Opinión > ANÁLISIS

Con un ojo en el domingo 30 y otro en noviembre

¿Es lo mismo que gane uno u otro en la interna de cada partido para ver quién define la elección presidencial?
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15 de junio de 2019 a las 05:04

Qué es lo que está en juego el 30 de junio? ¿El resultado interno de cada partido es tan determinante del futuro de esa colectividad y de la elección presidencial, o es un paso que deben cumplir los partidos para resolver su oferta al electorado y su autoridad política, pero que no tiene incidencia significativa en la última votación del año?

La elección que se hará dentro de dos semanas es una curiosa interna, porque trata de una decisión partidaria relevante, en la que puede votar gente de cualquier partido independiente, incluso sin que se sepa dentro de que partido lo hace.

Pero la decisión final no se determina por un hecho, ni siquiera tan importante como una interna, ni por otro factor importante como es la marcha de la economía, sino que es un conjunto amplio de contexto, valores de la sociedad, creencias, demandas populares, entre otras.

Claro que el resultado del 30-J es importante y tiene incidencia, pero generalmente se exagera en el alcance a esa decisión, y hay tendencias fuertes hacia la votación final, que se han ido configurando y que no varian según quién gane en cada partido.

No es lo mismo que en el Frente Amplio gane Martínez, que es el de mayor conocimiento, mayor popularidad y que capta más votos del “centro”, que Carolina que en opinión pública presenta algunas debilidades, y aparece más a la izquierda. Pero, si Cosse se quedara con la postulación, de julio a octubre ganaría conocimiento, lograría un apoyo de todo el Frente, más amplio del que tiene ahora … Obviamente no sería lo mismo, pero tampoco el resultado del 30-J estaría condenando al Frente a un resultado diferente al que tuviera con el candidato favorito.

No es lo mismo, pero la chance del Frente comenzó a configurarse desde que comenzó el gobierno actual, o antes incluso, y no es producto de un hecho aislado.

No es lo mismo que en el Partido Colorado gane Sanguinetti o gane Talvi, tanto para la conducción política en el proceso de negociaciones interpartidarias, como para la convocatoria a votantes para reforzar la presencia de la histórica colectividad. Luego importará si los que perdieron reman igual para el que ganó, que no será el suyo inicial, y eso podrá variar el caudal electoral de los colorados, pero es dificil que determine un cambio en el puesto final de ese partido en el raking de lemas.

No es lo mismo que en el Partido Nacional, gane alguno de los líderes blancos Lacalle Pou o Larrañaga, porque tienen perfil diferente, llegada distinta con la gente, y otras particularidades, pero desde que hay internas se ve que luego del duelo del que se siente derrotado, las corrientes cumplen con la leyenda del escudo partidario (“la unión nos hará fuerza”).

Sí será distinto si gana Sartori, al que no se le puede calificar necesariamente de “blanco” aunque se haya afiliado hace unos pocos meses, porque nunca tuvo participación ni afinidad a esa colectividad y esa afiliación es producto de un plan para dar batalla electoral, pero claramente no es una identificación con dicha colectividad.

Si un forastero de pasado misterioso gana la postulación del partido de Oribe y Herrera, habrá que ver cómo hacen los blancos para “tragarse ese sapo” y seguir camino a octubre: no habría que descatar que tras el asombro y el duelo, se reagruparan ordenadamente y buscaran recuperar posiciones en la elecciòn legislativa. 

Por lo tanto, el resultado de la interna es muy importante, porque define a los que van a la batalla presidencial, pero también las autoridades partidarias para los 5 años y porque configura en cámara lenta las candidaturas a intendentes y alcaldes del año próximo.

Pero hacia octubre y noviembre, hay tendencias que no se alteran tanto por esta interna y que es sobre las que deben trabajar los estrategas de los partidos.

Los uruguayos, tanto los que voten dentro de dos semanas como los que se salteen las primarias, van hacia las urnas con una disyuntiva en la cabeza: puede que su partido preferido no tenga chance de definir la presidencia, pero su voto está determinado por la mirada en el resultado final.

Los partidos que saben que no llegan al balotaje tratan de fijar la idea de elección legislativa para la primera instancia, de transmitir al votante que en primera vuelta (27-O) se vota legisladores, y que al presidente se lo elige luego. O sea que si le preocupa el concepto de “voto útil” para definir al nuevo gobierno, en primera vuelta puede votar a un partido chico porque tiene la otra instancia.

La gente podrá asimilar esa idea, pero claramente vamos a una elección de dos caminos, y eso incide en el razonamiento del elector. Podrá votar a un partido que no entra en la final, pero querrá saber qué actitud tendrá ese partido en la segunda vuelta. 

Y eso sí es novedoso, porque puede acarrear problemas a los que tengan ambigüedad entre un “cuarto gobierno” del Frente o un “cambio de partido en el poder”.

El Partido Independiente ya pagó costo político cuando armó “la Alternativa” y por diferencia de visión hacia el 24-N disolvió el acuerdo.
Igualmente, siempre hay indiferentes al resultado final, y el “voto en blanco” aparece con una intención inusual, lo que se expresa no sólo al sobre sin lista, sino también por simpatía a expresiones sin chance, y que implican crítica al sistema. 

Pero los que quieren incidir ya están con un ojo en el presente y otro en el último domingo de noviembre, y los partidos que quieren captar votantes activos, deberán dar señales claras sobre su definición final, porque la elección 2019 muestra un cruce de caminos: o sigue el Frente en el gobierno, o hay cambio de partido en el poder.

El 24 de noviembre será el balotaje entre dos opciones bastante diferentes entre sí, y muchos creen que la clave está entre la primera y la segunda vuelta, como si el partido se definiera en una serie de penales y cualquiera pudiera ganarlo.

No es así: la pelota está en juego, y el balotaje ratificará una mayoría que se construye en varias etapas. El resultado del 24-N estará determinado por el resultado del 27-O y las posibilidades que unos y otros tengan de mostrar acuerdos que den soporte legislativo al Ejecutivo que asuma en 2020. 

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