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El testimonio que revela el ardid de Trump para presionar a Ucrania

William B. Taylor Jr —con 50 años de servicio público— asegura que el presidente estadounidense retuvo fondos para lograr que los ucranianos investigaran a su rival político
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26 de octubre de 2019 a las 05:04

Peter Baker

Mientras observaba a las fuerzas respaldadas por Rusia del otro lado de un puente ucraniano dañado a causa de la guerra, vio las consecuencias reales de los esfuerzos del presidente Donald Trump para promover su agenda personal. “Sin duda, más ucranianos iban a morir”, comentó.

Al recordar ese momento durante un testimonio explosivo otorgado el martes 22, William B. Taylor Jr, el más alto diplomático estadounidense en Ucrania, expuso en términos viscerales los riesgos del que, en su opinión, fue un ardid ilegítimo para presionar al gobierno de Kiev a fin de obtener ayuda política mediante la suspensión del apoyo financiero estadounidense para la seguridad de Ucrania.

En el que sin duda ha sido el relato más condenatorio que se ha hecho público de la investigación del juicio político que está realizando la Cámara de Representantes, Taylor declaró que el presidente retuvo US$ 391 millones de asistencia financiera con el claro propósito de obligar a Ucrania a ayudarlo a incriminar a sus rivales nacionales.

En su testimonio, Taylor señaló que las acciones del mandatario estadounidense debilitaron a aliados de Estados Unidos que están peleando con desesperación por mantener a raya las agresiones rusas.

Según Taylor, sin el dinero que retuvo Trump, sería más difícil para Ucrania defenderse ante el intento de Moscú de reconfigurar las fronteras de Europa mediante la fuerza de las armas.

“Si Ucrania logra liberarse de la influencia rusa, será posible tener una Europa total, libre, democrática y en paz”, mencionó Taylor en su declaración inicial a los investigadores de la Cámara de Representantes, que rindió a puerta cerrada y más tarde se hizo llegar a los reporteros. “En cambio, si Rusia domina a Ucrania, de nueva cuenta se convertirá en un imperio que oprimirá a su pueblo y amenazará a sus vecinos y al resto del mundo”.

La vívida descripción de Taylor ilustró las diferencias entre la investigación del juicio político en contra de Trump y las que destruyeron a los presidentes Richard Nixon y Bill Clinton. Aunque los encubrimientos de Watergate y Monica Lewinsky comprometieron la integridad de la democracia y el sistema judicial de Estados Unidos, el escándalo de Ucrania también se extiende a asuntos de vida o muerte, así como de geopolítica a una gran escala.

El testimonio de Taylor podría dificultar a los republicanos minimizar las acciones de Trump tildándolas de insignificantes o tergiversadas por sus rivales políticos. Defender a Ucrania de la intrusión rusa, del mismo modo que defender a los aliados kurdos de Estados Unidos de Turquía, ha sido una gran prioridad para muchos republicanos, quienes se quejaban de que el presidente Barack Obama no hacía frente a Moscú con la agresividad necesaria.

Medio siglo de servicios

Taylor llevó a la audiencia de la Cámara de Representantes un currículum de 50 años de servicio público, el cual comenzó cuando fue cadete de la Academia Militar de Estados Unidos en West Point y oficial de infantería de la 101ª División Aerotransportada en Vietnam. Ha servido en todos los gobiernos, republicanos y demócratas, desde el periodo del presidente Ronald Reagan, y fue nombrado embajador de Estados Unidos en Ucrania durante el mandato del presidente George W. Bush.

Además, la primavera pasada lo reclutó Mike Pompeo, el actual secretario de Estado, para regresar a Kiev a remplazar a Marie L. Yovanovitch, la embajadora que el grupo de Trump tachó de adversaria.

La serie de acontecimientos que Taylor describió en su testimonio sugirió un claro quid pro quo que involucra los US$ 391 millones en ayuda suspendida y las peticiones de Trump de que Ucrania investigara al exvicepresidente Joe Biden y la teoría conspirativa desacreditada de que los demócratas obtuvieron ayuda ucraniana en las elecciones de 2016.

