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El nombre de tu hijo

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01 de enero de 2021 a las 05:00

Por Carolina Anastasiadis

Ella es escritora, le comentó de su último libro –una novela- y además, le contó que el protagonista de la misma tenía un nombre particular que no sabía por qué había elegido. No tenía a nadie con ese nombre en su familia, ni en su grupo de amigos; de hecho, lo más cercano al nombre que tenía presente era una calle montevideana en donde ni vivía ni tenía o sentía nada particular. Él le explicó que nosotros no elegimos los nombres a nivel consciente, sino que de alguna manera, son los nombres que vienen a nosotros por razones inconscientes. Y que “Yaro” tenía que ver con una búsqueda paterna. Eso, casualmente, era el argumento de la novela de la escritora. Fui testigo de esa conversación en una reunión en donde conocí a Lauro Alonso.

Lauro no se sabe el significado de los nombres de memoria, pero los construye a partir de la tabla periódica de las letras. Suena complejo, pero él lo explica de manera sencilla. Cuesta definirlo porque es una persona que ha estudiado de todo, desde cuestiones más racionales o científicas (con 20 años fue jefe de un departamento de cómputos de una reconocida institución bonaerense), a otras más “metafísicas o sutiles”. Entre otras cosas, es fundador de la corriente de Psicogenealogía Evolutiva y su escuela internacional; fue orador en una conferencia Tedx en Gramado –Brasil-, tiene dos libros en su haber y es columnista de Abrepalabra (Océano FM). Allí está quincenalmente hablando del significado de los nombres de las personas, para lo cual no solo  utiliza sus conocimientos en psicogenealogía, sino otros saberes en los que fue profundizando a lo largo de su camino. Programación Neurolingúistica, Kabbalah, biodecodificación y eneagrama son solo algunos.

Con él conversamos sobre los nombres, sorprendidas por una contundente afirmación suya: “nosotros no elegimos el nombre de nuestros hijos”. Los nombres vienen a nosotros de manera inconsciente, y tienen que ver con lo que tanto la mamá como el papá quieren traer a la familia.

Sobre algunas de estas cosas hablamos con Lauro Alonso (www.lauroalonso.com) para Mamás Reales, tratando de bajar a tierra todo lo que pudimos de su vasto conocimiento.

¿Cómo te definirías? ¿Qué estudios o caminos transitaste?

Uno se pone límites cuando se define, por eso a mí me gusta decir que soy caminante. El que es buscador tiene la necesidad de encontrar algo, y a mí me gusta caminar y sorprenderme con lo que encuentro. Nunca fui muy amigo de la educación formal, me oprime demasiado. Hice estudios varios y diversos, a veces muy sistemáticos y comprometidos pero de manera no formal o no oficial. Hice informática, electrónica y luego me pasé a lo más metafísico o sutil. A los 19 años, una persona me recomendó que estudiara Kabbalah, me metí en una escuela Hermética, un lugar donde se estudia ese tipo de cuestiones más esotéricas, por decirlo de una manera. Me puse a estudiar todo lo que a mí me parecía “cuento” y me sorprendí de que tuviera una base seria, un fundamento. Me di cuenta que esas disciplinas no tenían nada que ver con tirar las cartas o predecir el resultado de un partido de fútbol.

¿Cómo es que conectás biodecodificación o psicogenealogía con el estudio de lo que significan los nombres de las personas?

Nos hemos dado cuenta que no solamente esas cosas están conectadas entre sí, sino que son la misma cosa. Pasa a nivel de la consciencia lo mismo que pasó con la Medicina en su momento. Antiguamente se trabajaba con la persona en su totalidad, pero con el tiempo se avanzó tanto que empezaron a existir especialistas. Con las terapias complementarias pasó lo mismo.  Antiguamente la sabiduría era un todo, luego se separó la ciencia de la sensibilidad, de la religión o de la fe. Lo científico es totalmente racional y lo otro es visto como pseudo ciencia. Ahora se volvió a entender que la parte sensitiva o emocional no es chatarra y se está volviendo a unificar todo, por eso hay médicos más abiertos a escuchar sobre cómo lo emocional se traduce en el cuerpo, por ejemplo. La escuela Hermética nunca hizo esa división.

Pasemos a los nombres. ¿Qué te puede decir el nombre de una persona sobre ella?

No te puede decir mucho de la persona en un sentido final, sino las tendencias o influencias que tendrá. El nombre no determina, pero condiciona. No sé las definiciones de cada nombre, yo lo que hago es construirlo; estudié la tabla periódica de los elementos de los nombres. Cada nombre tiene muchas capas de significados.

Partimos de la base de que cada nombre es una fórmula; tiene el significado literal pero además, cada letra tiene un valor, un concepto, un símbolo. Eso está muy relacionado con la Kabbalah. Esa construcción tan específica en donde cada letra es como un átomo, hace que la molécula que es el nombre, tenga una cualidad o propiedad diferente a las partículas. A veces cuando decís hidrógeno y oxígeno, no estás diciendo nada, pero si decís H2O estás diciendo agua. Eso mismo pasa con el nombre, a veces las letras solas no son relevantes pero agrupadas cobran un valor especial.

¿Todos los nombres tienen un lado luminoso y una sombra?

Los nombres tienen un aspecto expansivo y un aspecto sombrío o constrictivo. El primero te otorga cualidades, el otro da cuenta de los desafíos que la persona tiene y que están inscriptos en la fórmula de su nombre.

¿Por qué afirmás que nosotros no elegimos los nombres de nuestros hijos?

