Por Brigitte Osterath
Algunos los aman, y otros los odian, porque hacen tanto ruido. Estos animalitos realmente pueden llegar a ser muy ruidosos, pero no todas las especies croan de la misma manera. A veces ni siquiera denominaríamos el sonido que hacen como croar. Por ejemplo, en el caso de la rana de zarzal, que vive en amplias zonas de Sudamérica. Es de un color verde brillante con puntos rojos o blancos y tiene unos ojos enormes.
Martin Jansen, de la Sociedad Senckenberg para la Investigación de la Naturaleza en Fráncfort, es experto en el canto de las ranas. Algunas especies, asegura, tienen una voz realmente curiosa: “La rana más graciosa es sin duda la rana de Ferrari, como la llama la población local en Bolivia. Sobre todo cuando croa a coro, suena como si fuera un Ferrari o como si se estuviera viendo una carrera de la Fórmula Uno”.
Jansen investiga sapos y ranas en Centroamérica y Sudamérica, y se especializa en el croar de estos anfibios. Esta ciencia que combina la biología y la acústica se llama bioacústica.
Entre otras, Jansen investiga la especie Physalaemus nattereri, una rana con dos grandes manchas negras en el dorso que parecen dos ojos. Sin embargo, Jansen y sus colegas prefieren llamarla “rana metralleta”. Así, todos saben inmediatamente a qué animal se refieren.
A la rana maki boliviana los investigadores simplemente la llaman “el pato”, porque su croar se parece al graznar de este animal.
¿Y cuál sapo croa más fuerte? ¿Quizá este Scinax? Jansen explica que el volumen del croar depende del tamaño del territorio.
“Mientras más grande sea el territorio de un sapo, más fuerte deberá croar para defenderlo, así como para atraer a las hembras. Y mientras más grave cante, más grande es, y esto generalmente le gusta a las hembras”, dice.
Al igual que los humanos, los sapos producen sonido cuando el aire de los pulmones hace vibrar las cuerdas vocales situadas en la laringe. Los animales más grandes, por lo general, también tienen un mayor cuerpo de resonancia, que es donde se produce el sonido. De ahí que los sonidos sean más graves.
“Las frecuencias bajas se expanden mucho más que las frecuencias altas. Además, la vegetación rompe más fácilmente las frecuencias altas. En el bosque, por ejemplo, estas no llegan muy lejos”, indica Jansen.
Un ejemplo clásico es la rana brasileña Leptodactylus vastus o “rana de motor diesel”. Este anfibio mide unos 20 centímetros. Jansen explica que su grave sonido se escucha a medio kilómetro de distancia. Sin embargo, el tamaño no siempre importa.
Vía DW
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