Paolo Galluzzi, director del Museo Galileo en Florencia, Italia.

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El hombre que trajo a Leonardo y Galileo al siglo XXI

Paolo Galluzzi es director del Museo Galileo y estuvo al frente de la Biblioteca Leonardiana; ha dirigido con éxito la transición de estos genios a la época digital
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02 de enero de 2019 a las 05:02

Elisabetta Povoledo
New York Times News Service

Escribe en Google: “Los diez genios más importantes de todos los tiempos”; es muy probable que dos de los nombres que aparezcan en esa lista sean Leonardo da Vinci y Galileo Galilei.

Ahora, piensa qué harías si te encomendaran traer el legado de estos hombres al siglo XXI, considerando lo complejos que eran, pues ninguno de ellos puede reducirse a una simple etiqueta, como “artista” o “astrónomo”. Ambos fueron hombres proverbiales del Renacimiento, omnívoros en todo lo que atañe al intelecto.

Sin embargo, ese es el trabajo de Paolo Galluzzi. Desde hace mucho es director del Museo Galileo en Florencia y fue el director de la Biblioteca Leonardiana, el centro de investigaciones dedicado a todo lo que tiene que ver con Leonardo. De manera exitosa, él ha dirigido la transición de estos dos genios analógicos a la época digital.

Si bien Galluzzi, de 76 años, tiene considerable experiencia práctica con las variadas máquinas e instrumentos de Leonardo y Galileo (desde reconstrucciones de los artilugios mecánicos de Leonardo hasta los verdaderos telescopios de Galileo albergados en la colección del museo), uno de sus mayores logros ha sido consolidar su presencia en línea.

Desde hace dos años, los académicos y aficionados que estudian a Galileo han tenido acceso a todos los manuscritos del genio toscano por medio del motor de búsqueda Galileo//thek@, un proyecto desarrollado en conjunto con el museo. “Te permite encontrar en segundos cosas que tardarías meses en encontrar a mano”, dijo con orgullo. También se está desarrollando un motor de búsqueda parecido, Leonardo//thek@, para el otro genio toscano y se espera que ya esté en funcionamiento a principios del próximo año.

Ambos motores de búsqueda ampliarán exponencialmente el alcance global tanto de Galileo como de Leonardo, lo cual volvería realidad uno de los propósitos más férreos de Galluzzi: extender el acceso al conocimiento.

“Este es un patrimonio que debería estar disponible para todos”, afirmó.

Cuando lo contrataron en 1982 como director de lo que en aquel entonces se llamaba Instituto y Museo de la Historia de la Ciencia, le dejaron en herencia un solo miembro de personal y una sede que ocupaba únicamente un piso del Palazzo Castellani, que data del siglo XI y está al lado de la Galería Uffizi, una de las principales atracciones turísticas de Italia. En contraste con esta, parecía que los turistas caían a cuenta gotas en el museo de la ciencia.

Ahora el Museo Galileo, el nuevo nombre que obtuvo tras la renovación en 2010, tiene el doble de espacio, atrae a unos trescientos mil visitantes al año y produce exhibiciones multimedia especializadas que recorren el mundo entero.

Para Galluzzi, el nacimiento de la era de internet trajo consigo una especie de epifanía. “Comparada con la Uffizi, esta pequeña institución simplemente no podía competir”, contó en una entrevista en su oficina revestida de madera. “Pero me pareció que al usar estos instrumentos nuevos, era posible crear un nuevo campo de juego donde pudiéramos crecer”.

Desde la década de los noventa adoptó con agrado las tecnologías que en aquel entonces eran desconocidas (no sin algunos contratiempos, admitió al recordar lo poco confiables que eran los primeros sistemas para almacenar información). El museo fue el primero de Italia en tener su propio sitio web, desde principios de 1995, “no solo una página de inicio, también había contenido”. Actualmente, tiene más visitantes en línea que la Uffizi, presumió con gusto.

“Sin duda es algo único en Italia, y poco común en otras partes, que un museo adquiera una presencia digital tan fuerte”, dijo.

