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La inflación tocó su nivel más bajo en dos años en la previa de una nueva reunión de la FED

La autoridad monetaria estadounidense se apresta a decidir si pausa la suba ininterrumpida de sus tasas de referencia que inició a principios del año pasado
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13 de junio de 2023 a las 17:11

El índice de Precios al Consumidor (IPC), un indicador clave de la inflación estadounidense, bajó al 4% interanual en mayo, en línea con las expectativas de los analistas y por debajo del aumento del 4,9% en abril, según informó el Departamento de Trabajo en momentos en la que el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) de la Reserva Federal (FED) se apresta a decidir si pone freno a la suba ininterrumpida de sus tasas interés que inicio hace un año y medio.

El consenso del mercado es que la FED hará una pausa en su agresiva campaña de ajuste para evaluar cómo está afectando a la economía la política monetaria desplegada para frenar la inflación, estrategia que llevó las tasas al rango de entre el 5% y el 5,2% anual. Decisión que muy probablemente marcará el camino a las reuniones que con el mismo objetivo mantendrán en los próximos días el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Inglaterra (BoE).

La incertidumbre sobre cuánto ajustarán sus condiciones crediticias las entidades del sistema financiero en los próximos meses ha reforzado el argumento de una pausa, según la Encuesta de Expectativas del Consumidor que la FED de Nueva York realiza mensualmente. En ese sentido, las expectativas de inflación a corto plazo de los consumidores cayeron el mes pasado a su nivel más bajo en dos años, luego que empeoraran sus perspectivas para las finanzas personales y las condiciones crediticias.

Por estas horas, el consenso del mercado es que el FOMC mantenga las tasas estables, debido a que la inflación subyacente -indicador que despeja las decisiones administrativas, la estacionalidad y los bienes y servicios sujetos a una alta volatilidad- se mantuvo en mayo en el 0,4% intermensual por tercer mes consecutivo, nivel considerado alto por los economistas, pero que dentro del rango aceptable para los integrantes del comité de política monetaria de la FED.

En las próximas dos semanas, los principales bancos centrales del mundo deberán definir si sus respectivas políticas monetarias son suficientes luego del ajuste monetario global más agresivo en cuatro décadas para amortiguar las presiones inflacionarias, y en momentos en que se prevé que el crecimiento mundial se desacelerará del 3,1% en 2022 al 2,1% en 2023, según el Banco Mundial (BM).

"La decisión de mantener nuestra tasa de política constante en una próxima reunión no debe interpretarse en el sentido de que hemos alcanzado la tasa máxima para este ciclo", advirtió hace unos días el gobernador de la FED Philip Jefferson, quien se desempeña como vicepresidente del organismo a instancias de la nominación realizada en mayo pasado por el presidente Joe Biden y aceptada por el Senado.

En línea con la advertencia hecha por Jefferson, para el director ejecutivo de Goldman Sachs, David Solomon, la FED aún podría elevar las tasas de interés. “La inflación está mostrando ser muy persistente, y creo que hay una posibilidad razonable de que las tasas suban”, afirmó una entrevista con la cadena de noticias CNBC. “Si lo hacen, probablemente hará que el entorno económico sea un poco más difícil”, pronosticó.

Sin embargo, en la última reunión del organismo, su presidente, Jerome Powell, sugirió la conveniencia de hacer una pausa en la suba, para evaluar su impacto en la economía. Una posición que podría verse reforzada por el IPC de mayo, que se situó en el nivel más bajo en casi dos años, y a menos de la mitad del registro máximo desde 1981 del 9,1% alcanzado a mediados de 2022, desaceleración que sin embargo se da en un contexto en el que inflación subyacente acumuló un avance del 5,3% en los últimos 12 meses.

"Probablemente se hubiera necesitado una sorpresa significativa al alza en el índice de precios al consumidor de mayo para convencer a la Fed de subir las tasas. No obstante, la persistencia de la inflación subyacente y los buenos datos sobre la dinámica del mercado laboral podrían darle el margen necesario al organismo para decidir una nueva suba y acelerar el camino hacia su objetivo del 2 por ciento anual”, evaluó Seema Shah, estratega jefe global de Principal Asset Management.

Si bien Estados Unidos sigue gozando de un mercado laboral sólido y tasas de desempleo históricamente bajas, un motivo de preocupación de la FED por sus efectos inflacionarios, la economía se encuentra estancada, dinámica que confirma la expansión de un 0,3% en los primeros tres meses de este año, por debajo del avance del 0,6% que exhibió en el período octubre-diciembre de 2022, y cuando los pronósticos apuntan que el PIB crecerá sólo un 0,5% en 2023; estimación que de confirmarse se trataría, por fuera de la crisis de 2008 y el período de la pandemia, en uno de los peores desempeños desde 1970.

A la espera del Banco Central Europeo

A la decisión de la FED seguirá la que adopte el Banco Central Europeo (BCE), que a principios del mes pasado elevó al 3,75% anual su tasa de referencia en un contexto en el que la inflación minorista retrocedió al 6,1% interanual, 9 décima por debajo del registro de abril, y de una inflación subyacente que marcó un avance anual 5,3%.

Gabriel Makhlouf, miembro del Consejo de Gobierno del BCE, afirmó esta semana que, una vez que las tasas de interés de la zona euro alcancen su nivel máximo, permanecerán en él durante unos meses, al tiempo que cuestionó algunas previsiones del mercado sobre recortes a fines de año. Concretamente, el funcionario Makhlouf afirmó que es probable que haya dos alzas más durante este mes y el próximo.

