Diego Battiste

El “canyengue ASSE”: política partidaria y bien público

Los hechos ocurridos en el organismo sanitario del Estado demuestran que hay falta de previsión, experiencia y poca generosidad política, para variar

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24 de abril de 2020 a las 22:23

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La mar no estaba serena, nada serena, cuando cayó un nuevo convidado de piedra al baile, producto de tres factores:

–falta de programación del gobierno para armar el mapa de nuevos puestos en los meses de transición, previos a la pandemia;

–la decisión del Frente Amplio (de jerarcas, con el evidente apoyo y manija de dirigentes) de retirarse en masa de la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE), el organismo que es ahora la primera línea de combate contra el coronavirus;

–la rampante falta de tino político que algunos jerarcas de Cabildo Abierto están demostrando en el día a día (ahora y antes).

No es el ministro de Salud Pública el que debe ser en este caso señalado como el responsable del “canyengue ASSE”, ese campo de batalla en el que se procesaron una serie de destituciones y posteriores renuncias que dejan debilitado al organismo que se encarga nada menos que de atender la salud de los uruguayos en medio de una circunstancia tan excepcional y delicada como la que vivimos.

Primera advertencia: para seguirle el hilo a este canyengue hay que estar muy atento a qué partido integra cada jerarca, director o dirigente. En el mundo del revés, en medio de una pandemia global sin precedentes desde hace décadas, acá hay que preocuparse por los intereses partidarios.

Segunda advertencia: las diferencias de gestión que existen en las distintas áreas de este gobierno son abismales. Mientras que ampliamente se le reconoce al canciller Ernesto Talvi sus operativos de retorno (incluyendo negociaciones hasta con Maduro), y al mismo tiempo que hay cierto consenso de propios y ajenos sobre un manejo mesurado de la crisis por parte del presidente Luis Lacalle Pou y su círculo más cercano, nos damos el lujo de que se arme este lío. Un problemón que no es solo un escándalo: es un escándalo que puede afectar vidas.

Primer factor: luego de 15 años de gobierno frenteamplista, Lacalle Pou llegó a la presidencia gracias a una circunstancia muy particular que es esta coalición multicolor. Uruguay tiene experiencia en coaliciones, incluyendo al propio Frente Amplio, pero pocas –tal vez ninguna– tan variopinta y, sobre todo, con un recién llegado que acercó muchos votos y poca experiencia política.

Al presidente le preguntaron en una conferencia de prensa si el gobierno no había actuado con “omisión” o “demora” al no completar los relevos en los cargos de confianza política de ASSE designados en la administración anterior. “Si hubiéramos sabido que el 13 de marzo teníamos esta situación quizás hubiésemos apurado, pero es de Perogrullo que la realidad no se vive dos veces”, respondió Lacalle Pou. El presidente está ahora presionado por todos lados, sobre todo por la realidad, pero durante toda la transición (tres meses) no hubo pandemia.

Leonardo Carreño
“Si hubiéramos sabido que el 13 de marzo teníamos esta situación quizás hubiésemos apurado, pero es de Perogrullo que la realidad no se vive dos veces”, dijo Lacalle Pou.

En la misma conferencia reconoció lo que está en el trasfondo de buena parte de este lío: este gobierno integrado por cinco partidos políticos “tiene fortalezas pero también complejidades. Entonces, en el nombramiento de distintas áreas, en este caso en la salud, obviamente que se cruzan muchos de estos elementos”.

La crisis comenzó con la decisión de ASSE de destituir a su gerente administrativo, luego de que se conociera que fue el responsable de enviar un mail en el que se pedía información urgente sobre las deudas que ASSE mantiene con el Círculo Católico, la mutualista a la que pertenecía el nuevo presidente del organismo, Leonardo Cipriani, antes de asumir el cargo.

A esta altura no hace falta aclararlo, pero lo hago. El Ministerio de Salud Pública es un ministerio bicéfalo, en el que Cabildo Abierto y el Partido Nacional ya se están sacando chispas.

El FA, al que en estos últimos días no le sirve mostrarse como la fuerza opositora que tira para atrás en el medio de la crisis, en este caso vio el momento justo para reaccionar, aunque la decisión de los jerarcas de ASSE de poner sus cargos a disposición se venía conversando desde hace días en la izquierda.

El Observador informó esta semana que la decisión de los médicos en cargos de confianza política de las regionales oeste y este de ASSE fue tomada en consulta constante con autoridades del FA, aunque en la interna de la coalición algunos fueron más radicales que otros a la hora de aconsejar las renuncias. El lunes 20 se reunió el Secretariado Ejecutivo y tanto su presidente, Javier Miranda, como otros sectores ya habían estado en contacto con directores y subdirectores regionales del organismo. El delegado del MPP, en particular, destacó que el FA debía marcar la cancha ante los relevos de otros cargos de confianza en el Ministerio de Salud Pública.

