Todo tiene un límite. Soportar es una de las actitudes que los medios de comunicación asumen en campaña electoral cuando se los intenta presionar, acusar de beneficiar a otro, de solo destacar lo malo, etc, etc. Pero todo tiene un límite.
¿Quién pone ese límite? Uno, obviamente. ¿Y en función de qué?, pueden ser muchos los argumentos; uno, por ejemplo, la estatura ética y política de quien ataca al medio.
Hace unos días, Oscar Andrade, secretario general del Sunca y uno de los principales dirigentes comunistas, dijo que “El Observador es la envidia de Pinocho” por el grado de las mentiras que el diario y sus trabajadores divulgan. Todo tiene un límite.
Él, que es un líder obrero, ataca directamente la labor de otros trabajadores, pero quizás no atina a darse cuenta porque tiene entre ceja y ceja una ideología en la que la mentira juega y ha jugado históricamente un papel central en el accionar de los marxistas leninistas como él.
Él y sus compañeros mintieron por décadas sobre lo que significaba la vida en el socialismo real y luego que esa mentira por la que dieron la vida miles de jóvenes se cayó, él y otros como él la mantuvieron enhiesta, apoyándose en una “democracia liberal” que desprecian. Los comunistas la pasaron feo en la dictadura, a pesar de lo cual, básicamente Andrade y el Goyo Álvarez piensan lo mismo de la democracia liberal: hay que tirarla. Todo tiene un límite.
Pero además, Andrade es un pésimo conocedor de la literatura infantil, porque la de Pinocho es una historia de redención. O sea, si somos como Pinocho y alguna vez mentimos, de acuerdo a la fábula, vamos a dejar de hacerlo. En cambio, Andrade seguirá ejerciendo la política parásita, que se alimenta de la democracia con el objetivo de eliminarla en pos de una dictadura que podrá ser del proletariado o de los hermanos Castro, da igual. Todo tiene un límite.
Constanza Moreira se presenta como representante de una forma nueva de hacer política y como la candidata “joven” del Frente Amplio. Sin embargo, la mentira en política no es propiedad de los viejos o de los jóvenes, y ella es una demostración de eso. Todo tiene un límite.
En un acto dijo que había que bajar las penas de las rapiñas pero se ve que, o dijo algo que no pensaba o se arrepintió de lo dicho, entonces apeló a la mentira para salir del paso: dijo que el que se equivocó al dar esa información fue El Observador. Una mentira pura y dura. Todo tiene un límite.
Los políticos deberían odiar a León Scott que en 1857 inventó el fonoautógrafo que permite captar el sonido. De allí surgió el grabador aparato donde suelen quedar grabadas las voces de los mentirosos. Moreira quiso enmendar un error pasándole la cuenta a El Observador. Si esta es la nueva forma de hacer política que propala Moreira como forma de reivindicar a la juventud en política, habrá que dedicarle aquel tramo de la canción Vampira del Cuarteto de nos, que dice: “Parecía de 20 años, tenía 510”. Todo tiene un límite.
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