El castillo de Idiarte Borda, 
  ubicado sobre la avenida Lezica

Estilo de vida > HISTORIA

Habitar y gobernar

La reciente reapertura de la Quinta de Herrera y las refacciones en la Quinta de Batlle y Ordóñez son buenas excusas para repasar el destino y el estado actual de varias casas de presidentes uruguayos
Tiempo de lectura: -'
21 de noviembre de 2014 a las 20:34

Son casas cuyas paredes escucharon buena parte de las decisiones políticas más importantes del país entre el siglo XIX y el XX. En ellas habitó el poder de los presidentes. Se ubican en diferentes barrios de Montevideo y hoy tienen usos diversos.

Cada casa tiene su historia particular, conectada a su ocupante famoso y a su familia. Cada una tuvo su pico de gloria, arquitectónica y simbólica, y hoy mantienen sus aires señoriales y sus memorias de grandeza, a pesar de que los estados de conservación varían.

La semana pasada se reabrió el museo de la Quinta de Luis Alberto de Herrera, que si bien no fue presidente, sí ejerció su gran cuota de poder durante varias décadas.

Con esa excusa, El Observador recorrió algunas otras residencias emblemáticas que pertenecieron a presidentes en la capital.

Se transformaron en museos, con casas de fiestas, con sedes de asociaciones civiles y con un gimnasio. Varias de ellas tienen la protección de instituciones públicas que velan por su historia. Otras fueron declaradas patrimoniales pero no tienen usos culturales.

Un castillo en Lezica
Juan Idiarte Borda no fue precisamente uno de los presidentes más populares y queridos del Uruguay, pero sí es uno de los que poseyó una de las más bellas residencias presdienciales, aunque circunstancias del destino hicieron que no la disfrutara ni un día. Idiarte Borda fue elegido en 1894 luego de múltiples votaciones del Senado que no lograban ponerse de acuerdo en el mandatario que sucediera a Julio Herrera y Obes.

Idiarte provenía de una acaudalada familia mercedaria y le encomendó al prestigioso arquitecto francés Alfred Mussue un castillo en el barrio de Colón. Mussue fue responsable también de otros grandes edificios en Montevideo (como el actual Museo del Gaucho) y varios en Buenos Aires.

El francés diseñó un gran castillo estilo Luis XIII con un amplio y hermoso jardín sobre la Avenida Lezica, en el oeste de la capital, donde se ubicaban las casas de la aristocracia.

Pero Idiarte nunca lo vería terminado porque murió asesinado por un joven, Avelino Arredondo, que le disparó un balazo al corazón frente al Club Uruguay en 1897, en el único magnicidio de la historia uruguaya.

La casa perteneció a la familia pero luego se vendió y con el paso del tiempo y de los dueños fue perdiendo el mobiliario y sus artefactos originales.

Allí funcionó un salón de fiestas y hasta hace algunos años un salón de té. Luego la compraron inversores españoles.

La Comisión Nacional de Patrimonio administra el predio y se reúne allí una vez por semana. Sus dueños la pusieron a la venta pero todavía no aparecen compradores.

La casa del general
Sobre la Avenida Suárez, a una cuadra de la plazoleta de Agraciada, se encuentra la casa donde vivía el general Alfredo Baldomir.

La residencia mantiene una enorme escalera de pinotea que comunica la planta baja con el primer piso, y varias estufas originales, así como buena parte del mobiliario.

Pasados los años la casa pasó a ser propiedad familia Herrán, que la vendió al Opus Dei, que lo utilizó como hogar.

A principios de 2014, el edificio se transformó en la sede de Directores Asociados de Espectáculos Carnavalescos Populares del Uruguay (Daecpu).

De heladería a gimnasio
En la concurrida esquina de Avenida Brasil y Ellauri se encuentra la exresidencia del presidente Claudio Williman.

En 1905 Williman modificó el trazado original de la avenida para que esta pasara frente a su casa, una elegante mansión afrancesada con vitrales y un alto mirador.

En 1910 se ratificó un tratado por el que Brasil devuelve soberanía a Uruguay sobre el río Yaguarón y la Laguna Merín. Por ese motivo, según el historiador Lincoln Maiztegui, Williman bautizó a la avenida como Brasil e hizo colocar una estatua del barón de Río Branco en la plazoleta de la curva de la avenida.

La gran casona presenta las rejas originales, así como una variedad de vitrales y el mirador, que en su momento se erguía sobre los arenales de Pocitos.

El edificio está declarado como patrimonial pero ha tenido diversos usos comerciales, gracias al punto estratégico. Y es una lástima que allí no exista un museo que reivindique su valor histórico.

Rivales y vecinos
Las casas de Fructuoso Rivera y Manuel Oribe están relativamente cerca en la Ciudad Vieja.
La del fundador del Partido Colorado está en la esquina de Rincón y Misiones, y es la sede del Museo Histórico Nacional. La del fundador del Partido Blanco se encuentra en la esquina de 25 de Mayo y Bartolomé Mitre y fue sede de la Comisión Nacional de Patrimonio.

También en el circuito de la Ciudad Vieja, en la calle Cerrito, se encuentra la casa de otro presidente, Juan Francisco Giró, cuyo edificio también es una de las sedes del Museo Histórico Nacional, aunque actualmente, por razones de refacciones, se encuentra cerrada al público.

Por la salud de la hija
Las motivaciones de los hombres son impredecibles. En medio de las revueltas de Aparicio Saravia en 1904 el presidente José Batlle y Ordóñez pretendía un lugar tranquilo y alejado del centro de la ciudad para resguardo de su hija, Ana Amalia, que estaba enferma.

Por eso eligió comprar esta casona en lo que entonces era un paraje rural lejos de Montevideo: Piedras Blancas.

Allí se encuentra la pequeña escalinata de la famosa foto de Batlle y Ordóñez con el sobretodo que lo hizo mítico. Ese fue uno de los centros de poder del batllismo y del gobierno uruguayo, por lo menos por tres décadas.

Desde el año 1967 depende del Museo Histórico Nacional y su acervo se compone de las pertenecías del por dos veces presidente colorado, y de su familia.

“Considerando que se trata de una casa que cuenta con más de 150 años en sus construcciones más antiguas, con una importante reforma realizada entre 1904 y 1911, el estado es bueno”, dijo a El Observador Ariadna Islas, directora del Museo Histórico Nacional, de quien depende la casa museo que se encuentra en un proceso de restauración para conseguir que el edificio quede lo más similar al plano original.

Si bien en este momento se encuentra cerrada el objetivo es que la casa museo de la Quinta de Batlle vuelva a reabrirse al público como sucedió la semana pasada con el museo de la Quinta de Herrera, que actualmente alberga una exposición sobre la participación uruguaya durante la primera guerra mundial.

    Comentarios

    Registrate gratis y seguí navegando.

    ¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

    Pasá de informarte a formar tu opinión.

    Suscribite desde US$ 345 / mes

    Elegí tu plan

    Estás por alcanzar el límite de notas.

    Suscribite ahora a

    Te quedan 3 notas gratuitas.

    Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

    Esta es tu última nota gratuita.

    Se parte de desde US$ 345 / mes

    Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

    Elegí tu plan y accedé sin límites.

    Ver planes

    Contenido exclusivo de

    Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

    Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

    Cargando...