Lo que hayamos aprendido en términos sociales, lo veremos cuando hayamos salido, ahora corremos el riesgo de declarar aprendizajes que luego se los lleva el viento. Las verdaderas enseñanzas no se declaran, se manifiestan en cambios de hábitos y actitudes una vez que no haya emergencia sanitaria global.
En términos filosóficos, lo principal de la pandemia no es la novedad sino el recordatorio de cosas que ya sabíamos. Por ejemplo, que usábamos más cosas de las que necesitamos. Entiendo por cosas tanto recursos naturales, como pasajes para trasladarnos, bancos de clase, alimentos o servicios varios. Queda claro que en términos de humanidad podemos vivir con menos, aunque eso no quita la injusticia de que algunos tengan nada. El problema del exceso y el de la escasez ha quedado de manifiesto. Si hubiera un aprendizaje, se generaría una nueva manera de relacionarnos con el consumo y el bienestar en términos globales.
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