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Con la mirada puesta en el cielo

Nuestro querido Padre Pablo Graña ha sido trasladado a la Parroquia San Carlos Borromeo de José Pedro Varela, por decisión del Obispo Jaime Fuentes. Decisión que ha causado desconcierto y tristeza
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13 de noviembre de 2018 a las 05:02

En esta carta abierta queremos expresar, con nuestras sentidas palabras, cómo vimos su oración, su pensar, su hacer, su sentir, su entrega.

Nuestro querido Padre Pablo Graña ha sido trasladado a la Parroquia San Carlos Borromeo de José Pedro Varela, por decisión del Obispo Jaime Fuentes. Decisión que ha causado desconcierto y tristeza, lo que nos motiva a expresar nuestro pesar y a reconocer la invalorable obra del padre Pablo a nuestra Ciudad Minas. 

Queremos destacar lo que él representa para nuestra sociedad, en lo espiritual, en lo material y en todo lo que necesitamos. El padre Pablo ha marcado su impronta entre nosotros como un pastor cercano, con un sentido intachable de la empatía y una gran capacidad de escucha, que han sido merecedoras del cariño y la confianza de una innumerable cantidad de minuanos.    

Siempre atendiendo a todas las clases sociales: pobres y ricos, obreros y profesionales, ignorantes y sabios, mendigos y doctores. Porque como él dice y lo registra el evangelio: “Dios no hace excepción de personas, está en todos”.

Los diferentes grupos se han enriquecido con su aporte, la pastoral juvenil, cursillo de cristiandad, camino neocatecumenal, pastoral de la salud, pastoral carcelaria, etc. cada uno de los integrantes de la comunidad fueron motivados por Pablo para desempeñar el rol que Jesús nos regaló.

Sacerdote de sacerdotes, guiando y cuidando a quienes se forman como futuros pastores, acompañando a los seminaristas, siendo muchas veces el lazarillo amoroso, cuidando y respetando a los ancianos en el ocaso de su misión. Ninguna oveja, por lejana que estuviera pudo desconocer su voz.

La dedicación al colegio Nuestra Señora del Verdún, que hoy más que nunca en tiempos difíciles necesita de su apoyo para mantenerse y seguir creciendo en valores cristianos, espacio donde logró ser un referente y guía espiritual para los niños y adolescentes que allí concurren. 

La casa parroquial se transformó en el lugar propio de cada uno. Un lugar de encuentro, de reuniones donde funcionan casi la totalidad de pastorales o grupos que se encargan de las diferentes actividades cristianas.

Hizo de la Catedral, la Iglesia, la casa de todos, porque para orgullo de los cristianos, pero también para toda la sociedad de la ciudad, la restauró con donaciones, beneficios, canastas, rifas, ventas de ravioles, etc.

No podemos dejar de recordar la dolorosa cruz que sostuvo cuando vivimos el escándalo a nivel local, nacional y mundial, en relación al Obispo anterior.

Pablo, con su fortaleza, palabra oportuna, gestos, silencios, estrechó filas y cargó con la cruz. Nos pidió oración, unión y perdón, mirando a Cristo y aferrándonos a su madre María.

Tuvo y desempeñó títulos con gran responsabilidad y compromiso, además de ser párroco desde hace años, fue vicario general de la Diócesis, ecónomo diocesano, secretario canciller y director del colegio. Siempre en todo y en todos, cuidó embellecer y aumentar la fe para mayor gloria de Dios.

Con aceptación y fortaleza llevó su enfermedad y la de su familia, la partida de su padre y cumplió con todas y cada una de sus tareas. 

Ha sido el pastor creíble y creyente y testimonio viviente de lo que es ser cristiano, caminando en la tierra con la mirada puesta fijamente. Enamorado de Cristo y la Virgen María, madre del amor hermoso, madre de la misericordia.

Queremos destacar su actitud, retomando una de las frases que siempre nos reitera, no se equivoca quien obedece.

Gracias por su entrega generosa. La Comunidad Cristiana de Minas, confiados en el Señor, estará siempre a la espera de su retorno.

Fernando Blanco

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