ARIS MESSINIS / AFP

La guerra por la democracia

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25 de marzo de 2022 a las 21:53

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A algo más de un mes de la invasión de Rusia a Ucrania, se han escrito ríos de tinta sobre las consecuencias económicas de la guerra, pero se ha prestado menos atención a un aspecto trascendental para la civilización occidental: el impacto de su resultado en el futuro de la democracia. 

El conflicto bélico ya está provocando una suba inédita de los precios de los commodities, especialmente los de alimentos y los de las energías, como el gas natural y el petróleo; es probable que se lesione el desenvolvimiento de la globalización y que el mundo ingrese en una fase de menor crecimiento. 

Es un pronóstico más visible que el político, en torno a los valores de la democracia, que también está en juego en la sangrienta agresión militar del presidente de Rusia, Vladímir Putin.

Desde el punto de vista de los valores democráticos en entredicho, hay dos cosas que nos parece pertinente considerar. 

La primera de ellas es sobre la creencia extendida de que Putin es una mente autárquica solitaria, de que el mundo mayoritariamente abraza nuestros valores políticos y filosóficos. Una opinión, probablemente contaminada por la preminencia de las voces de los líderes occidentales de este lado del mundo, que deberíamos matizar. 

Un reciente artículo de The Washington Post advierte acerca del “sesgo occidental” de la idea de que Putin está aislado, y menciona los ejemplos diplomáticos de “los gigantes del sur global”, en referencia a la India, Brasil y Sudáfrica. Una tercera posición diplomática que tiene reminiscencias del “movimiento de países no alineados” de la Guerra Fría, con la intención de ubicarse en un término medio entre dos superpotencias rivales. 

Que 141 de los 193 miembros de las Naciones Unidas hayan votado a favor de condenar el ataque no provocado de Moscú contra Ucrania puede considerarse “bastante bajo”, según Richard Gowan, encargado de los asuntos diplomáticos de International Crisis Group.

Y a ello, se suma el papel de la China de Xi Jinping, notoriamente a favor de Putin y de valores políticos similares, aunque todavía exista incertidumbre sobre hasta dónde estaría dispuesta a involucrarse en la guerra. 

Un segundo aspecto inquietante es que a un mes de la invasión no sabemos su desenlace, aunque probablemente termine en una salida negociada.

Si Occidente fracasa en su estrategia de sanciones económicas y ayuda militar a Ucrania, sin involucrarse directamente en la contienda, y Putin gana la partida, nos espera una era de inestabilidad y de más agresiones militares, en definitiva, una mala hora para la democracia en el mundo. 

Puede envalentonar a líderes populistas de ideologías extremas de las democracias occidentales, aunque en su mayoría han tomado distancia del líder ruso.

Ojalá que al final Francis Fukuyama tenga razón, que Rusia se dirija a una derrota absoluta en Ucrania y, de este modo, provoque un gran daño a los populistas de todo el mundo, como escribió en el sitio de American Purpose.

Y lo más sobresaliente, es que, para el pensador de la tesis del “fin de la historia”, ello significaría un “nuevo nacimiento de la libertad” y una franca recuperación de la democracia global que arrastra muchos años de decadencia. 

Pero el escenario democrático es todavía muy incierto como para una predicción de esa magnitud.

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