Martín Viggiano
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El lector tuvo razón
Desde hace un tiempo ha crecido en Uruguay la elaboración de vinos blancos con la variedad albariño. Bodegas de alta gama incursionan en ese terreno y generan tendencia, aunque por debajo a otras uvas como sauvignon blanc. De eso tomó nota Juan Verdesio, un uruguayo docente universitario que vive en Brasilia y además es sommelier. Verdesio es lector de Sacacorchos y muy activo con sus comentarios en las notas de este espacio que cumplió cinco años en junio de 2017. De visita por Montevideo, me hizo un reto: él trajo una botella del que considera el mejor albariño del mundo, que se elabora en Portugal, para competir con otros dos uruguayos. Y acepté.
El encuentro fue semanas atrás en el bar de vinos cercano al puerto llamado Montevideo Wine Experience. Los propietarios del local acondicionaron las muestras y las sirvieron a ciegas, para que la evaluación sea justa. Además de Verdesio y yo, participaron dos personas más. Los cuatro degustadores probamos los vinos acompañados de una picada de quesos y fiambres, y luego de analizarlos durante 20 minutos aproximadamente, cada uno eligió el que consideraba el mejor. Armamos un podio y la muestra número 2 era la clara ganadora.
Fue así que, descubiertas las etiquetas, el vencedor era el portugués. Las diferencias no fueron abismales, pero el forastero ganó con justicia. El vino en cuestión es el albariño de la bodega Palacio da Brejoeira, ubicada en Monção en el norte de Portugal, muy cerca del límite con España. Es una zona fría, que de hecho se ubica a escasos kilómetros de Rías Baixas, un lugar donde se elaboran algunos de los mejores albariños gallegos. Se trata de un terroir vitícola frío, con lo cual la uva mantiene acidez natural firma que luego se nota en el vino, y eso es valorado en los blancos.
Los dos uruguayos que se midieron con este gran vino fueron: single vineyard albariño de bodega Garzón (Maldonado), y Mataojo albariño de bodega Mataojo (Lavalleja).
Fresco, ácido, persistente y potente en aromas cítricos, el Palacio de Brejoeira (considerado por varios como el mejor albariño del mundo) le dio la razón al lector y, al mismo tiempo, permitió a dos etiquetas uruguayas medirse con un gran vino de su mismo estilo. ¿Conclusión? Están a la altura.