Se esfuerza por mantenerse vigente. El catálogo se puede descargar en formato PDF y se puede visitar el museo con Google Street View, mientras que un recorrido virtual incluye descripciones detalladas de unos mil instrumentos. La aplicación móvil hace prácticamente lo mismo, pero también tiene videos sobre cómo funcionan las cosas.

Galluzzi mostrando una reproducción de la libreta de anotaciones

Un número considerable de los libros que se encuentran en la biblioteca del instituto, una de las mejores en Europa sobre la historia de la ciencia, también está disponible en línea, incluyendo la mayoría de los ejemplares raros y los manuscritos sobre los inicios de la historia moderna de la ciencia y la tecnología.

En muchos sentidos, Galluzzi y el museo viajaban en dos órbitas que estaban destinadas a encontrarse.

Después de sus estudios de Humanidades en la preparatoria, estudió Filosofía en la Universidad de Florencia con el renombrado estudioso del Renacimiento, Eugenio Garin, y obtuvo su título en Historia de la Filosofía. Fue uno de los primeros estudiantes de Italia en especializarse en la Historia de la Ciencia, una disciplina que aún no era formalmente reconocida. A esa época se remonta su pasión por Galileo.

“Obtuve mi título en 1968, el año de las revueltas estudiantiles; Galileo era considerado un héroe debido a su lucha por hacer que la razón fuera independiente del control de la Iglesia”, explicó.

En cambio, dijo que su larga fascinación con Leonardo fue una cuestión de “destino”. Después de la universidad, lo contrataron como director de la Biblioteca Leonardiana, en Vinci, el lugar de origen de dicho artista.

“Si no me hubieran dado ese trabajo, probablemente nunca me habría convertido en un estudioso de Leonardo”, sostuvo. “Quizá me habría dedicado a Newton o a algún otro pensador”.

Al final, todo fue para bien. “Leonardo es una presa difícil de captar, pero luego te hechiza y te atrae completamente”, dijo.

Su biblioteca personal consta de más de veinte mil volúmenes, por eso él y su esposa, Lynne, deben tener una casa grande, incluso ahora que sus dos hijas ya no viven con ellos. También colecciona vino —sobre todo francés— y produce aceite de oliva de los árboles que tiene en el huerto de su finca cerca de Vinci.

Desde el inicio, las exposiciones multimediáticas agradaban al público. Ingenieros del Renacimiento visitó las principales ciudades del mundo; una en Tokio sobre Leonardo atrajo a un millón de personas en tres meses, afirmó.

Hace poco, Galluzzi curó una exhibición del Códice Leicester, los escritos científicos de Leonardo en la Galería de Uffizi. Desestimó las exposiciones que se hacen por toda Italia con copias malas de sus obras, pues según él son operaciones comerciales “hechas por personas que no saben ni cuándo vivió Leonardo”. Sin embargo, admitió que la exhibición en Uffizi fue bastante, digamos, vistosa, con mucha parafernalia científica.

Para ser un hombre tan fanático de todo lo digital, sigue escribiendo a mano todos sus textos académicos, contó que es un “hipercorrector” y que su relación con la escritura es muy de la vieja escuela. Dijo que teclear interfería con la reflexión y la meditación. “Una de mis prestaciones es que tengo secretarias que pasan a máquina mis anotaciones hechas a mano”, afirmó con una sonrisa.

Después de 36 años a la cabeza del museo, Galluzi ya está pensando en retirarse. “Quiero jubilarme cuando todavía tengo una mente sana en un cuerpo sano”, dijo, a fin de dedicarse a investigar y estudiar de manera independiente, bromeó.

Su agenda está llena sin duda. Participa en muchos comités, consejos y comisiones científicas y hace un año lo nombraron presidente de la comisión nacional que coordinará en 2019 las celebraciones del quingentésimo aniversario de la muerte de Leonardo.

Sin embargo, su verdadero legado es el de Leonardo y Galileo. “Somos meteoritos que no dejan huella”, dijo, luego agregó tras una pausa: “A menos que te conviertas en Leonardo o Galileo”.

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