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21 de enero 2022 - 22:31hs

La erosión de la confianza es un problema urgente en América Latina y el Caribe porque perjudica la cohesión social y el crecimiento económico, según un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que incluye a Uruguay. Es un fenómeno intangible que, a nuestro juicio, también ayuda a comprender mejor algunos problemas que nos cuesta resolver, como el de la limpieza de Montevideo.

Tanto la confianza interpersonal como en las instituciones han sufrido un retroceso en nuestra región en comparación con el promedio del mundo, y ni que hablar con relación a los países desarrollados, afirmó el BID el jueves 13 de enero. 

En el cuatrienio 2016-2020, la confianza interpersonal, por ejemplo, se ubicó en promedio en alrededor de 11%, lo que lleva al BID a referirse a una “crisis de confianza” en la región, aunque hay diferencias entre los países: Uruguay es el mejor posicionado (21,08% de la población cree en la mayoría de las personas) y Venezuela es el peor (5,21%).

Un ambiente de sospecha hiere la confianza en las instituciones y en el gobierno de turno y, además se retroalimentan. La desconfianza compromete la implementación y la calidad de las políticas públicas y el acceso justo a bienes públicos. 

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Y todo ello tiene consecuencias malas para el civismo, esto es una conducta individual, que hasta puede suponer sacrificios, a favor del bien colectivo.

Evitar las conductas oportunistas depende del grado de confianza interpersonal y de la fe en las instituciones y en los empleados públicos.  

La confianza es una actitud que refleja las experiencias individuales en las interacciones con los otros; respecto a la confianza institucional, está asociada a la percepción de los ciudadanos sobre el desempeño de las instituciones.  

Justamente, el debate público en Montevideo por las extraordinarias inundaciones que sufrieron barrios enteros, como consecuencia de las torrenciales lluvias del lunes pasado, dejó en evidencia, la telaraña de la desconfianza que existe en nuestra principal ciudad. 

Es una realidad que entorpece las mejores políticas en torno a la limpieza urbana y el cuidado del ambiente, así como desincentiva la conducta apropiada de los contribuyentes. 

Es necesaria una actitud de compromiso por parte de todos. La sugerencia de cada uno “a las cosas” que recomendaba el filósofo español José Ortega y Gasset es imposible cuando acecha la desconfianza y, en el caso que estamos comentando, lleva a desconocer cinco aspectos innegables:

1) Las calles anegadas son un fenómeno que se pierde en el tiempo en Montevideo cada vez que ocurren lluvias copiosas. 

2) Hay un esfuerzo de las autoridades por la limpieza de la capital –algo visible en las avenidas principales–, pero es necesaria más innovación y mejora por parte de la intendencia.

3) Las inundaciones de algunos barrios, Malvín, particularmente, demuestran que persisten problemas en el saneamiento, quizá por malas tareas de mantenimiento, pese a las millonarias obras realizadas.

4) Es necesario un debate político más razonado, que incluya más información de calidad y menos opiniones antojadizas, de un lado y del otro.

5) La suciedad también refleja una falta de civismo de una porción de montevideanos. Mejorar este aspecto dependerá en parte de los progresos en una confianza menoscabada.

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