En la hora más oscura desde que comenzó la pandemia, hace exactamente un año, es claro que el país necesita un viraje. El presidente está un poco desanimado, como se lo percibió en la conferencia de prensa del pasado martes. Su muy razonable apuesta a la libertad responsable parece no dar el resultado esperado. Hay una parte de la sociedad que muestra evidente desaprensión en cumplir con medidas sanitarias básicas para evitar los contagios o de desdén ante la vacuna, que es la máxima protección posible para evitar muertes innecesarias.
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