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Ghosting: ¿cómo funciona esta tendencia que lleva a romper relaciones en modo fantasma?

¿En qué consiste esta forma de romper vínculos y qué daños ocasiona en la persona que lo sufre?
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09 de julio de 2019 a las 05:00

“Cortamos”, dice la carta que Matías le pasa a Lucía en medio de la clase en 1° de liceo. “No da para más. Tenemos que juntarnos a hablar”, le dice Alejandra a Renzo por teléfono tras cuatro meses de estar saliendo. Charla, llanto, reflexión; una persona que sufre más que otra, pero sobre todo comunicación cara a cara. Hasta hace un tiempo situaciones como estas –que son hipotéticas– se daban con frecuencia. Pero con la segunda década del siglo XXI a punto de finalizar, el panorama es otro.

“La chica con la que salía desapareció, me dejó de contestar de un día para el otro”, “ni idea, después de la última vez que nos vimos el flaco me bloqueó de todas las redes”, y así sucesivamente. Hoy, estas frases probablemente aparezcan en muchos grupos de amigos millennials. Aunque desaparecer de una relación sin dar motivos no es una práctica que tenga pocos años, las redes sociales y las nuevas formas impersonales en las que se dan los vínculos configuraron un nuevo escenario donde esa acción toma mayor protagonismo y hasta tiene nombre: ghosting.

El término –que se integró al léxico popular en los últimos años– es una derivación de ghost (fantasma en inglés) y se refiere a la acción de terminar un vínculo sin dejar rastro. Una persona que desaparece sin exponer sus causas y otra que es “abandonada” sin un motivo del cual aferrarse o con el que justificar el duelo son los participantes de este juego unilateral. En tiempos de redes sociales, desaparecer de la vida del otro puede implicar dejar de contestar mensajes, llamadas, o incluso, bloquearlo de todas las plataformas.

Pero más allá de la incidencia de las nuevas tecnologías, el psicólogo Diego Onega estableció que la verdadera esencia del ghosting tiene más que ver con la nueva forma en la que se relacionan las personas, que funcionan como objetos de uso. Para Onega, las relaciones actuales son cada vez más laxas y los niveles de compromiso más bajos. Por eso, la presión social a la hora de evaluar si dejar o no a alguien es más débil. Junto con la ruptura que se acompaña de motivos expuestos, la parte que deja tiene que presenciar necesariamente el sufrimiento del otro. Algo que con el ghosting no sucede. “Ya no estás obligado a dar una explicación porque el otro es un objeto de uso”, dijo el psicólogo.

En ese sentido, la empatía está muy ligada a la presencialidad. Y la virtualidad, que despersonaliza en muchos casos a quien está del otro lado de la pantalla, permite la existencia de un juego en el que alguien puede dañar a otro y sin ser testigo de ello. “Como no veo, no siento. Es una forma de pensamiento mágico que tienden a aplicar personas con inmadurez emocional”, subrayó la psicóloga, sexóloga clínica y magíster en Ciencias Humanas Nancy Chenlo.

Migajas de pan

La sexóloga Magdalena Joubanoba identificó que así como el ghosting entró en juego desde hace un buen rato, también apareció el breadcrumbing ("migajas de pan", en español). Esta práctica no supone una desaparición absoluta, sino que se trata de dejarle, justamente, “migajas de pan” a la otra persona para que no pierda el interés absoluto, aunque la relación no avance. Las migajas pueden ser un mensaje, un comentario en una publicación o un like en una foto. Es, como lo define la sexóloga, “un coqueteo sutil”.

Aunque es posible pensar que el breadcrumbing está signado por la manipulación, Joubanoba identificó que detrás de esos comportamientos muchas veces se esconden trastornos de la personalidad o disfunciones sexuales. En el primer caso, la profesional explicó que hay quienes padecen fobia social a un grado extremo y utilizan muchas veces las redes como refugio. Estas personas entran en un chat infinito donde pueden incluso no llegar a concretar nunca un encuentro con el usuario detrás de la pantalla. Por otro lado, explicó que varios hombres que sufren disfunción eréctil o eyaculación precoz no tienen la seguridad suficiente como para enfrentar una relación sexual o encarar un vínculo, por lo que el breadcrumbing es un método de mantener el interés del otro sin avanzar tanto. En el caso de las mujeres, Joubanoba dijo que también puede llegar a suceder algo similar. A su vez, puede pasar que uno de los dos pierda interés en el otro, pero que no corte el vínculo del todo “por las dudas”.

