El presidente peruano Pedro Castillo cumple hoy un año como presidente del Perú, agobiado por escándalos, denuncias por supuesta corrupción, divisiones políticas de su fuerza partidaria y cinco solicitudes fiscales de investigación. También ha superado dos intentos de destitución por “incapacidad moral” impulsados por la oposición en el Congreso.
Con un bajísimo nivel de aprobación -las encuestas muestran que solo un 20% de la población aprueba su gestión-, la esperanza que suscitó su asunción en los sectores populares más postergados parece estar diluyéndose junto con su caudal electoral que fue del 50, 1 % de los votos en las elecciones que lo catapultaron a la presidencia.
Este jueves, Castillo concurrirá al Congreso para dar su mensaje anual ante un cuerpo legislativo dominado por la oposición y presidido por Lady Camona, una exfujimorista y actual militante del partido de centro derecha Alianza para el Progreso.
El momento político está dominado por la decisión de la fiscal nacional Patricia Benavídes de abrir una nueva investigación contra el presidente, la quinta en lo que va del año, por “obstrucción a la justicia” por supuesta protección a tres miembros prófugos de su entorno. La nueva imputación reaviva la posibilidad de que Castillo enfrente el tercer pedido de destitución.
La inestabilidad del gobierno de Castillo se evidencia en la seguidilla de cambios de ministros y funcionarios de primer nivel que empezó apenas a dos semanas de asumir el poder con la separación del canciller Héctor Bejar, un sobreviviente de la militancia revolucionaria. de los años sesenta.
A partir de ese momento, más de 60 funcionarios han pasado por los ministerios y secretarías, muchas veces envueltos en controversias y acusaciones de diversa índole, como vinculaciones con el terrorismo o fiestas privadas que violaban la cuarentena durante la pandemia.
Castillo, un maestro y sindicalista oriundo de Cajamarca, llegó al poder representando a Perú Libre, un partido de izquierda cuyo líder Vladimir Cerrón -en su momento condenado a prisión condicional por actos de corrupción- tuvo gran influencia sobre el presidente hasta que comenzó un distanciamiento que terminó con la renuncia de Castillo al partido que lo había llevado a la presidencia.
La suma de los dos pedidos de destitución (vacancia en la terminología local), más los cinco procesamientos, más los escándalos de su entorno y las cinco investigaciones han condicionado la acción de su gobierno que se encuentra en un estado de suma debilidad, acosado judicialmente, trabado por un congreso opositor y en cierta forma, abandonado por un electorado que hace un año creyó en él como el representante de una nueva forma de hacer política.
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