En contra de la opinión pública, y siguiendo el consejo del ala dura de sus asesores médicos, el presidente argentino Alberto Fernández dio el viernes marcha atrás con la tibia apertura que se venía realizando en Buenos Aires. El hecho de que el nivel de contagios haya llegado a una velocidad crucero de 2.600 nuevos casos por día terminó por convencer al mandatario, que en una conferencia conjunta con el gobernador de la provincia Axel Kicilof y el jefe de gobierno de la ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, anunció un endurecimiento de aislamiento social obligatorio para el el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA)desde las cero horas del miércoles 1 de julio, y hasta el día 17.
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