Así se llegó a la decisión de que los jerarcas de ASSE pusieran sus cargos a disposición, que “dejaran constancia” del problema y reclamaran al Poder Ejecutivo una señal más clara en política sanitaria. Miranda luego dijo que no hubo una “decisión política” del FA de alentar las renuncias masivas, pero aclaró que entendía la situación de los jerarcas que renunciaban. Varios de estos jerarcas son públicamente frentistas, tal como queda claro en sus cuentas de Facebook en las que se repite la frase “Trabajadores de la salud con (Daniel) Martínez” encuadrando sus fotos de perfil.

Es imposible explicar en detalle en esta columna lo que pasó en el “canyengue ASSE”, pero en esta nota publicada esta semana queda claro. Al lío generalizado se sumó una perlita que vino de la propia coalición de gobierno. El Ejecutivo ya tenía nuevo director para la región Oeste, Fernando Silva, pero duró muy poco en el cargo. El integrante de Cabildo Abierto asumió el lunes 20 la dirección y dos días después renunció.

Como ya ha sucedido con varios de los cuadros de CA, Silva se había despachado por Facebook contra la anterior gestión y resaltado el rol de su partido en la conducción de Salud Pública. Claro que todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión, pero si estás en el medio de una tormenta pandémica, con directores y jerarcas del anterior gobierno aún comandando la salud y a punto de asumir, todo indica que deberías ser algo más prudente.

Silva había publicado el 3 de abril que le generaba “un gran malestar recorrer los hospitales públicos”, en los cuales “la mugre, la decidia (sic), la falta de control es un común denominador”. Si esto es así o no es motivo de otra discusión, pero lo que no puede discutirse es que no era el momento adecuado para criticar a los que aún sostenían el tinglado.

Leonardo Cipriani, presidente de ASSE, no titubeó al expresar en conferencia de prensa que el pedido de renuncia de más de 30 funcionarios del organismo es de “carácter político”. Cipriani, que es jefe de Silva, declaró que no compartía sus dichos. Silva renunció pero ahora será el adjunto del vocal del directorio de ASSE, Enrique Montagno, también integrante de Cabildo Abierto. Cada pieza multicolor tiene un lugar, o al menos lo reclama.

Diego Battiste
Conferencia de prensa del presidente de ASSE, Leonardo Cipriani, este miércoles 22 después de la renuncia masiva de médicos y funcionarios de la salud de la administración

A esta altura no hace falta aclararlo, pero lo hago. El MSP es un ministerio bicéfalo, en el que Cabildo Abierto y el Partido Nacional ya se están sacando chispas. Esto nunca es bueno, pero menos ahora que las papas queman.

Las redes sociales no son un buen lugar para los jerarcas y dirigentes del partido que encabeza Manini Ríos. Una de sus primeras figuras, Rivera Elgue (viceministro de Defensa), resbaló duramente la semana pasada con críticas irónicas a sus socios de coalición vía Twitter, en un episodio que primero calificó de hackeo y luego de vaya a saber qué. En los hechos, Elgue escribió esos tuits o permitió que alguien de su confianza lo hiciera, luego dijo que habían hackeado su cuenta y al final admitió que no. Ahora su cuenta es cerrada, es decir, sus tuits solo pueden ser vistos por sus seguidores. Todo esto sucedió en el curso de un día. Errar es humano. Pero errar en redes sociales si sos dirigente de CA se está haciendo costumbre. Ojo con el dedo veloz. Complica, sobre todo, al gobierno que este partido integra.

Días antes, Silva escribió en Facebook que en “apenas una semana” Cabildo Abierto había logrado abastecer a salud pública de insumos “de los cuales ni había stock”. También dijo que “luego de pasada la tormenta” se mostrarían los números de ASSE “y allí pagará quién tenga que pagar por la dilapidación de los recursos de todos los orientales durante tanto tiempo”.

Todo esto demuestra que en pandemia la política partidaria está tan presente como siempre. Es decir: estamos en crisis con cifras altísimas de seguro de desempleo, con incertidumbres enormes sobre lo que deparará ya no el futuro sino el día de mañana, pero cada uno al frente de su chacrita. Difícil, con esta realidad a cuestas, transmitir de uno o de otro lado un mensaje de solidaridad, de “hagamos juntos” y bla bla bla a toda la población que, en su gran mayoría, por estos días solo quiere saber si tendrá trabajo, si cobrará su sueldo y si tendrá salud.

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