Tiempo de lectura: -'
11 de septiembre de 2020 a las 15:04
Te quedan {{observador.articlesLeft}} notas gratuitas.
Accedé ilimitado desde US$ 3 45 / mes
Hubo muchos aprendizajes. Sin embargo, es importante marcar la diferencia entre las personas que tenían una alfabetización digital y las que no, como los menores de 5 o 6 años, adultos mayores o aquellos que no cuentan con acceso a internet o no tienen computadora y quizá quedaron un poco fuera del apoyo por plataformas como Zoom. Sin duda hubo un daño. No es un año perdido, pero tampoco es un año igual que otros. Si bien habilitó opciones de aprendizajes híbridos, lo primero que nos enseñó fue que nada puede reemplazar lo presencial.
Gracias a la tecnología pudimos estar en contacto sin perdernos del todo. Pero el ser humano precisa humanos. Nadie se hace humano con una pantalla. En efecto, todos los terapeutas atienden ahora muchos pacientes con depresión, problemas de pareja, angustia. En cuanto a las oportunidades que nos dio esta situación, yo le puse el nombre de “terapeuta” coronavirus, por lo que nos enseñó. Es una situación como de terapia, donde estás vulnerable y tratando de aprender. Te enfrentás con tu sentido de vida, con la soledad, con vos mismo. Hay personas que tenían recursos psicológicos para ser resilientes y creativas y otras que no pudieron y sufrieron más de una depresión.
Para los padres –que suelen estar con culpas por falta de tiempo– fue una oportunidad para estar más en casa y jugar con sus hijos. Vale aclarar que hay gente que lo vivió bien y otra no tanto. Hay adultos con poca paciencia, que no sabían comunicarse con sus hijos antes y la cuarentena los puso en conflicto, por ejemplo, con hijos adolescentes.
Por otro lado, vimos que muchos niños generaron autonomía. Los chicos tienen un gran nivel de adaptabilidad, no hay que minimizarlos. También se dio un esfuerzo chino por parte de los profesores,ya que no todos tenían la alfabetización digital necesaria.
Otro aprendizaje que se presentó fue el del manejo del tiempo. A nivel existencial el tiempo es un tema precioso. La cuarentena nos expuso realmente a tener tiempo para cosas que queríamos hacer. Eso sí, tuvimos la oportunidad, pero hay gente que no supo qué hacer y la sufrió. Por ejemplo, hay adolescentes con trastornos de alimentación o del sueño y muchos padres con dificultad para que sus hijos se duerman.
Como oportunidad, el coronavirus fue un gran terapeuta. Nos enseñó que no somos inmortales, que nos precisamos, que somos más dependientes de lo que pensamos y que estamos en duelo, y que el duelo lleva su tiempo y proceso, pero también todo esto ha sacado a la luz mucha solidaridad.
Seis meses de coronavirus: aprendimos mucho, pero lo más importante ya lo sabíamos
El covid-19 fue un gran terapeuta, nos enseñó que no somos inmortales, columna de Alejandro de Barbieri
El posgrado de Wanderers para cuidar los pesos y valorar los recursos humanos
Los tres aprendizajes de Leonardo Cipriani durante la pandemia
Mónica Bottero: la desigualdad dentro del hogar, otra vez en evidencia
Antes no le dábamos tanta importancia a las normas de seguridad sanitaria, columna de Julio César Lestido
El teletrabajo explotó, llegó para quedarse y aceleró respuesta por su regulación, columna de Matías Pérez del Castillo
Zambrano: “Se puede hacer que la curva se parezca mucho más a una V que a una U"
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Alcanzaste el límite de notas gratuitas.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
Registrate gratis y seguí navegando.
¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.
Para comentar debe iniciar sesión.