En n los últimos días ocurrió un hecho inédito en Argentina: en una reunión con empresarios, un ministro de economía de un gobierno peronista fue largamente aplaudido por la concurrencia. Era el mismo día en el que se confirmaba que, por segundo mes consecutivo, la inflación se ubicaba en 4% mensual –lo cual lleva a una proyección anual de 60%, cuando la meta oficial es 29%-. Y lo más raro es que la reunión se producía en el contexto de un acuerdo de precios y salarios, bajo amenazas de intervenciones oficiales para trabar las exportaciones ante el boom de precios agrícolas.
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