En lo que va de 2023, las importaciones europeas de gas natural licuado (GNL) de Rusia crecieron un 40% en relación a los niveles anteriores a la invasión de Ucrania.
Según un análisis de la ONG Global Witness, basado en datos de la consultora Kpler, dentro de Europa, España y Bélgica son los mayores compradores.
El informe apunta a las firmas Shell (neerlandesa) y TotalEnergies (francesa) como las principales compañías importadoras.
Entre enero y julio de 2023, los Estados miembros de la Unión Europea (UE) gastaron más de € 5.290 millones en comprar ese hidrocarburo ruso en estado líquido y transportarlo por barco, según los precios ofrecidos por el Centro de Investigación de Energía y Aire Limpio.
De acuerdo a la ONG especializada, durante los primeros siete meses de 2023, los miembros de la UE compraron un total de 22 millones de metros cúbicos a Rusia, frente a los 15 millones del mismo período de 2021.
En los siete primeros meses del año, España representó el 18% de las ventas totales de gas natural licuado de Rusia y Bélgica el 17%, superadas sólo por China (20%).
Comparativamente, en 2021 España ocupaba el quinto lugar y Bélgica el séptimo, según el análisis de Global Witness.
La comisaria europea de Energía, Kadri Simson, pidió el pasado marzo a los países de la UE que no compraran GNL a Rusia, pero no existe un marco jurídico para imponer este pedido.
La vicepresidenta española y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, declaró el pasado julio que no le gustan “nada” las compras de gas ruso y pidió una solución europea para impedir esas importaciones, ya que legalmente las empresas europeas son libres de adquirir ese hidrocarburo en Rusia.
Desde la invasión de Ucrania, la UE vetó las compras de carbón y de casi todo el petróleo ruso (con ciertas excepciones para Eslovaquia y Hungría). Pero nunca sancionó al gas de Moscú, que antes de la guerra era el primer proveedor del club comunitario a través del gasoducto bajo el mar Báltico, inhabilitado en un atentado con explosivos.
De hecho, fue Rusia la que cerró el grifo de los bombeos por gasoducto hacia la UE en lo que Bruselas había calificado como “chantaje energético”, acusando al Kremlin de convertir la energía en un “arma de guerra”.
“El hecho de que las capitales nacionales estén comprando más GNL de Rusia que antes de la guerra muestra que simplemente no estamos avanzando lo suficientemente rápido para reemplazar el gas con energías renovables”, declaró en un comunicado el experto en combustibles fósiles de Global Witness Jonathan Noronha-Gant.
Reclamó además que los países de la UE elaboren “un plan de emergencia para su eliminación total, comenzando con una prohibición del comercio del gas ruso”.
“Comprar gas ruso tiene el mismo impacto que comprar petróleo ruso. Ambos financian la guerra en Ucrania y cada euro significa más derramamiento de sangre. Mientras que los países europeos critican la guerra, están poniendo dinero en los bolsillos de Vladimir Putin”, dijo Noronha-Gant
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