“La innovación no tiene por qué politizarse”

El experto en Propiedad Intelectual considera un “despropósito” que Uruguay no esté en el Tratado Internacional de Patentes; además duda sobre el TLC con China

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29 de mayo de 2022 a las 05:05

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¿En qué se parecen Myanmar (Birmania), Bután, Vanuatu, Burundi y Uruguay? En que integran un puñado de países que aún no se sumó al Tratado Internacional de Patentes. Y eso afecta el estatus internacional de nuestro país, afirma categórico Carlos Mazal, actual consultor internacional senior en Desarrollo Sostenible, pero hasta hace unos meses director de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) de ONU, para AL y el Caribe. 

Mazal fue recientemente distinguido como Fellow de la Royal Society of Arts en Reino Unido, siendo el primer uruguayo en integrar esta entidad. En diálogo con Luces Largas, el miembro del Consejo Directivo de la Academia Nacional de Economía, compartió una anécdota que le ocurrió en Cuba con el hijo de Fidel Castro a propósito de patentes e ideología: “las patentes no se quieren o se odian, se utilizan” le dijo en aquel momento Fidel Castro Díaz - Balart, conocido como “Fidelito”. Mazal sostiene que le parece “un despropósito” que Uruguay no se sume al acuerdo internacional sobre patentes. Radicado en Estados Unidos, al experto en innovación le molesta mucho cuando la gente habla de “paisito”, porque “en el mundo de intangibles, el territorio tiene cada vez menos importancia”, asegura. 

Se sostiene que la Economía del Conocimiento es clave para el país pero nadie imagina que cambie la matriz productiva actual de un día para el otro. Entonces, ¿cómo se procesan estos cambios, cuyos resultados exceden más de un periodo de gobierno, y cómo se integra al actual sistema productivo a esta nueva Economía?

Yo creo que se puede. Al mismo tiempo se pueden empezar a aplicar la innovación productiva a nuestra matriz, a través de la biotecnología, que en eso en Uruguay somos buenos. Empezar a agregar mucho más valor que lo que ya se le agrega a nuestros principales productos de exportación. Lo vemos en la carne -es motivo de orgullo que estemos exportando carne neutra en carbono-, y aplicando tecnología también al arroz y a otros productos. No tenemos por qué exportar soja, sino que podríamos exportar alimentos dietéticos sobre la base de soja, es decir aumentar la capacidad tecnológica de nuestras exportaciones.

¿Qué falta para eso?

Cruzar ese umbral en que somos bastante conservadores, dar ese salto en el vacío y entrar en ciertos temas de innovación que hasta ahora eran tabú. Yo creo que Uruguay con un mercado, no con territorio (…) a mi me molesta mucho cuando la gente habla de “paisito”, por más que suene afectivo. Hoy es el mundo de los intangibles y el territorio no tiene tanta importancia, sino veamos a Singapur con 700 metros cuadrados, somos cuatro veces más grandes que Suiza, ocho veces más grandes que Israel. No importa tanto el territorio; a pesar de que vamos a seguir siendo un país agropecuario, pero con un alto nivel de innovación tecnológica y no tecnológica, que incluye todo lo que es el marketing, los métodos de organización, que es lo que tenemos que cambiar.

Una política de innovación productiva debería ser una política de Estado, por lo cual es imperioso alcanzar amplios niveles de acuerdo. Y allí es donde usted menciona el tema de la gobernanza sectorial, pero con la mira en una estrategia nacional. ¿Cuán posible es esto, cuando se habla de un “país de mitades” o de polarizaciones ideológicas fuertes?

A veces la adversidad como este tema de nuestra situación en el Mercosur, donde estamos amarrados, a veces por razones que no son muy claras y otras por razones de egoísmos y también de políticas o políticos, es donde nos tenemos que animar a “patear el tablero”, cosa que hizo el presidente (Luis Lacalle Pou). Y ahora que estamos en este camino, dar ese salto hacia afuera requiere de la cooperación de todos los partidos. Esto yo sé que es difícil en Uruguay, además veo que la conflictividad ha comenzado antes de tiempo ¿no?

¿Ya estamos en campaña electoral, dice usted? 

