Escultura de Wilson Ferreira

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En el nombre de Wilson, candidatos blancos se disputan las ideas del caudillo

Álvaro Delgado y Laura Raffo se disputan el apoyo de los dirigentes que dicen representar esa corriente política
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05 de junio de 2023 a las 05:00

El domicilio del wilsonismo, esa corriente nacida del pensamiento y las acciones del caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate, es una incógnita, una casa sin número fijo en la que muchos dicen residir pero cuyas habitaciones están dispersas en el edificio del Partido Nacional.

La mayoría de los dirigentes blancos que se identifican con esas ideas de “centroizquierda”- en contraposición de la “centroderecha” del Herrerismo- se han dispersado de tal manera que resulta casi imposible para un observador imparcial señalar en qué lugar son postuladas de la manera menos impura.

Porque el pedigrí de muchos wilsonistas, al menos en los últimos veinte años, se ha cruzado con el de los herreristas generando grupos y subgrupos de difícil definición.

La tarea de identificar la deriva wilsonista resulta ardua particularmente en estos días en los que buena parte de quienes lo dicen representar marchan detrás de las precandidaturas de Álvaro Delgado y de Laura Raffo, dos postulaciones nacidas del pulgar en alto del presidente Luis Lacalle Pou.

Si se intenta rastrear a los wilsonistas tras la muerte del caudillo en 1988, primero se los verá buscando algún sitio donde atracar detrás de Alberto Zumarán -quien representó al líder en las elecciones de 1984 donde estuvo proscrito- o de Carlos Julio Pereyra, quien lo acompañó en la fórmula de 1971.

El domicilio del wilsonismo, esa corriente nacida del pensamiento y las acciones del caudillo blanco Wilson Ferreira Aldunate, es una incógnita, una casa sin número fijo en la que muchos dicen residir pero cuyas habitaciones están dispersas en el edificio del Partido Nacional.

Esos dirigentes fueron perdiendo peso mientras que desde Paysandú crecía imparable la figura de Jorge Larrañaga, un wilsonista de pura cepa que fue dos veces intendente del departamento hasta que trascendió sus fronteras.

En 2004 Larrañaga fue el candidato indiscutido de los wilsonistas en las elecciones internas donde venció a Luis Alberto Lacalle y lo llevó luego a protagonizar una votación histórica para los blancos aunque perdió contra el frenteamplista Tabaré Vázquez.

Larrañaga nucleó a la mayoría de quienes luego migraron a otras filas: Alvaro Delgado, Sergio Botana, Javier García, Jorge Gandini, Beatriz Argimón, entre otros.

Por entonces, no había casi dudas acerca de dónde estaba afincado el wilsonismo. Pero Larrañaga perdió las internas de 2009 –contra Lacalle Herrera- y las de 2014 y 2019 contra Lacalle Pou y el wilsonismo, devenido en “larrañaguismo”, explotó en demasiados pedazos.

En 2014, Javier García y su lista 40, así como Argimón y otros dirigentes se fueron con Lacalle Pou. En 2019, otros abandonaron el barco –Botana, Enrique Antía y otros se agruparon en el denominado “Grupo de los Intendentes”.

Tras las últimas elecciones también Gandini se fue de Alianza para formar Por la Patria. Con la muerte de Larrañaga en mayo de 2021, también murió mucho de lo que quedaba de su ya desfalleciente sector. Entonces, la residencia del wilsonismo, y aún la del larrañaguismo, se quedó sin sede oficial.

La campaña hacia las elecciones internas que se avecinan muestran a dos candidatos ya afianzados que lejos están de poder arrogarse el calificativo de wilsonistas puros.

Laura Raffo tiene sentados sus principales reales en el Herrerismo -que es el sector que la impulsó desde un principio- pero también Alvaro Delgado supo discurrir por los sectores afines al bisabuelo de Lacalle Pou.

Delgado se inició en la arena electoral con la herrerista lista 904 y en 1994 votó al Alberto Volonté,  representante de una de las vertientes del Herrerismo. En aquella elección el candidato oficial herrerista impulsado por Lacalle fue Juan Andrés Ramírez quien cinco años después se enfrentó al nieto de Herrera acompañado por Jorge Larrañaga que, aludiendo a las acusaciones de corrupción contra el expresidente, insistía con la letanía de que “con postes podridos no se hacen buenos alambrados”.

Recién en 2004 Delgado se plegó a la otra vertiente del Partido Nacional cuando compareció dentro de la Correntada Wilsonista de Francisco Gallinal. Luego se unió a Luis Lacalle Pou en la lista 404. Como se ve, el entrevero ideológico viene de lejos.

La campaña hacia las elecciones internas que se avecinan muestran a dos candidatos ya afianzados que lejos están de poder arrogarse el calificativo de wilsonistas puros

Ahora, uno y otra se reparte lo que quedaba del larrañaguismo. Ahí están los que formaron buena parte del círculo cercano del Guapo -Luis Calabria, Gustavo Delgado, Washington Ribeiro, entre otros,- alejados de Alianza y respaldando la candidatura de Delgado.

Por allá anda la estructura de Alianza- conformada por el senador Carlos Camy, el intendente de Soriano, Guillermo Besozzi y Jorge Larrañaga Vidal- que apoya a Raffo.

Las declaraciones de los dirigentes aliancistas y exaliancistas no ayudan a revelar donde está afincado el wilsonismo. Ni siquiera coinciden en dónde situar al larrañaguismo.

“El propósito de un proyecto político es materializar sus ideas, porque si no podemos caer en la tentación de ser una expresión testimonial. Mal le haríamos a nuestras ideas si nos contentáramos con solo proclamarlas”, dijo Calabria, que apoya a Delgado, en el programa Fácil desviarse.

“La forma en que el wilsonismo crezca en la próxima elección es a través de una candidatura que tenga proyección y posibilidades reales de ganar una elección interna. No a través de una candidatura testimonial”, dijo en Doble Click Larrañaga Vidal, que apoya a Raffo. Es decir, hay coincidencia estratégica, pero las tácticas son diferentes.

Raffo se agenció también el apoyo del histórico Movimiento Nacional de Rocha (MNR) que fuera liderado hasta su muerte por Carlos Julio Pereyra, dirigente que completó la fórmula electoral con la que Wilson arañó la presidencia en 1971.

Por su lado, otros proclamados wilsonistas como los integrantes de la lista 40 de Javier García, el denominado Grupo de los intendentes, y la vicepresidenta Argimón aún dudan acerca del rumbo que tomarán en la interna blanca.

Y, también reivindicando las ideas de Wilson, está el senador y líder de Por la Patria, Jorge Gandini, a quien le gustaría encabezar una candidatura propia en la interna blanca jactándose de su lejanía histórica con el Herrerismo, aunque sabe que la polarización Delgado-Raffo puede reducirlo a la mínima expresión, a ese riesgo testimonial del que hablan Calabria y Larrañaga Vidal.

“Cuando yo no esté, no se peleen”, les dijo Ferreira a los principales dirigentes del Partido Nacional poco antes de morir. Desde entonces, las luchas fratricidas entre los blancos fueron escasísimas y nada hace prever que eso ocurra en la entrante campaña electoral. Eso sí, las ideas de aquel que llamó a la paz entre los nacionalistas se han convertido en un rompecabezas que, en los próximos meses, será el único modelo para armar de una interna blanca donde todos se parecen demasiado entre sí como para provocar una disputa que se parezca a una pelea.

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