Opinión > Uruguay campeón del Mundo
¡Buen día, campeones! El día que la selección sub 20 de Uruguay lo entendió todo
Lo que ocurrió este domingo en La Plata es algo inédito para todos aquellos que nacimos después de Maracaná 1950. Es la primera vez que podemos decir que vimos a Uruguay campeón del mundo.
La consagración en el sub 20 de Argentina 2023 tiene para Uruguay como país -porque esto no es solo una final de fútbol ganada-, connotaciones muy especiales en todos los niveles.
Por un lado, todo el país se embanderó con estos jugadores, con esta campaña y este lunes miles se volcaron a las calles para saludar a los campeones.
Por otro, las connotaciones trascienden los límites de este pequeño país y refuerzan el potencial futbolístico que Sudamérica intenta volver a expresar con sus selecciones, y que encontró en el histórico triunfo argentino en Qatar 2022 y en este logro de los sub 20 celestes, dos razones para seguir poniendo fichas en el viejo modelo deportivo de los países de Conmebol que aún les siguen haciendo frente a los todopoderosos europeos.
Para el continente que tiene (porque los compra) a los mejores futbolistas del planeta; a las mejores ligas y clubes del Mundo; donde el planeta concentra la atención a la hora de observar los espectáculos más atractivos, y que presumen ser el centro del mundo, el triunfo de este pequeño país de 3.000.000 de habitantes representa una bofetada.
Después de cuatro Mundiales consecutivos bajo dominio europeo, el más chiquitito de Conmebol, como hace 99 años en los Juegos Olímpicos de París 1924, se apropió del trofeo que querían mantener en el Viejo Mundo.
No contaban con que Uruguay, bajo la organización que planteó Tabárez en 2006 y que comenzó a modernizar el director de selecciones Jorge Giordano, cuando asumió en febrero 2022, iba a desembarcar en Argentina 2023 con tremendo plan.
Porque lo que desplegó Marcelo Broli con sus futbolistas en el campo de juego de La Plata, Mendoza y Santiago del Estero fue un planazo. Un plan perfecto que construyó a partir de los obstáculos, moldeó con la ventaja del conocimiento que tenía de los jugadores y terminó de amalgamar con ese plus anímico que suelen poner los jugadores.
Tabárez siempre decía –y recurro a sus expresiones porque nos dejó muchas enseñanzas- que no era necesario motivar a los jugadores uruguayos, que solo era necesario entregarles un buen plan.
¿Qué hizo Broli? Ni más ni menos que eso, les entregó una buena hoja de ruta y el resto surgió naturalmente.
El entrenador de Uruguay se transformó en el primero, después de 73 años en conquistar un Mundial de FIFA.
Es enorme lo que logró Broli. Lo intentaron decenas de técnicos al frente de la selección uruguaya después del Mundial de Maracaná 1950, y ninguno lo consiguió.
Y es enorme lo que lograron estos futbolistas que construyeron una muralla en el fondo, como manda la historia de la celeste.
¿Sabías que Randall Rodríguez terminó el Mundial con 450 minutos (cinco partidos) sin recibir goles? Y que fueron seis los encuentros en los que terminó en cero. Solo le convirtió Inglaterra.
¿Y que la defensa, que parecía perder a uno de sus mejores exponentes con la lesión de Ponte en cuartos de final ante Estados Unidos, fue la gran sensación del Mundial Argentina 2023?
Fue extraordinaria desde todo punto de vista.
¿Sabías que el 28 de mayo Andrés Ferrari sufrió un pequeño desgarro, y que 11 días después el 8 de junio estaba jugando la semifinal ante Israel?
El exdelantero de Defensor Sporting, que seguirá su carrera en España, reconoció que los médicos y los estudios le decían una cosa, pero él sentía otra, por esa razón le restó importancia a lo que decían. Se concientizó que no tenía nada y que, sin estar en plenitud porque no pudo seguir entrenando en forma normal, jugó 45 minutos en la semifinal ante Israel, cargando todo el esfuerzo sobre la pierna sana. Y volvió a estar en la final con Italia.
Entonces, cuando te hablan de garra charrúa, ¿de qué te están hablando? De eso. De lo que ocurrió con Ferrari y ese umbral tan alto de dolor que le permitió volver 10 días antes que cualquier otro futbolista, porque los desgarros llevan 21 días de recuperación.
O de Ponte terminando, también desgarrado, ocupando un lugar en el campo y corriendo a los rivales en una pierna.
De la forma en que Randall Rodríguez, Facundo González y Anderson Duarte gritaron los goles. De la capacidad de Franco “Cepillo” González de hacer todo sencillo con la pelota en los pies.
De la inmensa figura de un pequeño hombrecito, apenas salido de la adolescencia -pero moldeado a golpes por la vida-, de Matturro cuando solo tiene 18 años, está lleno de desfachatez y suficiente picardía como para tener cara a cara a Federico Valverde, uno de los mejores del planeta, y “torearlo” con el hecho de que ganó el Balón de Oro y además la medalla de campeón, cuando el de Real Madrid con Uruguay fue cuarto en 2017. Y, de la versatilidad del equipo para jugar al fútbol de verdad, sin pelotazos, con autoridad deportiva y superioridad anímica.
Lo que ocurrió este domingo desde el primer minuto ante Italia fue una paliza futbolística.
Desde la Copa América de 2011 que Uruguay ganó en el Monumental de Buenos Aires no se recuerda una actuación tan demoledora de un equipo uruguayo frente a su oponente como la de los sub 20.
Esto se transforma en otra de las fuertes señales del nuevo Uruguay que se instaló en la elite del fútbol Mundial a nivel de juveniles. En tres de los últimos cinco Mundiales sub 20 llegó hasta el último día de competencia: en 2013 fue segundo, en 2017 cuarto y en 2023 primero.
El escenario actual dejó de ser una tendencia para transformarse en la nueva realidad. También un asunto para seguir cuidando con singular cariño, regando a diario y proyectando sin dejar de invertir, al tiempo de seguir pensando en el fútbol del Interior, porque el semillero de OFI no se detiene: 10 de los 21 campeones del mundo son de tierra adentro. El capitán Fabricio Díaz es de Canelones, y el goleador, Anderson Duarte, de Tacuarembó.
Este domingo, el plantel sub 20 cerró su formación en el máximo nivel, y por delante le esperan desafíos enormes. La consolidación en sus equipos de primera división en Uruguay, el pase a Europa para terminar de madurar futbolísticamente y dar el salto de calidad que exige el fútbol moderno (que no lo brinda Uruguay). Casi en paralelo, mientras todo eso ocurra, para algunos llegará el Preolímpico de enero y los Juegos Olímpicos de julio-agosto 2024, y casi sin intervalos (porque el entrenador es Marcelo Bielsa y le encanta apostar a los jóvenes con talento, como estos) la selección mayor.
Uruguay es campeón mundial del fútbol de FIFA del futuro y no es un detalle menor. Es una señal muy fuerte, que en el combo de lo que representan los jugadores uruguayos, entonados por las victorias y potenciados por una buena organización a nivel de selecciones, y con un entrenador de elite que no tienen techo.
¡Que nadie se baje del barco! Sigue la fiesta verdadera (la de verdad, que trasciende al hecho de ser campeón, porque eso ocurre con un solo equipo y bienvenido en este caso), la de ser protagonistas en la elite del fútbol de FIFA.
