El viaje del secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, entre el 4 y el 5 de febrero para reunirse con el presidente chino Xi Jinping, era interpretado por la mayoría de los analistas como un paso para dialogar y tratar de distender la escalada bélica y diplomática generada por la guerra en Ucrania.
Esa visita fue suspendida por decisión de la Casa Blanca hasta tanto se aclarase la aparición de un globo de procedencia china en el espacio aéreo norteamericano. Pero el sábado, un caza F-22 Raptor de la Fuerza Aérea estadounidense derribó lo que el Pentágono denominó “globo espía chino” mientras que desde Beijing insistían que se trataba de un dispositivo meteorológico que había perdido su rumbo inicial. Lo cierto es que el globo sobrevolaba territorio estadounidense y Washington decidió derribarlo una vez que estuviera sobre el Atlántico.
La respuesta de los Estados Unidos fue de un despliegue importante. El F-22 es un avión sofisticado que partió de la base Langley de la Fuerza Aérea de Virginia y disparó un misil AIM-9X Sidewinder de corto alcance, valuado en US$ 400 mil. El impacto se pudo ver en directo en los medios audiovisuales, así como la caída del globo al mar. Pese a que el globo no estaba tripulado, el F-22 llevaba una escolta de cazabombarderos.
Tras el incidente, el sábado China rechazó la petición de una llamada entre el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, y su homólogo chino, Wei Fenghe.
El sábado, "inmediatamente después de tomar medidas para derribar el globo de la República Popular de China (RPC), el Departamento de Defensa hizo una solicitud de llamada segura" entre Austin y Wei, afirmó el portavoz del Pentágono, el general Pat Ryder. "Desafortunadamente, la RPC rechazó nuestra petición. Nuestro compromiso de abrir líneas de comunicación continuará", agregó, según consigna la agencia alemana DW.
"Los vínculos entre nuestros ejércitos son particularmente importantes en momentos como este. Lamentablemente, el Partido Comunista chino rechazó nuestra petición”, agregó Ryder. Según Washington, esa conversación tenía el sentido de "mantener líneas de comunicación abiertas entre los Estados Unidos y el Partido Comunista chino de cara a gestionar de forma responsable la relación".
La tensión en Ucrania avanza pese a las advertencias del presidente de Rusia, Vladimir Putin, respecto de que el mayor involucramiento de los Estados Unidos en la guerra podría provocar una escalada en la que Moscú considere que la OTAN se involucra directamente en la guerra. Algo que hasta ahora, Washington se encargaba de negar.
Blinken el martes, tras haber suspendido el viaje a Beijing, dialogó en forma telefónica con el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba. El eje del diálogo, según el diario The Kyiv Independent, giró en torno a una posible ayuda militar adicional al país y nuevas sanciones a Rusia. Fue el mismo día en que el presidente Joe Biden dio su discurso ante el Congreso de los Estados Unidos del “Estado de la Unión” en el que se mostró distante de China y prometió más sanciones a Moscú.
Además de la ayuda militar adicional y la imposición de nuevas sanciones a Rusia, Kuleba explicó que también discutieron los "preparativos de eventos importantes" a medida que "la invasión a gran escala de Rusia se acerca a su marca de un año" el próximo 24 de febrero. "Rusia estaría cometiendo un grave error si pensara que alguien se cansaría de luchar contra el mal que trae", agregó Kuleba citado por el medio ucraniano.
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