Entre los más pobres, solo el 65% asiste a la educación a los tres años.

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Inscripciones en educación inicial: a este ritmo recién dentro de una década todos los niños de 3 años estarán escolarizados

Este martes abren las inscripciones de educación inicial con el desafío de que la cobertura sea universal
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11 de octubre de 2022 a las 05:01

A partir de este martes y hasta el 21 de octubre estarán abiertas las inscripciones para los niños de 3 a 5 años que desean concurrir en 2023 a la enseñanza pública. Como viene ocurriendo en los últimos años, la convocatoria tiene un lema: “¡A educación inicial todos, todos los días!”. 

No es casual. Ese lema reúne los dos grandes desafíos que enfrenta la educación inicial en Uruguay. El año pasado, por ejemplo, los preescolares (como se les decía antes) acudieron a clase, en promedio, solo 101 días. Y las faltas son el talón de Aquiles a una edad en que los niños se enferman más, pero que, a la vez, los padres tienen menos incorporada la cultura de escolarización: “Hoy está feo, no lo mando a clase”, o “Está cansado”.

El otro desafío es la llamada universalización. Pese a los intentos –cuyo debate se remonta a la aprobación de la ley de Educación de hace más de una década–, la cobertura educativa en los niños de 3 años se lograría, a este ritmo, recién en 2033. Los últimos datos de la Encuesta Continua de Hogares muestran que 77% de los menores de esa edad asisten a un tipo de enseñanza (45% a la escuela o jardín público, el 26% a privado y el 29% a un CAIF).

En Uruguay nacen cada vez menos personas: desde que comenzó este siglo cayó en más del 26% la cantidad de niños en edad de acudir a la educación inicial. Y aunque la cobertura educativa fue aumentando poco a poco, el año pasado empezó a notarse la reducción de la matrícula.

Lejos de ser un problema educativo, esa tendencia puede favorecer al sistema: cada vez hay más cupos disponibles pare recibir a los niños que lo demandan (dicho en términos económicos: más oferta para la demanda). De hecho, ANEP le dará 1.100 lugares al INAU en algunas zonas en que los CAIF no dan abasto, reconoció a El Observador el presidente del Directorio de INAU, Pablo Abdala. El problema es que la demanda no está creciendo al ritmo que podría esperarse, aunque es probable que la Administración Nacional de Educación Pública acabe cumpliendo la meta quinquenal de alcanzar el 85% de los niños de 3 años en el sistema educativo.

Los propios datos de la Encuesta Continua de Hogares –que por los cambios metodológicos durante la pandemia podrían no ser del todo convincentes para la toma de decisiones– parecen dar algunas pistas: mientras que solo el 65% de los niños de 3 años más pobres acude a la educación, entre los más ricos el porcentaje es de 92%. Es una brecha que escapa a cualquier margen de error.

El sociólogo Fernando Filgueira, quien había participado de la discusión sobre si era necesaria la obligatoriedad de la enseñanza a los 3 años, explica que detrás de esta brecha podrían estar dándose dos fenómenos complementarios: que la oferta no esté en el lugar indicado y que entre los jóvenes más pobres (que son las que tienen menores tasas de empleo) haya menos necesidad de enviar al niño a clase porque tiene con quien quedarse en la casa.

Abdala admite que “hay un problema que preocupa mucho”. Este es que “los niveles de inclusión no son suficientes y por razones culturales” no están “pudiendo revertir el comportamiento de algunas familias que no inscriben a sus niños o, si lo hacen, no ven la relevancia de la asistencia al centro educativo”.

En esta línea, el presidente del INAU cuenta que “se está modificando el sistema informático” para hacer un seguimiento a la asistencia en tiempo real e incorporar índices de vulnerabilidad.

En fila

Como ocurre cada año, algunos padres decidieron hacer una fila este lunes en la puerta de la escuela Brasil para conseguir un cupo para sus hijos en las inscripciones que abren este martes. Esa escuela, una de las de mejores indicadores de aprendizajes y que además es de tiempo extendido, suele tener más interesados que lugares. Pero, a diferencia de lo que creen quienes hacen la cola, la selección no es por orden de llegada.

La ANEP usa un algoritmo que da prioridad en la inscripción al niño que tiene hermanos en ese centro educativo, el que proviene de un CAIF, el que tiene un adulto referente que trabaja o estudia, y que vive cerca de la escuela.

Por eso, para inscribirse, además de llevar la cédula, el carné de vacunas y de salud del niño, es necesaria la constancia de asistencia al CAIF (si proviene de allí), la constancia de si el adulto trabaja o estudia y la constancia de domicilio (factura de un servicio público).

También por eso, además de ir a anotarse al jardín o escuela que se quiere en primera instancia, se deben fijar otras dos alternativas que sirven para asignar un lugar en caso de que no haya cupos en la primera opción.

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