En un panorama más amplio, un estudio publicado en 2018 por la revista Journal of Social and Personal Relationships identificó que de un total de 1300 participantes, una cuarta parte fue víctima de ghosting y una quinta parte se lo hizo a alguien. Pero más allá de las cifras –que aún son producto de unos pocos estudios–, los casos de ghosting de a poco toman protagonismo en los consultorios y en las charlas de amigos.

Víctimas y victimarios

Aunque no hay datos, las primeras víctimas y victimarios del ghosting son, según Onega, los jóvenes que rondan los 20 años. Estas personas utilizan con frecuencia las nuevas tecnologías para conocer gente –a través de aplicaciones de citas, por ejemplo– y sus vínculos tienen una fuerte base comunicacional en las redes sociales.

Hay códigos, propios de esta generación, que probablemente no rijan tanto en generaciones anteriores. Si hay celos –u obsesiones– existe el stalkeo. Si hay dudas, siempre se puede volver al historial. Y si hay enojo, rechazo o aburrimiento, existe el bloqueo. A la velocidad de un toque, un vínculo afectivo se puede cortar o silenciar. Por eso, avalados por esa dinámica en cierto modo naturalizada, el ghosting no supone grandes sorpresas. Aunque siempre puede haber un “dejado” que no se adapte a las reglas de ese juego y sufra.

Joubanoba identificó que el ghosting o el breadcrumbing se da también en personas de más edad. La sexóloga relató que existen varios casos de mayores de 50 años que tras sufrir infidelidades o pasar por una serie de fracasos emocionales sienten temor a enfrentarse a otra persona –o sienten miedo mientras se enamoran– y por eso practican ghosting o breadcrumbing.

En el vacío aparecen otros fantasmas

Las redes sociales plantean un escenario donde lo efímero se torna moneda corriente entre los vínculos humanos y donde las explicaciones ya no son tan necesarias. A su vez, trastocan emociones que nada tienen que ver con una irrealidad virtual. Aunque muchos prefieran ignorarlo, es posible lastimar y generar secuelas en otros a través de la comunicación (o la falta de ella) en redes.

Aunque los expertos coinciden en que el ghosting suele darse en relaciones donde el compromiso no es avanzado, quienes lo sufren pueden quedar de cierto modo vulnerables para futuras relaciones. “La persona que es anulada en el vínculo se siente invadida por las inseguridades”, dijo Chenlo.

“Lo más cruel de esta forma de corte es que no existe la posibilidad de confrontar al otro para conocer la verdadera causa. Puede causar consecuencias severas en personas con rasgos depresivos o con un autoestima frágil. El enojo inicial pasa a convertirse en sentimiento de culpa y una larga revisión de conductas para saber dónde estuvo el error o carencia propios”, explicó la psicóloga, y agregó que este tipo de sentimientos son destructivos, sobre todo, en las mujeres “que cargan con el peso social que impone el estereotipo de género”.

El ghosting y la mujer
La mujer sale con uno, con dos o con cuántos hombres prefiera. Hay mujeres fieles, otras infieles. Hay mujeres que apuestan a una relación libre y otras que defienden la monogamia. Hay mujeres que mantienen relaciones heterosexuales y otras, homosexuales. Nada hay de nuevo en esto. Pero lo que sí es nuevo es que los comportamientos de las mujeres están siendo cada vez menos sometidos a la vara moral machista que imperaba hasta hace algún tiempo. “Antes, una mujer que hacía ghosting  era considerada moralmente inaceptable, y hay quienes todavía lo siguen pensando", explicó Onega.
Chenlo subrayó que posiblemente sean cada vez más las mujeres que adopten está práctica porque la brecha de comportamientos entre ellas y los hombres está disminuyendo. De todas formas, la experta dijo que aún hay una gran distancia entre cómo vive el ghosting la mujer y cómo lo hace el hombre. “En nuestra cultura se continúa educando a las mujeres para complacer a otros como objetos de deseo. Son pocas las que han roto esa barrera y realmente se consideran sujetas, seres deseantes que merecen placer.  Aún hoy, los varones mayoritariamente viven sus relaciones buscando ser complacidos”, señaló.
“Cuando hay un abandono, el varón procesa las emociones mucho más desde el enojo. Las mujeres, en cambio, rápidamente pasan a un sentimiento de angustia y de culpa por no haber sido 'suficientes' para retener a esa persona. El eje está puesto en otro lado”, concluyó Chenlo.

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