"La presión sobre los precios sigue siendo fuerte", afirmó días atrás la presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante una audiencia ante el Parlamento Europeo. Lo dijo luego que se conociera la desaceleración de la inflación hasta el 6,1 % en mayo, tras 7% en abril, y lejos del récord del 10,6% de octubre último. “Los datos disponibles señalan que no hay evidencia clara de que la inflación subyacente haya alcanzado su punto máximo", estimó la funcionaria.

El igual que se contraparte estadounidense, Lagarde y los funcionarios de la entidad temen a las presiones salariales para recuperar una parte del poder adquisitivo perdido debido a la inflación, dinámica que impulsaría un espiral de salarios-precios que podrían mantener la inflación a largo plazo. En este contexto, el BCE podría volver a subir sus tasas, que es el arma que privilegia para restaurar la estabilidad de los precios. De allí que los analistas estimen como muy probable un nuevo aumento de la tasas, probablemente de 0,25 puntos porcentuales.

China reduce la tasa

Por lo pronto, ante la posibilidad de una profundización de la ralentización que evidencia la economía del gigante asiático luego del rebote postpandemia, el Banco Popular de China (PBoC) recortó del 2% al 1,9% en su tasa de interés de referencia a siete días, la primera reducción en dicha tasa a corto plazo desde agosto de 2022.

“El banco central chino redujo su tasa de política a corto plazo por primera vez desde el verano (boreal) pasado, lo que revela una creciente preocupación sobre la salud de la recuperación de China”, afirmó Julian Evans-Pritchard, economista de Capital Economics. El analista, en coincidencia con los pronósticos del mercado, considera que probablemente este no sea el último movimiento de las autoridades de la entidad.

"Esperábamos algún apoyo monetario adicional este trimestre, pero pensamos que, para evitar presionar sobre los márgenes de interés de los bancos comerciales, tomaría la forma de una reducción de los encajes en lugar de un recorte de tasas", apuntó Evans-Pritchard. “El recorte manda una clara señal de que la política será más procíclica en los próximos meses, un gran cambio frente a la postura de los últimos meses”, agregó Larry Hu, de Macquaire Group.

Según la lectura de los analistas, el objetivo inmediato del PBoCC es inyectar una mayor liquidez para acelerar la actividad económica, luego que los índices de consumo, producción industrial e inflación apuntaran un estancamiento, tanto de la demanda doméstica como en la proveniente del exterior, luego del rebote que siguió a la decisión de Beijing de dar por finalizada su política de “covid-cero” en diciembre pasado.

La demanda del crédito, por ejemplo, se debilitó en mayo y el financiamiento total se ubicó en US$ 224.000 millones, por debajo de lo previsto, según destacan las agencias especializadas en noticias financieras en base a los datos oficiales. Por lo pronto, la decisión del PBoC está en línea con lo sugerido la semana pasada por el gobernador de la entidad Yi Gang sobre la posibilidad de una mayor flexibilidad en la política monetaria y la necesidad de “ajustes contra-cíclicos” para asistir la economía.

Decisiones con alto impacto

El rumbo que adopten la FED y el BCE tendrán un impacto relevante en una economía mundial que “se encuentra en una situación precaria”, según la definió Indermit Gill, economista en jefe y vicepresidente del Banco Mundial (BM). “Excepto en Asia oriental y meridional, estamos muy lejos de alcanzar el dinamismo necesario para poner fin a la pobreza, contrarrestar el cambio climático y reponer el capital humano”, consideró durante la presentación del informe Perspectivas Económicas Mundiales que elabora el organismo.

Según el BM,  en 2023, el ritmo de crecimiento del comercio descenderá a menos de un tercio del que se registraba en los años anteriores a la pandemia. “En los mercados emergentes y en las economías en desarrollo, la presión de la deuda seguirá en aumentando debido a las altas tasas de interés, y muchos países de bajos ingresos ya se encuentran sobreendeudados”, destacó Gill.

Según las previsiones del BM, las crisis superpuestas ocasionadas por la pandemia, la guerra entre Rusia y Ucrania, y la marcada desaceleración en un contexto de condiciones financieras restrictivas a nivel global constituyen un duro revés para los países de desarrollo medio, condiciones que perdurarán durante 2024. Para fines del próximo año, el BM prevé que la actividad en esas economías será aproximadamente un 5% menor que los niveles proyectados en vísperas de la pandemia.

“Muchas economías en desarrollo están haciendo grandes esfuerzos para hacer frente al escaso crecimiento, la inflación persistentemente alta y los niveles de deuda sin precedentes. Sin embargo, su situación podría empeorar si surgen otros peligros, como la posibilidad de que nuevas tensiones financieras en las economías avanzadas generen efectos secundarios más generalizados”, afirmó Ayhan Kose, economista en jefe adjunto del organismo.

Según el informe, el crecimiento de las principales economías se desacelerará del 2,6% en 2022 al 0% este año, y continuará siendo débil en 2024 debido, principalmente, al persistente impacto del marcado aumento de las tasas de interés que se registró durante el último año y medio. Una tendencia que de continuar se traducirá en una presión adicional para las economías de los llamados países emergentes.

(Con información de agencias)

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