Escribe Adolfo Garcé
El gobierno de la economía en Uruguay: medio siglo de desarrollo institucional
El gobierno de la economía en Uruguay: medio siglo de desarrollo institucional
El gobierno de la economía en Uruguay: medio siglo de desarrollo institucional
Escribe Adolfo Garcé
Medio siglo es mucho tiempo. Especialmente para un país nuevo, como Uruguay, que tiene menos de doscientos años de vida independiente. Pero no está escrito en ningún lado que el mero paso del tiempo y, en este caso, de mucho tiempo, implique necesariamente progreso. En medio siglo un país puede avanzar, retroceder o, simplemente, vegetar. No es el caso de Uruguay. Entre 1972 y 2022 Uruguay progresó. Y no es el caso de las instituciones que gobiernan la economía uruguaya. Ellas también se fortalecieron. Y el país progresó, en buena medida, gracias al desarrollo de estas instituciones. Y estas instituciones, el Ministerio de Economía y Finanzas, el Banco Central, y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto se fortalecieron, en buena medida, gracias al despegue de la Economía como profesión.
El punto de partida de este proceso de fortalecimiento institucional hay que ir a buscarlo al primer lustro de la década del sesenta, es decir, a los tiempos del ejercicio de planificación llevado a cabo por la Secretaría Técnica de la Comisión de Inversiones y Desarrollo Económico liderada por el Cr. Enrique Iglesias. Tomando nota de lo sugerido en el primer Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social (1965-1974), la constitución de 1967 creó el Banco Central del Uruguay (BCU) y la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP). Asimismo, y obedeciendo a la misma influencia, en 1970, el Ministerio de Hacienda pasó a denominarse Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
En todo caso, en ninguna de estas instituciones había, en la época, economistas profesionales egresados como tales de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración. El proceso de diferenciación entre la formación de contadores y economistas, fue muy lento. Los dos hitos más importantes fueron las reformas del Plan de Estudios de 1954 y 1966. Recién a mediados de los sesenta, por tanto, Uruguay empezó a formar economistas en sentido estricto. Cinco años más tarde, en 1971, egresaron los primeros seis graduados. El 19 de agosto, Carlos Steneri, Isidoro Hodara, Waldemar Sarli y Alfredo Echegaray se graduaron como economistas con una tesis sobre Plusvalía agropecuaria del Uruguay 1930-1954. El 30 de setiembre fue el turno de Jorge Caumont y Heber Camelo. Pero ninguno de ellos tenía un horizonte laboral claro.
El panorama institucional empezó a cambiar rápidamente durante la década del setenta. Las tres instituciones creadas bajo el influjo del desarrollismo cepalino empezaron a fortalecerse. El papel del MEF, durante el breve pasaje del ingeniero Alejandro Végh Villegas, fue clave. La OPP fue una de las instituciones privilegiadas por los militares (que la elevaron al rango de Secretaría de Planificación en Información). El BCU, a instancias de José Gil Díaz, comenzó un sostenido esfuerzo de formación de sus funcionarios. El punto más alto de esta política fue la contratación, en 1979, de los profesores Arnold Harberger, Robert Mundell y Ronald McKinnon para dictar cursos. Asimismo, se concreta un acuerdo con Mundell y la Universidad de Columbia para dictar un programa de doctorado en Economía. A estos esfuerzos realizados desde el Estado, se sumó el de los fundadores de la revista Búsqueda, que tuvo como alma mater a Ramón Díaz. Entre todos ellos impulsaron un profundo cambio en las ideas económicas. El desarrollismo dejó paso al liberalismo.
El proceso de desarrollo institucional continuó después de la dictadura. Las tres instituciones siguieron creciendo. Las tres siguieron teniendo influencia en el gobierno de la economía del país, aunque el peso específico de cada una fue cambiando según las circunstancias. Para ilustrar este equilibrio cambiante vale la pena mencionar tres ejemplos. La OPP jugó un papel muy importante durante la primera presidencia de Julio María Sanguinetti. El BCU experimentó un cambio muy profundo, tanto en el plano organizacional como desde el punto de vista de su participación en la política económica, durante el gobierno de Luis Alberto Lacalle, gracias al liderazgo de Ramón Díaz. El MEF, a su vez, se convirtió en la columna vertebral de la política económica durante los gobiernos del Frente Amplio.
Otra vez. Entre el fortalecimiento de estas instituciones y el despegue de la Economía como disciplina existió una relación muy estrecha. MEF, BCU y OPP crecieron porque tuvieron a disposición más y mejores economistas. El BCU, además, a través de sus contactos con instituciones académicas de primer nivel y de su programa de becas (uno de cuyos más entusiastas impulsores fuera Daniel Vaz) jugó un papel muy importante en la expansión de la formación de posgrado en el exterior. A su vez, a medida que se volvió más evidente el papel de MEF, BCU y OPP en la gestión de gobierno, estas instituciones se convirtieron en lugares de trabajo apreciados y demandados por los profesionales jóvenes que también comenzaron a egresar, a partir del segundo lustro de la década del noventa, de las carreras de grado de las universidades privadas.
El desarrollo institucional es lento, a veces, desesperantemente lento. Por eso, cada tanto, conviene volver la vista atrás. En medio siglo la capacidad técnica de Uruguay para gestionar su economía creció significativamente. La cultura económica, a todos los niveles, desde el público en general, a la elite política, aumentó notoriamente. No es casualidad, por tanto, que la economía del país también haya prosperado, más allá de crisis tan profundas como las de 1982 y 2002.
Académico de Número