Cuando uno elige cualquier cosa, más allá del nombre, nuestro ego nos hace creer que elegimos, pero elegir es preferir algo sobre otra cosa. En realidad obedecemos preferencias que siempre tienen un sentido para el inconsciente. No es arbitraria nuestra elección. No elijo comer ravioles o papas  fritas o pizza porque sí, sino porque siento el impulso del deseo. Cuando elegimos un nombre, lo hacemos porque suena bien o porque nos agrada, eso significa que esa fórmula es buena para ti.

¿Cómo se puede cortar con la parte constrictiva del nombre?

Cuando llevás el nombre de un antepasado, tu mente inconsciente, en automático hace una identificación con ese antepasado, se pone en lealtad con ese ancestro. Empezás a funcionar para la familia como un “doble” de ese abuelo o tío, por ejemplo. Inconscientemente van a pretender de ti cosas que pretendían de él, de alguna manera vas a ocupar el lugar de esa persona con los beneficios y el costo que eso implica.

Para limpiar la carga, hay que tomar consciencia, darse cuenta. Cuando estás caminando y sentís que te duele el pie pero seguís caminando, vas a caminar dolorido. Si sentís el dolor, parás y sacás la piedrita que te entró en el zapato, cambiás la situación. Te liberás si te das el permiso de soltar la carga; a veces uno no quiere soltar esa sombra porque le garantiza, por ejemplo, inclusión en la familia.

¿Y cuando usamos más un sobrenombre que un nombre?

Las dos cosas pesan, el nombre de la persona es real, está en su cédula. El apodo o sobrenombre modifica un poco la influencia de la carga del nombre.

¿Qué pasa con esos hijos que no nacieron pero ya tenían un nombre asignado por los papás?

A veces sucede que una pareja le va a poner un cierto nombre al hijo y ese embarazo se interrumpe, entonces le ponen ese nombre ya elegido, al siguiente hijo que sí nace.

No es ideal hacer eso. Cada concepción es un proyecto hijo, no importa si nació o no. Es un ser que ocupó un lugar. Ese nombre cuando se vuelve a traer, transforma a esa persona en portadora de la memoria del que no está. En psicogenealogía a eso se le llama “fantasma horizontal” y no es ideal porque representa el duelo de los padres por el bebé que no nació. La solución es aclararle al bebé o niño que se le puso el nombre que lleva en honor al hermano o hermana que no nació, y decirle que lo único que se espera de él es que sea libre, feliz. Hay que verbalizarlo bien claramente para que entienda el conflicto y lo suelte.

¿De verdad se da eso de los “fantasmas horizontales”? ¿Lo has visto en consulta?

Sí. Son niños que son súper quietos, que viven como si no tuvieran derecho a vivir. Cuando hay dos o tres abortos y luego nace un niño, pasa mucho. A veces son niños quietos, callados, que en el mundo adulto son bienvenidos porque no dan problemas. Hay que hacerlos conscientes.

A veces en las familias se da que se pone un nombre en honor a un pariente joven fallecido. ¿Cómo se hace para quitar la carga negativa de eso para la nueva vida que comienza?

Generalmente, si el niño que toma el nombre en honor a ese familiar que falleció joven no se desprende de la carga a edad temprana, sobre la edad en que falleció su pariente es probable que haga un ataque de pánico o se exprese de alguna manera crítica. En su inconsciente espera morirse a la edad que falleció su familiar. Es portador de un antecedente.  Tiene un pronóstico de vida, inconsciente, corto.

Entonces, si cada nombre viene a traer algo a la familia y, a nivel más global, al mundo o a la sociedad, cuando algunos nombres se ponen “de moda”, es que de alguna forma se necesita la energía que ellos traen…

Si. Exactamente.

Contanos sobre algunos nombres que se están usando mucho hoy en día…

Olivia: Es la que trae la paz. La que tiene contacto con lo sutil. Su raíz tiene que ver con el Olivo, también es el contacto con la esencia, con lo no visible. Por lo general, son personas muy intuitivas, o por lo menos, tienen esa herramienta disponible.

Joaquín. Es el que viene a estar aquí. Viene a hacer compañía a alguien que se siente solo. En la parte sombría, Joaquín es “el benjamín”, el que es pequeño. Tiene que romper eso de que lo vean siempre como niño, joven, infantil, inmaduro. Ese es su principal desafío.

Mateo. Es un nombre bíblico, muy característico de los clanes en donde se necesita restaurar la fe o volver al orden. Viene a evangelizar a la familia en el sentido de traer espíritu a la familia. En familias que han tenido una etapa de mucha materialidad, ahora este hijo reorganiza la parte emocional o espiritual.

Felipe.  Es varias cosas. El que viene a traer fe para el padre o el que viene a restaurar la fe en los hombres, en lo masculino. Son hombres que vienen a mostrar un masculino de buena calidad en clanes donde hubo hombres no tan positivos. Es presente, atiende, corrige, restaura esa imagen masculina en el clan. También es el que nutre.

Francisco/a. Cuando no se le puso ese nombre por el Papa Francisco, tiene que ver con Francia. Francisco es relativo a Francia, tiene que ver con la admiración por Europa o el concepto europeo. También Francia es estandarte de la libertad. A veces se pone Francisco a alguien de quien se pretende que llegue a liberar a la familia. Francia hizo la gran Revolución Francesa que marcó al mundo. El nombre trae un pedacito de esa energía; Francisco llega a romper con un dogma, una tradición que ya no sirve. Cuando llega a una familia en donde hubo muchos patriarcas clásicos pesados, con muchas reglas, llega alguien que manda todo eso a volar.

María. Es considerado un nombre unisex, como José. Al ser un nombre tan recurrente, pierde peso porque hay mucha gente que se hace cargo del arquetipo, pero tiene que ver con el ser madre, con maternar, con cuidar y conecta con lo femenino del inconsciente colectivo directamente.

Podés leer más sobre estos temas en el blog Mamás Reales.

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