Siempre había un año electoral en el que comenzaba la conflictividad y ahora veo que se ha adelantado todo esto. Y todo proceso de innovación productiva requiere dos o tres mandatos. Y ahí traigo a Enrique Iglesias porque es la persona que mas llama a una suerte de “pacto” o de tregua con ciertos temas en los que podemos estar de acuerdo. La innovación no tiene por qué politizarse. Ni siquiera las patentes que a veces son observadas como armas ideológicas del imperio. Estuve en Cuba y me entrevisté con el hijo de Fidel Castro, el físico nuclear que asesoraba (hasta su muerte en 2018) al Partido Comunista en temas de innovación. Justamente fui a entregar unas medallas por un nuevo descubrimiento que fue patentado. Si Cuba patenta, utiliza el Tratado de Cooperación en materia de Patentes (PCT por su sigla en inglés). Recibe US$ 1.800 millones por regalías. Y aunque no pude hablar mucho con él (se ríe) porque los cubanos hablan mucho más que nosotros, muy parecido al papá, además, me dijo que las patentes no se quieren o se odian, se utilizan. Y eso es lo que Cuba está haciendo.

“Me molesta mucho cuando la gente habla de ´paisito´ por más que suene afectivo. Hoy es el mundo de los intangibles y el territorio no tiene tanta importancia”

Pragmatismo mata ideología

Si Cuba y el Partido Comunista ven a la innovación y a la propiedad intelectual como un pilar de su estrategia, creo que el tema ideológico está totalmente superado. China es el primer país que patenta en el mundo; tendríamos que llegar a eso que dice Iglesias que ha demostrado ser un gran visionario, y lograr al menos en estos temas esa tregua, para llamarlo de alguna manera. Yo he sentido que hay puntos en común, mas allá de algún matiz.

¿Por qué Uruguay aún no está en ese Tratado de Patentes, que integran más de 150 países? Usted ha dicho que esto es un despropósito.

Sí. El Tratado es sumamente importante. El otro día conversando con el excanciller Didier Opertti, veíamos un mapa del mundo: en azul estaban los países miembros que son 156 ahora por el ingreso de Irak…¡Irak!, y fuera en color blanco estaban los países que no han decidido sumarse. Ahí están Myanmar (Birmania), Bután, Vanuatu, Burundi, y aparece Uruguay. Entonces Opertti dijo “mapa mata relato”. Es decir, por más que haya algún sector que no quiera unirse, que Uruguay quede afuera de este proceso que le permite a cualquier uruguayo a través de una gestión proteger su creatividad en 156 países, a través de Naciones Unidas (UN) que cobra una tasa relativamente mínima…eso es un despropósito. 

¿Y es un dato tan relevante a nivel internacional que facilite o condicione inversiones, por ejemplo?

Se está enviando una señal que muchos países o inversores toman como que Uruguay está en contra de esa modernidad que significa una patente. Y hoy el conocimiento nuevo se está dando a través de patentes. Eso no quiere decir que las publicaciones no tengan un lugar importante. En América Latina hay una cultura de publicaciones por encima de patentes. Panasonic y Boing juntas tienen más patentes que toda América Latina, que tiene el 2,5% de las patentes a nivel mundial. Hay cierta resistencia que tenemos que vencer. Se intentó (el ingreso al PCT)  y es lo más frustrante, - yo mismo hice el documento de base que fue entregado en el 2017 a los Ministerios de Industria, de Relaciones Exteriores y de Economía y Finanzas-. Se envió al Legislativo y no recibió ni siquiera media sanción. Es decir que hay intereses bastante bien identificados en el Uruguay, que lamentablemente no se dan cuenta o no lo quieren aceptar. Lo que yo les digo es que si ellos piensan que les va a ir mal o se va a producir algún tipo de problema, deberían hablar con los 156 países cuyos laboratorios nacionales como es en este caso, funcionan. Y entender que esto va a más allá de laboratorios nacionales, y se juega gran parte del futuro de la inserción internacional, que no se puede hacer sólo a través de “commodities”. 

“Nos tenemos que animar a “patear el tablero”, cosa que hizo el presidente (Luis Lacalle Pou). Y ahora que estamos en este camino, dar ese salto hacia afuera requiere de la cooperación de todos los partidos”

Volviendo sobre las tensiones regionales por la actitud uruguaya de “patear el tablero”como dijo,  usted entiende que hay otros caminos que deben ser explorados más allá de un TLC con China. Y cita la posible adhesión de Uruguay al Acuerdo Transpacífico. En las actuales circunstancias, con estas tensiones y estos “debes” que acaba de mencionar ¿qué rumbo en comercio internacional considera con más probabilidades de avance? 

