Varios de los estantes de la biblioteca del despacho Pedro Bordaberry lucen vacíos. Desde hace seis meses que el senador colorado y sus asistentes comenzaron a sacar cientos de carpetas, papeles y documentos, algunos de los cuales fueron a parar a la basura. Luego de dos legislaturas en el mismo despacho, ubicado prácticamente a medio camino de las dos cámaras, Bordaberry se va y, al menos por cinco años, sabe que no volverá.
En abril de 2017, el senador y por entonces líder del Partido Colorado anunció que abandonaría la política cuando terminara el periodo. “Estoy convencido de que llegó el momento de dejar el paso a otros”, escribió en un correo electrónico que envió a legisladores de su partido. De ese mail a esta parte, el senador vio la primera campaña interna en 10 años “desde la tribuna” y así también lo hará con las elecciones nacionales y las instancias electorales que le siguen.
Esa decisión titubeó a fines de julio cuando se vio tentado a sacar una lista al Senado. Pero la negativa del candidato Ernesto Talvi a que regresara lo terminó por convencer de seguir con el nuevo camino que comenzará a recorrer desde el 15 de febrero. “El tema no era sacar una lista sino tratar de ayudar al candidato de mi partido. Entendieron que no era conveniente y ya está. El tema se terminó y la verdad que lamento haber abierto esa puerta”, reflexionó un mes y medio después de ese episodio y a pocos días de que finalice la legislatura.
Es jueves 12 de setiembre y hace un día que participó de su último plenario en el Senado, en los que tuvo 100% de asistencia. Si bien las normas marcan que el domingo 15 será la despedida de esta legislatura, las sesiones extraordinarias y comisiones permanentes lo tendrán ocupado por cinco meses más. Bordaberry camina por los pasillos del Palacio Legislativo y recuerda cómo solía perderse cuando en febrero del 2010 entró por primera vez como legislador.
En el escritorio de su banca solo guarda algunos papeles con apuntes, un lápiz con poca punta y alguna lapicera. Se para en el medio de la sala y al mirar el sillón que ocupa la vicepresidenta, Lucía Topolansky, sonríe: “Ahí no me acerco porque ese lugar nunca me tocó”.
Durante sus dos períodos como senador, Bordaberry presentó más de un centenar de proyectos de ley e interpeló a varios ministros, una actividad que le divierte y parece desafiante pero a la que está convencido que solo puede llevar adelante por el equipo que lo acompaña y asesora. El primero fue Ricardo Ehrlich, ministro de Educación y Cultura en el gobierno de José Mujica, a quien convocó por el presupuesto para obras en centros educativos y que tuvo como asesor al ahora candidato a vicepresidente colorado, Robert Silva.
A Ehrlich le siguieron, Fernando Lorenzo, Eduardo Bonomi como ministro del Interior, Roberto Kreimerman cuando ocupaba el cargo de ministro de Industria y Rodolfo Nin Novoa como canciller ya en este gobierno, en el que también volvió a convocar a Bonomi.
Bordaberry frena por unos segundos en su mención de ministros a los que se enfrentó en el Senado y comenta: “La interpelación lo que busca es que se cambien cosas. Obviamente que a veces querés sacar al ministro pero no es solo eso. Uno tiene que buscar que haya cambios en las cosas que están mal y hacer valer responsabilidades si las hay”.
De inmediato, la causa Ancap se le viene a la cabeza y recuerda cuando convocó a Kreimerman y Raúl Sendic –cuando era presidente del ente- a una comisión parlamentaria “En el tema Ancap se logró un cambio, aunque tuvieron que pasar tres años. Los cambios llegan tarde o temprano”, afirma.
En su recorrida por los recuerdos que le dejaron sus años como parlamentario, Bordaberry destaca que al terminar un debate en la Cámara de Senadores iba sintiéndose mal por el tono de la discusión. “Debato muy fuerte y no es que me arrepiento de lo que digo, que lo digo convencido, sino de los enfrentamientos que se generan. Me han tocado enfrentamientos principalmente con legisladores del Frente Amplio y aunque sentía que tenía razón y que había expuesto bien, no me dejaban un buen sabor. Pero hay que hacerlo, es parte del trabajo”, opina.
En el camino recuerda que su abuelo Domingo Bordaberry fue legislador y piensa cómo cambió el edificio en todos esos años. Al llegar al ambulatorio señala unas puertas que están cerradas con llave y cuenta que tienen percheros donde los legisladores de otras épocas solían dejar galeras y bastones. Los despachos vinieron tiempo después.
En el suyo se redactaron varios de los proyectos de ley que presentó y de los que lamenta que solo algunos pocos se hayan aprobado, la mayoría vinculados a temas medioambientales. Cuenta que muchas ideas que terminaron siendo proyectos surgieron por seguir las legislaciones más actúales de otros países, especialmente de la Unión Europea. Una de las últimas leyes que miró con lupa fue una húngara que apuntaba a aumentar la demografía de ese país a través de exoneraciones impositivas para mujeres con más de cuatro hijos. Bordaberry piensa que sería bueno implementar algo similar en Uruguay.
En sus 10 años como senador cree que le faltó una mayor capacidad de convencimiento. un don que le reconoce al nacionalista Luis Alberto Heber. “Es el mejor legislador acá adentro. Ser buen parlamentario no es presentar muchos proyectos de ley, es lograr cosas que todos los demás voten y que salgan y él tiene esa capacidad de tratar de buscar consensos. Es una de mis carencias y en los últimos tiempos lo he estado observando para ver cómo lo hace”, dice y se ríe.
Bordaberry pasará al sector privado: ya aceptó un oferta -que aún no revela- y entre risas “aprovecha la ocasión” para pasar el chivo: “estoy a las órdenes si alguien me precisa”, bromea.
No cree que en el mediano plazo vuelva al sector público y se enorgullece al pensar en un proyecto educativo en Durazno que integra para jóvenes vinculados al área rural. En tanto, su vinculación con la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) terminará cuando termine su asesoría -que es honoraria- en materia de derechos de televisación. “La AUF fue una buena cosa porque era un nudo difícil que se desató pero de ahí a seguir vinculado al fútbol, no”, asegura sobre el rol que ocupó como presidente de la Comisión Regularizadora de la AUF.
La recorrida llega hasta la sala de Ministros, donde se reunían las más de 20 comisiones que integró. Bordaberry se para frente a un cuadro de José Enrique Rodó y lo mira: “Cuando llegué hace casi 10 años estaba torcido y ahora lo sigue estando”. Minutos después reflexiona: “No voy a extrañar. No quiere decir que no me genere ‘algo’ pero doy vuelta la página. La vida es una sola y no hay que amargarse”.
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá