio. Un nucleamiento en torno a identidades ideológicas muy definidas, deja afuera a los otros no compatibles con esa filiación ideológica cerrada. Este es un camino que empiezan a recorrer el Partido Independiente y es legítimo como forma de acumular representación parlamentaria, pero al final, cuando haya que definir el balotaje, debe ser claro: quiere ser una fuerza superadora del Frente Amplio y cumplir un papel gravitante en la vida del país incidiendo en la definición de rumbos transformadores, o va a dejar en libertad a sus electores y contentarse con algún legislador más pero defeccionando de gravitar en el destino nacional y de asumir áreas del gobierno.

Para que sea creíble una alternativa política, las fuerzas de la oposición deben mostrar que pueden construir acuerdos programáticos y consensuar una agenda de soluciones básicas. Mostrar que hay una coalición de fuerzas políticas acostumbradas a trabajar juntas y a entenderse desde la pluralidad, sin perder sus identidades y que por ello, está preparada para gobernar con solvencia y organicidad.
El liderazgo de esa coalición de fuerzas debe mostrar a la ciudadanía que tiene capacidad para tender puentes, construyendo entendimientos con los otros, pero sin renunciar a las transformaciones necesarias. El liderazgo que se requiere para construir alternativa va más allá de las fronteras de un partido. En otros términos, es un liderazgo más nacional que partidista. Preparar un cambio requiere que ese medio país que está fuera del gobierno pueda expresarse en un proyecto político “superador” de la actual política. Un proyecto superador no descarta lo bueno que puede haberse construido en estos años, pero supone una agenda de soluciones para las necesidades no resueltas de la gente y un nuevo relato de nuestro futuro como sociedad que nos lleve a empeños superiores. 

Para que sea creíble una alternativa política, las fuerzas de la oposición deben mostrar que pueden construir acuerdos programáticos y consensuar una agenda de soluciones básicas. Mostrar que hay una coalición de fuerzas políticas acostumbradas a trabajar juntas y a entenderse desde la pluralidad, sin perder sus identidades y que por ello, está preparada para gobernar con solvencia y organicidad.

Este es el desafío. En una sociedad crecientemente fragmentada, con signos de deterioro de su convivencia y de pérdida de horizontes, los líderes de la oposición están llamados a hacerse responsables de construirle al país un destino mejor, de devolvernos el país de cercanías humanas, de reanimar la sociedad donde “naides es más que naides”, de volver a ser la república por la que pelearon nuestros abuelos, pero desde los signos y sentidos del siglo XXI. Ojalá estén a la altura de nuestros sueños.  

 

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