Diana Dondo
Señor presidente de la República, Luis Lacalle Pou: soy una de las tantas argentinas inversoras en el Uruguay que no podemos regresar a casa. Y digo regresar a casa, porque consideramos siempre a Uruguay como una parte privilegiada de nuestro corazón. Ir a Uruguay era como ir a la casa de nuestro mejor amigo, por eso nunca pedimos residencia. Para ir a la casa de mi mejor amigo no necesito permiso.
Tuve la suerte, gracias a amigos comunes, de compartir un brindis con su padre, el Luis “Cuqui” Lacalle, en la residencia de Haedo, junto a la exquisita y siempre recordada Beatriz, en la presentación del libro Historias de una vida. ¡Un grande su padre! Y seguramente usted ha heredado mucho de él. ¡Y quizá lo supere!
Por eso, le pedimos, señor presidente, que nos permita “regresar a casa”. Nosotros amamos su país, por su educación, por su simpleza, por su calidez, por su orden, por eso invertimos en Uruguay pudiéndolo hacer en la costa argentina, cosa que no hicimos.
Invertimos y por eso ¡estamos pagando impuestos a su país y a Argentina! Pero no nos arrepentimos, solamente queremos... regresar a casa.
Hace ya un año que no podemos volver. Escuchamos su discurso del lunes 22 de febrero con muchas expectativas, pero ni siquiera nos nombró a los propietarios no residentes, ¡a la mayoría!
Déjenos volver, señor presidente. ¡Déjenos regresar a casa!
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