Este año es curioso: aprueban a Lacalle Pou y se recupera el Frente Amplio”. La frase es de mi colega Rafael Porzecanski y sintetiza a la perfección el 2021.1 El Frente Amplio tuvo un buen año. Pero el gobierno también. En lo que sigue, les propongo cinco argumentos sobre el éxito del gobierno, dos matices referidos a decisiones polémicas, y un recuerdo para Jorge Larrañaga.
Uno. Liderazgo presidencial. El dato de la aprobación de la gestión del presidente es muy significativo. El exitoso manejo de la pandemia es un componente importante de la explicación del apoyo ciudadano. Pero no es el único. El presidente trabaja, comunica, recorre, arriesga. Fiel a su promesa, “se hace cargo”. Ningún gobierno puede ser exitoso si su jefe no funciona. Si, durante el 2020, en el contexto de la pandemia, Lacalle Pou “se recibió de Presidente” (la expresión es de Julio María Sanguinetti), durante el 2021 ratificó sus credenciales.
Dos. La coalición funciona. Aunque el presidente siguió manteniendo una fuerte presencia pública, habilitó, en mayor medida que durante el año anterior, la visibilidad de los demás partidos que integran la coalición. Cabildo Abierto se hizo oír. Pero, a su manera, sin tanto ruido, también los colorados lograron escapar del cono de sombra del liderazgo presidencial. El presidente trabaja. Pero sus socios también. La votación de la nueva ley forestal y el ulterior veto presidencial han puesto a la coalición bajo tensión. Pero sigo pensando que es una coalición fuerte y estable.
Tres. La economía repunta. El gobierno tuvo un buen año también porque la economía ha recobrado dinamismo. El equipo económico dirigido por Azucena Arbeleche desde el MEF, con el apoyo decisivo de Isaac Alfie desde OPP, logró el objetivo que se había trazado en 2020: evitar que el motor de la economía se apagara. La combinación de decisiones prudentes en materia de política económica (que ayudaron a conservar el grado inversor) con viento a favor en materia de precios internacionales ayudan a entender por qué la economía terminará este año creciendo más de lo esperado. La recuperación económica generó, tal como estaba previsto, una fuerte disminución del desempleo y contribuyó a la caída de la pobreza.
Cuatro. Cambios en políticas públicas: apertura comercial. El gobierno tuvo un buen año porque demostró estar dispuesto a cumplir con la promesa electoral de avanzar hacia la liberalización del comercio. No estoy calificado para valorar la política comercial en términos sustantivos. Dejo de lado, por eso mismo, la discusión sobre si es conveniente o no para el Uruguay “enfriar” el Mercosur y avanzar hacia un TLC con China. Lo que sí puedo afirmar desde mi profesión es que si un partido gana la elección prometiendo apertura comercial debe dejar el alma en la cancha (según la recordada expresión de Jorge Batlle) en pos de cumplir con ella. El presidente Lacalle Pou y el Canciller Francisco Bustillo han impulsado durante este año un gran viraje en la política comercial. Proa a China, con o sin Mercosur.
Cinco. Cambios en políticas públicas: educación. Durante el 2021 el gobierno ha empezado a dejar en evidencia hasta qué punto está comprometido con la promesa de “transformar la educación” (Capitulo 8 del “Compromiso por el País” firmado por los partidos de la coalición). El equipo MEC-ANEP funciona. El país tiene un plan de educación. ANEP, liderada por Robert Silva, viene acelerando en su implementación.
El gobierno tuvo un buen año. Pero, en dos temas muy importantes, tomó decisiones que le valieron críticas intensas. La primera de ellas refiere al manejo de la pandemia entre marzo y junio. En marzo, el gobierno adoptó menos medidas de reducción de la movilidad que las sugeridas por el GACH en febrero. Aunque se instaló en el parlamento una comisión especial de seguimiento del covid, el presidente no convocó al “diálogo político para blindar abril” reclamado por Rafal Radi a fines de marzo. Desde luego, tuvo sus razones. Desde mi punto de vista, se combinaron argumentos sanitarios (confianza en la campaña de vacunación), económicos (“no apagar la economía”) y políticos (la opinión pública aprobaba la estrategia sanitaria). Pero entre abril y junio la ola de la pandemia golpeó fuerte. Automáticamente, se instaló el debate político sobre las “muertes evitables”.
La segunda decisión polémica adoptada a comienzos de año fue la de extender hasta 2081 la concesión a Katoen Natie para operar la terminal de contenedores del Puerto de Montevideo. Una vez más: no me corresponde valorar en términos sustantivos la política pública adoptada. Sobre lo que sí me atrevo a decir una palabra es sobre la forma de procesar la decisión y sobre sus consecuencias políticas. La resolución anunciada por Lacalle Pou en su discurso de rendición de cuentas ante el Parlamento, tomó por sorpresa tanto a sus socios de la coalición como a la oposición. Ante el aluvión de preguntas y críticas, colorados y cabildantes se esforzaron por buscar soluciones ad hoc. El tema estuvo presente en la agenda pública durante todo el primer semestre, y, probablemente, melló la imagen del gobierno.
Imposible terminar esta brevísima síntesis sin recordar que, durante el año que está terminando, el gobierno sufrió la pérdida de una pieza muy importante en su equipo. En mayo, murió Jorge Larrañaga, que venía llevando adelante la esforzada tarea de encabezar el Ministerio del Interior.