Opinión > Editorial

Desatendidas exigencias éticas

Tanto al Frente Amplio como al Partido Nacional deberían situar su vara ética en niveles altos para hacer más sana la democracia
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10 de noviembre de 2017 a las 05:00
Los casos de los dirigentes frenteamplistas Raúl Sendic y Leonardo de León y del nacionalista Agustín Bascou, así como los menos públicos de tantas otras personas en diferentes campos de actividad, replantean con fuerza la importancia del comportamiento ético como elemento insustituible de la vida individual y social. El tema, agrietado una y otra vez a lo largo de la historia, ha ocupado a grandes pensadores desde que lo encararan en la Grecia antigua Sócrates, Platón y, en forma más articulada, Aristóteles. Sus conclusiones básicas fueron que, de todas las cosas buenas en la conducta humana, la virtud y la justicia son las principales. En la Edad Media el comienzo de la definición de la ética se sitúa con san Agustín y santo Tomás.

Lo que puede considerarse el concepto ético moderno fue precisado por Hugo Grotius en el siglo XVII. Este jurista, teólogo y estadista holandés definió como básica ley moral, sustento de la convivencia armoniosa independientemente de conceptos religiosos, el predominio irrestricto de la justicia, el cumplimiento de los compromisos asumidos por cada uno y la igualdad, equidad y rectitud en las relaciones entre todas las personas.

La fragilidad humana frecuentemente hace caso omiso de estos preceptos. Las claudicaciones ante estas normas son igualmente distorsivas de la vida social, así se trate de desvíos comparativamente menores, como los que sacuden actualmente el espectro político uruguayo, o de las monstruosas instancias de corrupción del kirchnerismo argentino o del sistema político brasileño. En todos los casos violan abiertamente los conceptos éticos y de justicia equitativa e igualitaria, como fueron detallados por Grotius y sus antecesores desde la antigüedad.

Es ilusorio aspirar a que todos, incluyendo especialmente a quienes tienen responsabilidades de gobierno u ocupan posiciones dirigentes en otras áreas, se guíen por conceptos éticos que han sido degradados al nivel de etiquetas para consumo publicitario. Pero es alentador el castigo que en forma creciente se impone a quienes transgreden el comportamiento moral. Ha ocurrido con la creciente oleada de encarcelamiento de los responsables del saqueo bajo Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner , que hundió a millones de argentinos en la pobreza y al país en el atraso. Ya antes había comenzado igual proceso en Brasil, con figuras de gobierno y empresariales de primer plano condenadas a prisión por negocios ilícitos por miles de millones de dólares.

En Uruguay las irregularidades en danza son en comparación de niveles minúsculos. Pero no por eso son menos graves, como lo dijo en su informe sobre Sendic el Tribunal de Conducta Política del FA, porque reflejan escasa escrupulosidad en el cumplimiento de responsabilidades comprometidas. Las dos fuerzas políticas involucradas en estos días, el Frente Amplio y el Partido Nacional, tienen tribunales de ética que actúan con disímil eficacia. Pero tanto a esas colectividades como a otras que aún no están en el candelero, les vendría bien situar la vara ética de sus integrantes en niveles altos. Eso es lo que hace sana una democracia y genera el respeto de los gobernados.

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