No obstante, en la parte de su testimonio que se divulgó al público, Taylor no describió ninguna conversación directa con Trump ni tampoco hizo ninguna referencia a documentos o grabaciones que pudieran implicar de manera explícita al presidente. En vez de eso, ofreció una guía para los investigadores al citar a otras personas alrededor de Trump que describieron sus acciones y declaraciones.

“El presidente no ha hecho nada malo. Esta es una campaña coordinada de desprestigio orquestada por legisladores de la extrema izquierda y burócratas radicales en puestos que no son de elección popular y que están librando una guerra en contra de la Constitución”, mencionó en un comunicado Stephanie Grisham, la secretaria de prensa de la Casa Blanca. “No hubo quid pro quo. Lo de hoy solo fueron más testimonios de oídas de tercer grado y filtraciones selectivas de las audiencias con motivos políticos que los demócratas celebran en secreto y a puerta cerrada”.

Una vez más, el testimonio de Taylor se centró en la inusual relación de Trump con el presidente de Rusia, Vladímir Putin. A diferencia de la mayoría de los líderes de ambos partidos, Trump casi no ha expresado críticas a Putin ni a sus agresiones contra sus vecinos, y en un punto incluso sugirió que podría aceptar la anexión de Crimea a Rusia (Crimea es una península de Ucrania que los rusos tomaron por la fuerza en 2014).

Trump superó a Obama al brindar ayuda militar letal a Ucrania para defenderse de Rusia, pero en privado promovía la idea de Putin de que los ucranianos son muy poco confiables y corruptos. Al retener los US$ 391 millones en ayuda que aprobó el Congreso, en esencia Trump dio marcha atrás a su propia política y enfureció a los legisladores de ambos partidos, quienes lo presionaron para entregar el dinero el mes pasado.

En su declaración inicial de 14 páginas, plagadas de indignación y desbordantes de fechas, hechos y citas, Taylor describió “dos canales de diseño e implementación de políticas en Estados Unidos, uno regular y uno muy irregular”, que ejecutan en su mayor parte el abogado personal del presidente, Rudy Giuliani, y otros actores como Gordon D. Sondland, embajador ante la Unión Europea.

Taylor recordó su sorpresa durante una videoconferencia protegida que se celebró el 18 de julio cuando se enteró de que la ayuda a Ucrania se había retenido sin ninguna otra explicación aparte de que “la orden había pasado del presidente al jefe del Gabinete” a la Oficina de Administración y Presupuesto.

“Otras personas y yo nos quedamos impactados —testificó—. Los ucranianos estaban peleando contra los rusos y no solo contaban con el entrenamiento y las armas, sino también con la garantía del apoyo de Estados Unidos”.

Al principio, nadie les dijo a los ucranianos, y Taylor recordó haberse reunido con el presidente Volodímir Zelenski el 26 de julio en Kiev, el día después de que Trump presionó por teléfono al líder recién electo de Ucrania para que investigara a Biden y la teoría conspirativa de las elecciones de 2016.

Después de la reunión, se fue junto con Zelenski y Kurt D. Volker, el enviado especial del Departamento de Estado en Ucrania, al norte de la cuenca del Donets, la primera línea del conflicto con los separatistas respaldados por Rusia, donde el comandante de las fuerzas ucranianas les informó sobre la situación.

“El comandante nos agradeció la ayuda en materia de seguridad, pero yo sabía que esta ayuda estaba detenida, lo cual me hizo sentir incómodo —comentó Taylor—. El embajador Volker y yo podíamos ver las fuerzas armadas y hostiles encabezadas por los rusos del otro lado del puente dañado frente a la línea de contacto. Más de 13 mil ucranianos habían sido asesinados en la guerra. Sin duda, más ucranianos iban a morir sin la ayuda militar de Estados Unidos”.

A medida que pasaban las semanas sin una resolución sobre la ayuda suspendida, Taylor mencionó que comenzó a prepararse para renunciar.

Antes de que pudiera hacerlo, los líderes del Congreso intervinieron y persuadieron a Trump para que levantara la suspensión. Taylor aún tiene el cargo diplomático más alto en Ucrania… por ahora. 

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