DENIS LOVROVIC / AFP

El covid-19 fue un gran terapeuta, nos enseñó que no somos inmortales

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11 de septiembre de 2020 a las 15:04

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Hubo muchos aprendizajes. Sin embargo, es importante marcar la diferencia entre las personas que tenían una alfabetización digital y las que no, como los menores de 5 o 6 años, adultos mayores o aquellos que no cuentan con acceso a internet o no tienen computadora y quizá quedaron un poco fuera del apoyo por plataformas como Zoom. Sin duda hubo un daño. No es un año perdido, pero tampoco es un año igual que otros. Si bien habilitó opciones de aprendizajes híbridos, lo primero que nos enseñó fue que nada puede reemplazar lo presencial.

Gracias a la tecnología pudimos estar en contacto sin perdernos del todo. Pero el ser humano precisa humanos. Nadie se hace humano con una pantalla. En efecto, todos los terapeutas atienden ahora muchos pacientes con depresión, problemas de pareja, angustia. En cuanto a las oportunidades que nos dio esta situación, yo le puse el nombre de “terapeuta” coronavirus, por lo que nos enseñó. Es una situación como de terapia, donde estás vulnerable y tratando de aprender. Te enfrentás con tu sentido de vida, con la soledad, con vos mismo. Hay personas que tenían recursos psicológicos para ser resilientes y creativas y otras que no pudieron y sufrieron más de una depresión.

Para los padres –que suelen estar con culpas por falta de tiempo– fue una oportunidad para estar más en casa y jugar con sus hijos. Vale aclarar que hay gente que lo vivió bien y otra no tanto. Hay adultos con poca paciencia, que no sabían comunicarse con sus hijos antes y la cuarentena los puso en conflicto, por ejemplo, con hijos adolescentes.

Por otro lado, vimos que muchos niños generaron autonomía. Los chicos tienen un gran nivel de adaptabilidad, no hay que minimizarlos. También se dio un esfuerzo chino por parte de los profesores,ya que no todos tenían la alfabetización digital necesaria.

Otro aprendizaje que se presentó fue el del manejo del tiempo. A nivel existencial el tiempo es un tema precioso. La cuarentena nos expuso realmente a tener tiempo para cosas que queríamos hacer. Eso sí, tuvimos la oportunidad, pero hay gente que no supo qué hacer y la sufrió. Por ejemplo, hay adolescentes con trastornos de alimentación o del sueño y muchos padres con dificultad para que sus hijos se duerman. 

Como oportunidad, el coronavirus fue un gran terapeuta. Nos enseñó que no somos inmortales, que nos precisamos, que somos más dependientes de lo que pensamos y que estamos en duelo, y que el duelo lleva su tiempo y proceso, pero también todo esto ha sacado a la luz mucha solidaridad.

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