Es evidente que estamos ante un momento de máxima incertidumbre. Decía el científico catalán Jorge Wagensberg que progreso es la ganancia de independencia respecto a la incertidumbre ambiental. Es decir, si un país, una sociedad, o aún una persona logra sobrellevar estos momentos sin perder crecimiento, ocupación, estabilidad interna, progresa. Es un momento en el que muchas personas, países, sociedades están perdiendo raudales de dinero, intentando sobrellevar esta gran disrupción global. Huyendo hacia lo seguro, el dólar, el oro, los bonos de países de bajo riesgo. Ayer viernes el rendimiento de un bono estadounidense llegó a 0,8%, el menor valor alguna vez registrado. Pareciera que los sucesos globales esperaran a que la economía mundial se recuperase para asestar un nuevo golpe. También da la impresión que el virus fuese inteligente y esperase el momento oportuno, la celebración de un año nuevo en el que la economía mundial intentaba salir de una situación de fragilidad para golpear. Cuando se instala en un cuerpo, espera días y días para manifestarse de modo de contagiar en silencio lo más posible. Y que también fuese astuto para variar su estructura a tiempo, antes de que una vacuna pueda vencerlo. Por ejemplo, ya ha mutado y ahora hay dos variedades, una más agresiva la llamada L y otra no tan peligrosa, la llamada S.
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