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Del interior uruguayo llegó hasta la Amazonia para contar la historia del maíz

Investigadores uruguayos y brasileros descubrieron que en Uruguay hay 10 razas de maíz y 80 variedades criollas que fueron mantenidas por agricultores familiares

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05 de julio de 2021 a las 05:00

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Natalia de Almeida es una ingeniera agrónoma e investigadora brasilera que hace unos años llegó a Uruguay para trabajar en la Universidad Tecnológica del Uruguay (UTEC), ubicada en Durazno. 

Junto a un grupo de 40 investigadores brasileros y uruguayos, Natalia recorrió Rocha, Treinta y Tres, Canelones, Tacuarembó y Rivera para contar la historia del maíz uruguayo y sus variedades criollas; y luego llegaron hasta la Amazonia, para ampliar el territorio de estudio a tierras brasileras y así terminar el cuento del maíz de las tierras del sur, su producción y variedades.

En busca de echar luz sobre cómo se ha dispersado el maíz por los dos países y cómo se ha mantenido y diversificado su producción con los años, descubrieron que en Uruguay existen 10 razas de maíz y 80 variedades, que se destacan por diferentes colores, forma, tamaño y dureza de grano, así como por diferentes destinos de producción.

Después de recabar información sobre las formas de cultivo, los tipos de granos y las variedades plantadas en los dos países, el grupo de investigación publicó el libro “Maíces de las tierras bajas de América del Sur y Conservación de la agrobiodiversidad en Brasil y Uruguay”, un material que está disponible de forma digital en español y en portugués.

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Los maíces se diferencian por sus colores, tamaños y formas de grano.

En este trabajo participaron investigadores de la Universidad de San Pablo; de la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República (Udelar); de la Red de Semillas Criollas y Nativas del Uruguay; del Centro Universitario Regional Este de Udelar; de BioUruguay; y de la Sociedad de Fomento Rural de Tala.

Al encuentro de las manos que trabajan la tierra

El viaje en el que conocieron a productores familiares, comunidades indígenas y tradicionales duró cuatro años y para Natalia, lo más apasionante fue ver la manera de conservar las semillas, una práctica que se suele pasar de generación en generación entre la gente campera, que se dedica a la agricultura y que ve en la tierra algo más que un sistema de producción de alimentos, una cultura.

“Lo que más me apasiona es la diversidad que se mantiene en las manos de los agricultores y el amor que tienen por guardar sus semillas. Me gustó mucho ver la diversidad en los sistemas de producción, las prácticas de manejo agroecológicas, la cultura que tiene la gente del campo, como viven y hacen la agricultura”, contó a El Observador.

Archivo InterABioEl equipo de investigación trabajó junto a productores.

La herencia en el maíz

Las formas de plantar varían dependiendo la zona del país y también si se compara la agricultura uruguaya con la brasilera, pero en Uruguay lo que más predomina es el policultivo

Los productores familiares suelen cultivar el maíz en combinación con zapallo, poroto, tomate u otras especies. “Estos son sistemas agrobiodiversos que es bastante interesante de entender. Allí hay mucho conocimiento de cómo manejar tanta diversidad en el mismo espacio”, destacó la investigadora.

Así como una herencia que une a la familia con la tierra, estas semillas se dispersan principalmente entre productores familiares

En respuesta de una de las preguntas que era ¿de dónde salieron las semillas? se descubrió que el 80% eran de origen de las propias familias productoras, y por otro lado, también predominaba el intercambio entre productores. 

Es en ese traspaso de semillas en el que nace la diversidad que ha nutrido a las tierras latinoamericanas del sur de maíces de diferentes colores y tamaños.

“Las variedades criollas están en las manos de los productores familiares y la distribución tiene que ver con el tamaño del predio y el vínculo que la persona tiene con el territorio, no es lo mismo un empresario que tiene campo en el país y no lo visita a quien nació y produce ahí”, comentó. 

La forma de conservación de la semilla, explicó, es muy importante a la hora de mantener la calidad de los granos y en Uruguay varía dependiendo las diferentes zonas del país y el destino que se le dará a esa producción. 

En el sureste uruguayo los productores conservan la planta entera con la espiga, en un montículo que mantienen todo el año y de donde sacan las semillas. Ese sistema, explicó, conserva muy bien la calidad. 

Por otro lado, en el norte es más común conservar las semillas en galpones. 

“La calidad que se vio es tremenda, de más del 90% de germinación en conservación”, indicó.

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Investigadores de Uruguay y Brasil estudiaron el maíz durante cuatro años.

Puchero y masamorra, una tradición

La investigadora, que previo a estudiar agronomía no había tenido un vínculo directo con el campo, se apasionó con la forma en cómo se conservaban las variedades criollas mientras estudiaba un tema similar en Brasil, trabajo antecedente del que se acaba de publicar.

Según contó, la conservación de las distintas especies tiene una alta relevancia en todo el sector alimenticio y la pérdida de diversidad genética en los cultivos es una problemática mundial que tiene como algunas de sus causas el cambio climático y la pérdida de productores, dada por el éxodo de los agricultores de los campos y por el no recambio generacional. En la pérdida de variedades y especies, detalló, también está la perdida nutricional.

Tras la investigación se pudo ver que hay varios usos tradicionales del maíz que siguen vigentes en Uruguay, platos clásicos que se siguen manteniendo. Entre los que recordó está el puchero o la mazamorra, que aunque parece que ya no se hacen dijo, siguen ahí, escondidos en la cocina del campo.

En Uruguay los maíces más predominantes son los de tipo arenoso, que son más blandos y sirven por ejemplo, para hacer harina. Otros, que son de grano más duro, se utilizan para la alimentación animal. Algunos de los que más le llamaron la atención a Natalia mientras realizaba el estudio fueron el Cateto sulino, un maíz de grano duro, bastante naranja, casi rojo que “es muy lindo”; el diente de caballo, un maíz de grano dentado y de gran tamaño, que se utiliza en diferentes platos; y el maíz pisingallo, que se usa para hacer pop y se puede encontrar en diferentes colores y formas de grano “muy lindos”

Es en esa población tan diversa de maíces en la que se ve la riqueza de su historia en la región.

Ingeniera, doctora e investigadora  

Natalia de Almeida es profesora asociada en el Área de Sistemas Forestales de Ingeniería Agroambiental de la Universidad Tecnológica del Uruguay; es ingeniera agrónoma y doctora en Recursos Genéticos Vegetales.

Además es una de las fundadoras de la red de investigación colaborativa entre Uruguay y Brasil InerABio (Grupo Interdisciplinario de Estudios en Agrobiodiversidad).

Desde la carrera Ingeniería Agroambiental de UTEC impulsó junto a otros colegas el Grupo de Agroecología, Sustentabilidad y Medio Ambiente (GASMA) de UTEC, con el objetivo de fortalecer las líneas de investigación en conservación de recursos fitogenéticos, agroecología y manejo de la agrobiodiversidad y la etnobotánica.
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