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Antes del último ciclista: el sentido de urgencia que debe llenar al gobierno

“¿Tenemos plenamente incorporado el sentido de urgencia o somos más bien lentos para nuestras actividades?”
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08 de enero de 2023 a las 05:00

Suele decirse que en Uruguay no pasa nada, o no pasa mucho, hasta que el domingo de Semana Santa el último ciclista que corre la famosa Vuelta Ciclista del Uruguay llega a la meta. Este año Semana Santa cae tarde, sobre mediados de abril. Sería triste desperdiciar estos meses. Un sentido de urgencia debe llenar al gobierno.

El presidente Lacalle Pou quiere que la ley de reforma de la seguridad social esté sancionada para esa fecha. Ya hay visto bueno del Senado. Falta ver si Diputados cumple en tiempo y forma. Y luego habrá que esperar si el movimiento sindical o el Frente Amplio inicia un proceso de reforma constitucional para derogarla.

Si nos atenemos a las críticas que se han hecho en público a la reforma, no sería de extrañar que se siguiera ese camino aunque nadie de la oposición explicara cómo se va a financiar el creciente déficit del sistema. Hasta ahora solo ha habido veladas apelaciones a “una reforma integral” que incluya muchas más cosas que las jubilaciones. Y se ha hecho referencia a la necesidad de buscar recursos por fuera del sistema, negando la necesidad de aumentar la edad de jubilación. Se ignora el hecho de que cada año fallecen 24 mil mayores de 65 años pero comienzan a cobrar jubilación 35 mil.  

Y también parece ignorarse el hecho de la disminución de nacimientos, que pasaron de 58 mil a comienzos de siglos a unos 38 en la actualidad. Menos aportantes para sostener a una población más longeva.

Pero los cultores de la “reforma integral” seguramente no tienen en cuenta estos factores demográficos o no les importan. Lo que les importa es subir la carga tributaria, algo que hace el deleite de las fuerzas socialistas. Seguramente se esté pensando en aumentar el impuesto al patrimonio, o a la renta. O introducir un impuesto a las herencias. O vaya a saber qué otro impuesto creativo, quizá copiando al gobierno actual de la Argentina. Un gobierno que sostiene que la Suprema Corte de Justicia no puede dictar una sentencia en su contra respecto a la coparticipación federal y que, por tanto, decide iniciar juicio político a los jueces de la Corte. Si algo faltaba para firmar la partida de defunción del estado de derecho en el vecino país, allí está puesto en marcha.

Es preciso también acelerar el paso en materia de integración internacional. Ecuador acaba de celebrar un acuerdo de libre comercio con China y todo el proceso llevó apenas un año. Incluso un poco menos: 10 meses. Claro que Ecuador no tiene que lidiar con el Mercosur pero también parece que hay, por parte del gobierno, una mayor ambición de llevar a cabo rápidamente las reformas. Son, no lo olvidemos, trenes que no pasan dos veces. 

Lo preocupante del caso uruguayo es que de un informe de Cancillería publicado el pasado jueves por Búsqueda se desprende que se ve el Acuerdo Transpacífico como algo que concretará, con suerte, el próximo gobierno. Sin duda que no es sencillo realizar este tipo de acuerdo, pero al ritmo del “último ciclista” quizá ni siquiera el próximo gobierno pueda llevarlo a cabo. Y, por cierto, si es un proceso tan largo, ¿por qué se demoró tanto la presentación de la carta de solicitud de integración? Recién se hizo a fin de año algo que se podría haber hecho a principios del 2022.

Otras reformas duermen el sueño de los justos. Aparentemente esperamos que sean algo que venga exigido del exterior como condición para hacer un TLC con China o integrarnos al Transpacífico, que requiere eliminar regulaciones o monopolios. Pero en tanto no sea urgente, nadie da un paso adelante. Por eso cabe felicitar la decisión del presidente Lacalle Pou de ir por la reforma de la seguridad social aunque lo único que lo exija sea el cumplimiento de una promesa electoral.

Quizá el problema trascienda el área meramente política o gubernamental. Vale la pena reproducir una interrogante que formulaba el economista Aldo Lema después del Mundial de Qatar en una columna publicaba en el suplemento Economía & Negocios“ del diario El País: “¿Tenemos plenamente incorporado el sentido de urgencia o somos más bien lentos para nuestras actividades?”

Y la respuesta es que no tenemos ese sentido de urgencia y que somos más bien lentos. Quizá eso nos ayude a fortalecer nuestra institucionalidad pero nos dificulta nuestras transformaciones y reformas. Si nada nos urge, pueden pasar años y lustros sin que se lleven a cabo. 

Es muy natural que se pase la responsabilidad al “próximo gobierno”. Ya sea en seguridad social, como hizo el Frente Amplio en su última administración, o en inserción internacional, como pronostica Cancillería para la concreción de la adhesión a la Alianza Transpacífica.

Mientras tanto, el país vuelve a crecer a una tasa muy exigua que no permite atender las expectativas de sus ciudadanos y se profundiza una puja redistributiva con más gastos y la búsqueda de más impuestos para financiarlos. Lo cual a su vez vuelve menos rentable y menos atractiva la inversión. 

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