Aquellos que no tienen como costumbre la lectura de libros de ficción padecen el drama de ser testigos de una sola vida, la suya, que suele ser bastante pobre de aventuras salvo en esos capítulos en los que son felices y, por tanto, la rutina se convierte en una cosa de segundo orden.
Los viajes en el tiempo, ese árabe que construye laberintos o aquel asesino serial que nos tiene en guardia, nos otorgan el agrado de lo inesperado y nos regalan esos avatares que nuestras viditas nunca disfrutarán ni padecerán.
Lejos de esas peripecias, hace ya varios meses que las mujeres del mundo –también las uruguayas- han elevado a objeto casi de culto, y lo han convertido en el libro más leído de todos, a un ejemplar que se llama Cincuenta sombras de Grey. Se trata, para cualquier lector más o menos avispado, de una obra de quinta categoría, mal escrita y aburrida.
Entonces ¿en qué mundo buscan perderse las mujeres lectoras que dejan de lado las tareas cotidianas para vivir en la ficción una vida que no es la suya y a la que desean pertenecer?
Como respuesta basta leer la solapa de este ejemplar de más de quinientas páginas en la que se recogen los comentarios de algunos críticos, por decirlo de alguna manera, literarios: “Los juegos sexuales de un multimillonario tienen a las mujeres de Nueva York leyendo como nunca lo habían hecho antes”, “La exitosa combinación de historia romántica y juego erótico de alto voltaje que ha tocado la fibra de muchas mujeres”, “Leer este libro hace que te sientas sexy otra vez. Una novela que está avivando el fuego de muchos matrimonios”.
En fin. La novela erótica que esta avivando el fuego de muchos matrimonios trata de una muchacha que se enamora de un hombre con mucha plata que tiene como costumbre practicar sexo con el gastado agregado literario de taparle los ojos a la mujer y de azotarla con un látigo.
Para poder comentar el libro se ha de llegar, a puro bostezo, hasta las paginas en donde ocurre el primer encuentro “erótico de alto voltaje”. El viaje resultará un opio que hubiera dejado inmutables a la propia Corín Tellado y al mísmisimo Julio Iglesias.
Se ha dicho que en este libro las mujeres siguen buscando al viejo y querido príncipe azul que, en este caso, es millonario y, horror, mete chicote de lo lindo. Es preciso informar que Cincuenta sombras de Grey –que ya tiene segunda y tercera parte, ambas best seller- lo escribió una ejecutiva londinense y cincuentona a la que le resulta imposible ejecutar nada bueno en las páginas de este mediocre libro (siempre hay que desconfiar de las novelas en las cuales las personas “chasquean” la lengua y dan “respingos”).
Como sea, aburrida, previsible y escrita con los muñones, Cincuenta sombras de Grey ha llegado hasta las mujeres para meterlas en el mundo de la lectura y para congraciarlas con sus esposos. Pobre literatura; pobre matrimonio.
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