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Contra las cuerdas

Inédita coyuntura en Lima: un presidente aislado y partidos opositores fracturados o en disputa, que reviven el fantasma de los outsiders
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10 de febrero de 2018 a las 05:00
El sorpresivo indulto al dictador Alberto Fujimori –condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad–, en los últimos días de diciembre, y las sospechas fundadas de que fue un sucio intercambio político, tuvo consecuencias inesperadas en la política peruana: el presidente Pedro Pablo Kuczynski cayó al nivel más bajo de popularidad, quedó virtualmente aislado y enfrenta graves problemas de gobernabilidad.
Y el principal partido de oposición no tiene nada que festejar porque se ha dividido en dos partes desiguales y con ello disminuyó su poder en un Congreso que podía manejar casi a su antojo y que le confería un gran poder de negociación.
El episodio, ocurrido a un pie de la Navidad pasada, no hizo otra cosa que profundizar la polarización del país, comprometer aún más la gestión del presidente y abrir las puertas de par en par al liderazgo de un outsider del sistema de partidos, según analistas en Lima consultados por El Observador.
En enero, el mandatario peruano cayó al nivel más bajo de su gestión, un 20%, siete puntos menos que en diciembre último cuando todos o casi todos le creyeron cuando dijo que no iba a indultar a Fujimori como él mismo se lo había asegurado en persona a Mario Vargas Llosa.

Entre los que desaprueban a Kuczynski, la mayor parte cita su mala gestión (22%) como principal motivo del rechazo, seguido de la respuesta "no hace nada, no gobierna" (18%) y porque "indultó a Fujimori" (15%).

El golpe a la popularidad del presidente también parece tener una explicación en que el 78% los encuestados piensa que negoció el indulto con el opositor pragmático Kenji Fujimori, el hijo menor del dictador y el legislador más votado, a cambio de evitar el proceso de destitución en el Congreso por los vínculos de una consultora suya con la constructora brasileña Odebrecht. Él dice que lo movieron razones humanitarias, pero una mayoría no le cree.
El 24 de diciembre pasado, Kenji y un grupo de otros nueve diputados fujimoristas votaron en contra de su partido al evitar en el Congreso la destitución del presidente salpicado en un caso de la trama corrupta de Odebrecht en Perú.
Apenas tres días después de esa votación, Kuczynski indultó al expresidente Fujimori, quien además recibió el derecho de gracia, que lo excluye de juicios en curso y a futuro.
Y el pasado 14 de enero, Kenji pidió a la líder de su entonces partido Fuerza Popular (FP), su hermana Keiko, que redujera el "ruido político" y ayudara a la gobernabilidad del país para permitir "trabajar" al presidente y también para bajar el nivel de confrontación que impera en el país.

Ese conjunto de actitudes y mensajes políticos explican el convencimiento popular –y de buena parte del sistema político– de que el presidente y Kenji, negociaron el indulto a Fujimori que desde la semana pasada estudia la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) ante un pedido de nulidad presentado por familiares de víctimas del régimen de Fujimori.

Para el politólogo Arturo Maldonado, una mayoría de votantes "estaba de acuerdo con el indulto" al exmandatario, pero fueron "las formas las que causaron un desánimo general".

"Si concedía el indulto en algún otro momento, hubiese sido una medida que lo dejaba como un presidente magnánimo. Pero se ha tomado como un intercambio político, lo que fue muy mal visto por la población", aseguró a El Observador.
El presidente se movió rápido para intentar cambiar la pisada: relevó a casi la mitad de su elenco de ministros para formar un denominado "gabinete de la reconciliación", pero, lejos de apaciguar las aguas, generó nuevas tormentas políticas.

El presidente no solo tiene una baja popularidad, que en política siempre es posible, sino que –lo que resulta aún más grave– es su inédita pérdida de credibilidad.

El politólogo Maldonado recordó el bajo apoyo, por ejemplo, que llegó a tener el expresidente Alejandro Toledo –en algún momento registró menos de 8% de popularidad–, pero a Kuczynski se le suma que su "palabra está totalmente desvalorizada y no tiene puntos de apoyo" para gobernar luego de la excarcelación de Fujimori.
Es por eso que en los tres años de mandato que tiene por delante se ve como muy difícil –y quizás imposible– que pueda cumplir con su cometido de "trabajar" y mirar "hacia el futuro".

Ruptura del fujimorismo

Se podría pensar que una situación incómoda para el gobierno y que perjudica personalmente a un presidente, puede traer beneficio a la oposición o a una parte de ella.

Pero no es lo que ocurre en estos momentos en Perú.

El poderoso partido FP, que lidera Keiko Fujimori, dominaba cómodamente el Congreso con 71 legisladores de un total de 130.
Pero el canje político del que se acusa a su hermano Kenji –el indulto a cambio de no apoyar la destitución presidencial– desembocó la semana pasada en la salida de FP de este y de otros nueve parlamentarios.
Por la expulsión de Kenji y otros dos legisladores de la fuerza opositora –tras un proceso disciplinario del partido fujimorista– , y la decisión de siete congresistas de renunciar a la bancada, FP se quedará con 61 escaños, cinco menos que la mayoría absoluta.

"El mayor impacto (de la gracia a Fujimori) ha sido en el propio fujimorismo", dijo Maldonado. La pérdida de 10 parlamentarios en el Congreso disminuye el poder de FP, explicó.

Otros analistas creen que el asunto de fondo es la rivalidad de los hermanos Fujimori por el poder en el partido con vistas a las elecciones presidenciales del 2021" y la ambición de ambos heredar el capital político del padre.

Tampoco la izquierda, bajo el liderazgo remozado de Verónika Mendoza, ha podido sacarle punta al traspié presidencial, pese a su activa participación en las protestas en Perú contra la liberación de Fujimori y su reiterado pedido de renuncia a Kuczynski porque "le ha mentido a la gente de una manera descarada".

La izquierda peruana, que sorprendió por su alta votación en las elecciones de 2016, enfrenta sus propias rencillas internas por asuntos de poder y diferencias ideológicas o programáticas, comentó el politólogo, lo que desembocó en una ruptura en dos grupos políticos.

¿Quién se favorece?

Un presidente muy débil con un gabinete controvertido y una oposición que enfrenta disputas internas, vuelve a reflotar el fantasma de los outsiders de la política, como lo fue el propio Fujimori en su momento o la candidatura fallida de Julio Guzmán.

"Una figura de ese estilo, una figura por fuera de la política, algo así", respondió Maldonado sobre quién puede favorecerse con la crisis política peruana.

Un escenario político que es visto como un problema porque fortalece la transformación de partidos institucionalizados –como hubo hasta la llegada al poder de Fujimori– en una "red de independientes que cada vez más está siendo absorbida por poderes ilícitos como el narcotráfico" y que es la base de los actuales dramas de "inestabilidad política", advirtió el politólogo peruano.

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