Julio Bocca: “Antes decía que la danza era mi vida, con los años pasó a ser parte de mi vida”

Bocca hizo un repaso de sus 50 años de carrera y reflexionó sobre las decisiones que lo llevaron a consagrarse como uno de los mejores bailarines del continente. Comenzó a los seis años en la Escuela Nacional de Danzas y un año después empezó, además, a tomar clases en el Teatro Colón. “Salía de casa a las seis de la mañana y volvía a las 11 de la noche”, recordó.

La rigurosa rutina por momentos era demasiado para un niño y confesó que tuvo momentos en los que pensó en “dejarlo todo” y dedicarse a otra cosa, sin embargo perseveró.

A los 18 años ganó la Medalla de Oro en el 5.º Concurso Internacional de la Danza de Moscú, el más importante del mundo. Nadie creía que iba a lograrlo, ni siquiera él mismo. “En la despedida estaban mi familia y mis amigos. A la vuelta me recibió todo el mundo, la prensa y hasta el embajador que me había dicho que era imposible”.

El logro le dio la posibilidad de tener una proyección internacional de su carrera. Fue así que en 1986, Mijaíl Baryshnikov lo convocó para audicionar en el American Ballet Theatre. Bocca se recuperaba de una lesión de la rodilla y, a pesar de eso, le ofrecieron ingresar como primer bailarín.

Una de las enseñanzas de esa etapa fue el “aprender a decir que no”. “Estuve seis años sin vacaciones. Después me tomé tres meses y me fui a una isla del caribe, solo. A los diez días volví porque estaba aburrido”, dijo. 

“Antes decía que la danza era mi vida, con los años pasó a ser parte de mi vida”, reflexionó. Después de retirarse de los escenarios en 2007 –el público lo despidió al grito de “Julio no se va”– se dedicó a la docencia y fue así que llegó a dirigir el Ballet Nacional del Sodre, en Uruguay, desde 2010 hasta 2017.

“Hicimos cosas para que la gente entendiera que la danza es algo para todos”, declaró con orgullo.

Bocca adelantó que para 2025 trabajará con su ex compañera de escenario, Alessandra Ferri, en el Vienna State Ballet.