La procrastinación significa posponer o resistirse a realizar tareas que uno necesita desarrollar para poder lograr una meta. Usualmente, las
actividades que alguien más se resiste a hacer son aquellas que se necesitan hacer para lograr los objetivos laborales, y esto podría afectar su efectividad en la oficina o en los estudios.
Hay cuatro
consejos prácticos para reducir la procrastinación en la oficina, que podrían modificar su productividad
laboral.
1. Use la procrastinación como plan de acción:
Usualmente, las actividades que más se resiste a hacer son aquellas que más necesita hacer para lograr los objetivos que quiere. En lugar de realizar las actividades que tiene ganas, pregúntese al despertar (o en cada momento) qué es aquello que no tiene ganas de hacer pero es importante que haga.
Luego tome las respuestas como su plan de acción para el día y verá los resultados que consigue.
2. Jamás procrastinamos acciones, lo que procrastinamos son emociones:
Las personas aparentemente postergamos acciones, por ejemplo: ir al gimnasio, pedir un aumento o expresar lo que sentimos. La verdad es que lo que realmente postergamos es la emoción que, consideramos, vamos a sentir al realizar dicha acción.
Cuando conocemos este concepto reconocemos que siempre habrá una emoción que debemos tener el coraje de sentir para crecer en la vida. Es ahí cuando tomamos la decisión de actuar pese a las tres I: la incomodidad, la incertidumbre y la inseguridad, ya que detrás de ellas está aquello que más queremos.
3. Sistematice, delegue o elimine aquello que posterga constantemente:
Este concepto es simple pero transformacional: jamás procrastinamos en aquello que somos extremadamente buenos. Lo que postergamos es aquello en lo que no somos buenos, mediocres o pésimos haciendo.
Si quiere crecer, use la procrastinación como herramienta de medición sobre aquello en lo que es extremadamente bueno y, por ende, sobre aquello que le apasiona.
Luego, sistematice, delegue o elimine todo lo demás de forma que pueda pasar más tiempo haciendo dichas actividades – de esta forma elevará exponencialmente su eficiencia.
4. Postergamos la rendición de cuentas:
Detrás de la procrastinación se encuentra el miedo a decir que no y detrás de dicho miedo se encuentra el miedo a fracasar. Pero más que el miedo a fracasar está el miedo a reconocer que hemos fracasado y es justamente ese miedo lo que nos lleva a vivir en la confusión, una confusión en la que no podemos ver con claridad nuestros resultados.