Castillos, festivales e historia: por qué hay que ir a Salzburgo, cuna de genios y artistas

La ciudad, que celebró en 2016 los 200 años de su incorporación a Austria, se suele identificar a sí misma, con sobrados motivos, como “el escenario del mundo”. Es un sitio con una larga historia y un sello muy propio de arte y cultura. El legendario patrimonio cultural de la ciudad se explica por el intercambio con los países vecinos, sobre todo al sur, con Italia, aunque también hay rastros de la Europa del norte. 

Muchos de los edificios del barroco, como por ejemplo la catedral de Salzburgo, tienen que ver con los arquitectos italianos Vincenzo Scamozzi y Santini Solari. Justamente por este tipo de construcciones, que abundan en la ciudad, a Salzburgo se la conoce también como la “Roma del Norte”. Aunque esto puede atribuirse también a una condición privilegiada de Salzburgo: su arzobispo tenía permiso, como un papa, para poder designar a los obispos. Hasta 1806 fue el segundo estado pontificio más grande del mundo, por detrás de Roma. Precisamente, los edificios religiosos son uno de los grandes atractivos de la ciudad. A ello se suman las casas civiles de la Edad Media y los espacios amplios de estilo italiano. Son construcciones levantadas en distintos momentos, y se han conservado –por lo general en buen estado– hasta el presente. Por esto mismo, a Salzburgo se la designó en 1996 como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Uno de los sitios célebres de la ciudad es la casa de nacimiento de Mozart en 1756 –en Altstadt– que se conserva como un museo que muestra, entre otras cosas, los instrumentos que usó el artista en su niñez. En la casa Hagenauer, ubicada en la céntrica Getreidegasse, que recibe su nombre del comerciante y amigo de los Mozart, Johann Lorenz Hagenauer, se pueden ver documentos y objetos que fueron propiedad del compositor. Hay retratos que le realizaron en vida y el violín que tocó durante su infancia, otro de conciertos , además de otros instrumentos. La segunda planta del edificio está dedicada a Mozart en el teatro y allí se pueden ver maquetas de escenarios, que muestran el trabajo en la interpretación de las óperas de Mozart desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XX.

El ilustre compositor presta su apellido hasta en los dulces como los Mozartkugel (bombones de Mozart), típicos de Salzburgo. Los venden en distintos locales comerciales, pero hay que estar atentos, porque los originales se ofrecen envueltos en papel plateado, y no dorado como se ve en algunos lugares. Para vivir la experiencia de probar las genuinas lo ideal es ir al Café Füsrt donde el bisabuelo de los actuales propietarios creó este manjar que se ha convertido en un emblema de la ciudad. 

Edificios deslumbrantes

Otro de los sitios célebres de Salzburgo es el prestigioso Hotel Sacher, donde una habitación puede llegar a costar cuatro mil euros en temporada alta. Su cafetería es un lugar maravilloso para visitar y, por supuesto, probar la histórica tarta Sacher –o Sacher Torte– un reconocido pastel que se hizo por primera vez en 1832 por el ayudante de cocina Franz Sacher. Se cuenta que la preparó para agasajar al príncipe Klemens Wenzel Lothar von Metternich y, sin proponérselo, pasó a formar parte desde entonces de la gastronomía de la ciudad.

Otro de los lugares de visita obligatoria es el Palacio de Hellbrunn, donde están los famosos Juegos de Agua, únicos en el mundo. Se dice que, como amante de la cultura italiana, el príncipe y arzobispo Markus Sittikus von Hohenems dio directivas en 1612 para la construcción de una residencia de verano ubicada junto al monte de Hellbrunn, una zona reconocida por sus manantiales. Este lugar era ideal para la celebración de espectáculos o distintos acontecimientos culturales. En la actualidad el Palacio es uno de los conjuntos arquitectónicos renacentistas más destacados al norte de los Alpes y desde hace 400 años los Juegos de Agua son, sin dudas, la atracción principal de Hellbrunn.

En la misma línea, la fortaleza Festung Hohensalzburg, ubicada sobre la montaña Festungsberg, que se alza dominante sobre los tejados del casco antiguo barroco. Es el mayor castillo totalmente conservado de Europa Central y un emblema de Salzburgo. Se cuenta que en 1077 el arzobispo Gebhard construyó la fortaleza y, sin quererlo, perfiló el paisaje de la ciudad. Hacia 1500 la fortaleza adquirió su aspecto actual, bajo la gestión del arzobispo Leonhard von Keutschach. El objetivo original era proteger al principado y a los arzobispos de los ataques enemigos. 

Salzburgo es famosa por la gran cantidad de festivales artísticos que lleva adelante durante todo el año. Pero en 2020 habrá un evento muy especial: el Festival de Salzburgo celebra su centenario y transformará el centro histórico de la ciudad en un gran escenario. Se lleva adelante bajo el concepto de que “la ciudad entera es un escenario”, tal como fue pensado hace cien años por los padres fundadores de este evento cultural, Max Reinhardt, Hugo von Hofmannsthal y Richard Strauss. Hoy es considerado como uno de los espectáculos de artes escénicas más importantes del mundo, a donde más de 250 mil amantes de la cultura llegan de todas partes del mundo para disfrutar de unos 200 conciertos de música clásica y de espectáculos de opera y de teatro, que se realizan durante el verano boreal.