La primavera se instaló en la ciudad. Se renovó el aire con temperaturas más altas y los días se hicieron un poco más largos. Este florecer despierta las ganas de salir y juntarse con amigos. Y luego de meses de encierro, de aislamiento, con los locales gastronómicos cerrados, los jóvenes montevideanos buscan un respiro como sea.
Y en esta situación una tendencia que comienza a poner pie firme en la capital es la de bares que abren en azoteas o amplían sus propuestas a los patios o jardines para los que buscan despejarse y disfrutar del encanto especial de compartir un almuerzo, una cena rodeados de árboles, cubiertos con el cielo de estrellas.
En el cruce entre Cerro Largo y Tristán Narvaja hay un imperio con forma de bar, con una azotea con vista a la feria y cuyo lema es “Sí a todo”.
El Imperio, bar y anticuario, es un espacio muy singular. Está abierto solo los domingos, tienen un himno patrio, venden cerveza artesanal y no están preocupados por ser demasiado gourmet con su propuesta, aunque tengan las mejores críticas.
Pero hay algo que lo hace único, por lo que la gente espera una hora para poder ingresar.
Abrieron en julio del año pasado y les dijeron que con el frío del invierno no iba a funcionar. Explotó, recuerda Gastón, uno de los socios dueños del bar. Cerca de diciembre les dijeron: "En verano olvídense, cierren porque no va a haber nadie y con el calor en la azotea". Y explotó de nuevo. “La gente necesita más espacios al aire libre”, asegura.
Todo comenzó cuando hace tres años, tres amigos de toda la vida pasaron por la puerta y vieron una oportunidad. El lugar había sido bar por cincuenta años, luego funcionó como anticuario un par de años y después quedó abandonado. Cuando la dueña les mostró el lugar, subieron a la azotea y se dieron cuenta. Se imaginaron la feria desde arriba, les entusiasmó y empezaron a ingeniar el emprendimiento. Dos años y medio de reformas más tarde abrieron sus puertas.
Los meses anteriores al covid-19 en El Imperio había una gran rotación de gente. Todo el tiempo entraban y salían feriantes, turistas de todas partes del mundo, amigos, curiosos, músicos. Se generaba un clima divertido, lleno de cultura, música; un espacio para pasarla bien y disfrutar de la vista y la heterogeneidad de la feria y el ambiente.
Con la pandemia la dinámica cambió un poco, pero el espíritu del bar aún se respira. La azotea del lugar sigue habilitada, aunque la capacidad es más limitada. Arriba tienen parrilla, venden choripanes, pizza y hamburguesas. En el piso de abajo la cocina suele rotar. Tuvieron unos cocineros turcos preparando platos árabes, luego pasaron unas venezolanas y ahora están por volver a cambiar. A partir del próximo domingo la carta incluirá chivitos, sándwiches de pan de campo y tablas para hacer picadas y compartir. Además, ofrecen tres marcas de cerveza artesanal y pronto tendrán la suya propia. “Vendemos birra y apuntamos a que la gente se divierta. Sacamos el hambre”, cuenta Gastón.
La idea es simple. Abrir un espacio en el horario de la tarde, vender cerveza artesanal y comida rica, pero no complicada de cocinar, y conjugar todo eso con el ambiente cultural. Dejar todas las estructuras posibles y ser lo más libre dentro de lo que el protocolo permite. “Que te sientas en tu casa”, afirma Federica, una de las socias de La Azotea.
El bar que funciona en el patio del hostel-pub Vato Loko se transformó en la casa de muchos. “Nos parecía que no había una movida de tarde”, agrega Federica. Además, La Azotea intenta ser vidriera para cualquier tipo de emprendimiento, sobre todo si es de la cultura under. En los encuentros siempre tienen artistas que exponen su arte, fotografías o emprendimientos de ropa second hand. Todo es bienvenido.
Y el apoyo al colectivo LGTB está muy presente. “Todas somos parte y también nos parecía que hacía falta un lugar. Más allá de lo que es Il Tempo, no hay muchos lugares, al menos, que tengan la bandera”, cuenta.
Federica no se arriesga a afirmar si es por la pandemia o porque se precisaba un espacio así, pero desde que abrieron cada vez se acerca más gente. La cuenta de Instagram también colaboró y con el boca a boca La Azotea se transformó en un rincón codiciado. Movida de tarde, amigos y buena onda. Así describe la experiencia Federica y cuenta que eso es lo que busca la gente que se acerca.
Es un patio, pero originariamente fue una azotea, de ahí su nombre. Mikaela, Michelle, Gimena y Federica, son amigas, algunas hace mucho, otras hace no tanto. El vínculo de amistad impulsó la juntada en la azotea de la casa de dos de ellas. En esos primeros encuentros la idea era juntarse entre amigos, comer algo rico para compartir un momento y acortar la distancia que el coronavirus había impuesto. Esa fue la semilla del bar que es hoy.
Cuando se plantearon pasar de la juntada a algo “más serio” se pusieron a buscar locaciones, consiguieron el hostel, reformaron todo el patio y abrieron una cuenta en Instagram. A mediados de agosto empezaron a abrir sábados y domingos.
Los primeros fines de semana cocinaban ellas. Ahora, gracias a la demanda, sumaron un grupo en la cocina para dedicarse a eso. En la carta tienen opciones de hamburguesas de carne, de lentejas, sándwiches, cerveza artesanal, fernet y vino.
La idea de incluir músicos estuvo desde el inicio, pero con la pandemia están esperando la habilitación para poder incorporar la propuesta. Artistas no les faltan ya que muchos les han escrito para ir a tocar.
Federica define a La Azotea como un movimiento nómade. Todo el tiempo están buscando lugares para más encuentros. Ahora están en el hostel, pero están pensando en abrir en otro lugar la semana que viene. “Nos vamos moviendo al lugar que sintamos que la azotea puede funcionar”. cuenta.
La pisada más futurista de La Azotea es el verano. Las amigas están planeando replicar el bar en el este (Rocha), a donde suele ir en verano su público.
En la azotea de Flower Island pasarán cosas. Los próximos domingos al mediodía una azotea del barrio Palermo se convertirá en el nuevo lugar de encuentro de jóvenes para compartir una cerveza, comer algo y disfrutar del sol.
Hace apenas dos semanas el proyecto En la azotea abrió su cuenta en Instagram y a los pocos días agotaron las entradas que es libre, pero está sujeta a capacidad.
Este nuevo emprendimiento, ubicado en la calle Isla de Flores, promete música en vivo, una propuesta gastronómica, exposiciones y juegos, todo a la luz del séptimo día de la semana. Estas primeras ediciones serán más entre amigos y luego tienen pensado abrir al público.
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