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Bin Laden a las 11 de la noche

#ElObservador30años Bin Laden a las 11 de la noche. Escrito por Carina Novarese, exgerenta de Contenidos Digitales y columnista de El Observador
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23 de octubre de 2021 a las 05:04

El domingo 1º de mayo de 2011 estaba a punto de cerrar el día de trabajo –porque los 1º de mayo los periodistas trabajamos– cuando, ya en la cama, recibí un mensaje de Ignacio “Nacho” Chans, un mensaje que seguro que no era de Whatsapp, pero tal vez era de los directos de Blackberry o un SMS. “Mirá Twitter. Obama habla en un rato y no se sabe por qué”. En el Twitter de esa época, en el que no había tanta violencia ni odio ni desinformación, había mucha “conversación” sobre posibles razones por las cuales el presidente de Estados Unidos hablaría tan tarde. Algo grande había sucedido.

Hacía tal vez uno o dos meses que habíamos estrenado un nuevo sistema de carga de contenidos digitales en El Observador. Durante buena parte de los 30 años que cumple el diario existió un portal digital de noticias (primero Observa.com luego elobservador.com.uy) que, de hecho, fue el primero en Uruguay junto al sitio de El Espectador online, en 1994. Aquello que al principio parecía magia, ver las noticias en la computadora y, más tarde en el celular, distaba mucho de ser magia. Un portal digital requería y requiere una maquinaria bien aceitada para que las noticias se reproduzcan en internet. Ya casi nadie le presta atención al detrás de escena de ese proceso, pero en 2011 estábamos en el medio de un cambio clave que nos permitió comenzar a trabajar digitalmente con mucha más flexibilidad, para así desdoblarnos en todos los formatos y llegar con las noticias a todos los dispositivos, en cualquier lugar y a cualquier hora.

Incluso a la hora en que se le ocurrió hablar a Obama para anunciar que Osama bin Laden estaba muerto, luego de un operativo de la CIA y las Fuerzas Armadas de EEUU en un edificio en Pakistán donde se escondía. En Twitter se hablaba tímidamente de que lo que anunciaría el presidente podía tener relación con el líder de Al Qaeda, la organización terrorista sobre la que un día sí y otro también escribíamos en el diario papel y digital desde 2001, cuando se derrumbaron las torres gemelas y EEUU sufrió el peor ataque de toda su historia. 

Esa noche, por primera vez, teníamos la posibilidad de publicar una noticia en el digital a distancia, utilizando el nuevo sistema que nos permitía cargar texto, fotos, videos y lo que fuera necesario para publicar una noticia urgente en tiempo real. Hoy esto nos parece una obviedad, pero hace 10 años era una novedad que probamos con entusiasmo y algo de desconfianza. Lo que aún no terminábamos de calibrar era el poder que teníamos al alcance de unos pocos clics, la inmediatez que para bien y para mal podíamos manejar y la responsabilidad que esa mecánica sumaba.

Las redes sociales llevaron inmediatez a un mundo digital que cada vez era más inmediato y que se adaptó pronto y no siempre con la rigurosidad necesaria a dar noticias apenas se conocía algún detalle sobre ellas. Entonces comenzamos a aprender que dar noticias era más inmediato pero suponía la misma responsabilidad y el mismo proceso de verificación de los datos que desde hace décadas guiaba al buen periodismo, el periodismo riguroso, informativo y analítico que siempre fue el norte de El Observador.

Esa noche escribí la noticia desde mi cama, con apuntes mezclados de Nacho y míos, mientras escuchaba en la tele el discurso de Obama que luego pasó a formar parte de la historia. Al mismo tiempo estaba en contacto con los editores jefe de entonces, Gabriel Pereya y Simón Gómez, que debieron rehacer la tapa planeada para el lunes y encabezar con ese hecho.

A las 23:47 del 1º de mayo publiqué la nota online: “EEUU mató a Osama bin Laden”.

Me fui a dormir tarde, porque la adrenalina de una noticia que explota suele tardar en disiparse en el organismo. Con los años subir noticias a distancia se hizo una costumbre que interrumpió madrugadas, fines de semana y hasta vacaciones. En el camino aprendimos que, cada vez más, el criterio periodístico, la honestidad intelectual y la mesura eran valores de oro en esta nueva era multimedia en tiempo real. La carrera por publicar una primicia subsiste, pero solo si la información está chequeada a fondo para evitar errores que, sin embargo, cometemos. En ese camino seguimos, prontos para adoptar las innovaciones que la tecnología nos acerca y firmes para evitar que su ritmo nos confunda a la hora de informar.

*Este artículo forma parte de la edición especial 30 años de El Observador.

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