Juan Manuel Urquhart dividía sus días en ser ingeniero electrónico y músico amateur. Un día, allá por 2004, decidió juntar sus dos pasiones para comenzar a fabricar pedaleras para baterías que tuvieran la virtud de realizar efectos de sonido. En aquel entonces, todo era muy casero y se gestaba en la habitación de Urquhart pero el boca a boca comenzó a hacer su trabajo y -de un momento a otro- el emprendedor tenía un negocio entre manos.
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