El llanto de Greta es un gemido en América Latina

Y este lunes 23 de setiembre, luego de protestas y manifestaciones de Sidney a París, de Berlín a Nueva York, la jovencita, que cruzó el Atlántico en el velero Malizia II —porque no quiso dejar su huella de carbono al tomar un avión— para llegar a la Cumbre de Acción Climática, se despachó de lo lindo frente a mandatarios, personalidades, organizaciones ecologistas y activistas:

"Han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras huecas”

“Nos están fallando. Pero los jóvenes están empezando a comprender vuestra traición”

 “El mundo se está despertando y el cambio está llegando, les guste o no"

Greta es el ícono de un movimiento de estudiantes y jóvenes que se rebelan contra la destrucción del planeta. Una suerte de “mayo francés”, reeditado medio siglo después.

Antes pintaban los muros parisinos; ahora, sin renunciar a las calles, se incendian las redes sociales.

Ese fuego virtual toca de refilón a la América Latina, aunque las llamas de verdad ardan en la Amazonia.

Una larga nota de El País de España recoge el impacto de la Cumbre climática convocada por la ONU, al sur del Río Grande. En México, 65 marchas; en Brasil, 48; en Colombia, 43; bastante menos en Chile que acogerá en diciembre la 25 Conferencia Climática de la ONU.

Y la estela de protestas se va apagando en este mapa convulsionado por la política: elecciones aquí y allá, figuras que vuelven, otras que se aferran al poder, gente que retoma a las armas, otras acosadas por la corrupción, lenguaje incendiario contra el capitalismo culpable de la pobreza y de la riqueza, y esos políticos de nuevo cuño (¿?) que relativizan las dictaduras y que dicen que lo arde es lo mismo de siempre. No hay que alarmarse.

La ONGVitalis Latinoamérica apunta un listado de los problemas ambientales de la región, que deberían mover gobiernos y generar consensos, una palabra que ya está chamuscada en tanto incendio.

• Deforestación de zonas boscosas silvestres y mal manejo de muchas áreas verdes urbanas y rurales.
• Incremento en el número de especies animales y vegetales amenazadas de extinción o con algún grado de peligro.
• Contaminación y degradación de los suelos, incluyendo deterioro por erosión.
• Deterioro del ambiente urbano de las ciudades, en particular por contaminación del aire por elevados niveles de emisiones atmosféricas y sonoras.
• Incremento del efecto invernadero y del cambio climático, con pocos avances en la región para mitigar sus efectos y adaptarse a las modificaciones del clima.
• Débil gestión integrada de los recursos hídricos, que incluye despilfarro en los usos domésticos y agrícolas, y contaminación de los cuerpos de agua por efluentes industriales, agrícolas y domésticos.
• Mal manejo de los residuos y desechos sólidos, incluyendo el inapropiado tratamiento de los electrónicos.
• Incremento de la densidad poblacional con las subsecuentes consecuencias ambientales en el medio natural.
• Poca conciencia ambiental de la ciudadanía. Los latinoamericanos, en general, no incluyen el tema ambiental como un favor fundamental en su calidad de vida.