Ahí tengo posiciones bastante firmes: no me termina de “cerrar” lo de China, sobre todo viendo lo que salió publicado sobre la conversación entre el canciller (Francisco) Bustillo y el ministro de Relaciones Exteriores de China, donde lo primero es que no se define muy bien cómo avanzar, segundo que se habla de acuerdos estratégicos, mientras que lo que nosotros tendríamos que estar buscando con China -es una opinión muy personal- sería un acuerdo de alcance parcial y no un “full” TLC- , donde entran a jugar distintos matices de la manera que ve China los tratados de libre comercio y que van mucho más allá de lo que lo ven otros países. Parte de temas de seguridad, de temas estratégicos, y no creo que nosotros estemos buscando eso.

¿Qué sería deseable, entonces?

Sería mucho mejor comenzar con algo como hizo Chile, desgravar nuestro primeros cinco o seis productos como los cárnicos, etcétera, como hicieron los chilenos con frutas y vinos. Y luego si es del caso, avanzar más allá. El presidente Lacalle dijo tres meses y vamos en el octavo mes. Los tiempos los maneja China, está claro que están jugando un poco con el afán del presidente de no quedar a la intemperie, como digo yo. De no quedar a mitad de camino. Por eso creo que el Tratado Transpacífico es la mejor opción, y es más simple: requiere la postulación de país por país, y no cuatro. Tenemos países con los cuales ya tenemos muchos puntos en común (Nueva Zelanda, buenos amigos como Japón y otros). 

¿Le constan acercamientos más promisorios con ese tratado?

Entiendo que se han hecho consultas (sobre el Transpacífico) y eso me parece excelente porque eventualmente luego de estas consultas para tener un primer “feedback”, ya podríamos enviar simplemente una carta de adhesión y luego salir a responder preguntas porque obviamente ya hay un tratado. Y Uruguay calza perfectamente, porque en toda experiencia internacional Uruguay ha sido alguien que agrega y que no resta. Entonces, si bien China, Taiwán, Reino Unido y creo que Corea del Sur están intentando entrar, Uruguay podría entrar sin mayores problemas. Lo que yo escucho es que de los 11 países que fueron consultados, nueve nos dieron la luz verde y dos luces amarillas. Esto quiere decir que no hay nadie en contra y habrá que hablar con esas dos amarillas.

¿Y por qué las “amarillas”?

Yo creo que algún país quiere estudiar la compatibilidad con  el Mercosur, más allá de que no creo que en este caso el famoso artículo 32 aplique. 

“El Tratado Transpacífico es la mejor opción, y es más simple: requiere la postulación de país por país, y no cuatro”

Usted fue consultor senior en Desarrollo Sostenible, Gestión de Recursos Oceánicos e Innovación Tecnológica, además de ocupar altos cargos regionales en la materia. Y la pregunta es si seguimos de espaldas al mar, o no estamos viendo las oportunidades productivas en una zona ahora ampliada.

La biodiversidad también es un activo que manejado sustentablemente también puede generar riqueza. Por supuesto que con el cuidado que requiere y en eso Uruguay contribuye con un 0,02%  a las emisiones (de gases de efecto invernadero): el mundo está en deuda con nosotros. Pero sí, estamos de espaldas al mar. Algo sucedió que quedó rezagado ese sector; en algún momento llegamos a exportar entre 300 y 400 millones de dólares y ahora estamos en unos 100 millones de dólares. Con un mar rico en nutrientes y donde existen posibilidades no sólo en el tema de pesca. 

¿Qué otro recurso puede mencionarse?

Tenemos una extensión o plataforma marítima de 350 millas, lo cual es un gran logro que hay que reconocer, pero no tenemos la capacidad de la observancia, lo que hace que exista la tentación para algunas flotas de larga distancia de poder capturar nuestros recursos, que ya está sucediendo. Y yo he estado trabajando a través de algún ministerio que ya se identificará (se ríe) en una politica marítima. Se necesitan políticas de pesca que sean sustentables. Uso sustentable y conservación creo que son las dos caras de la misma moneda: si uno pesca sustentablemente, está conservando. Y lo otro son los recursos genéticos marinos, algo que me ha interesado y hay una negociación importante en Nueva York sobre biodiversidad, más allá de las áreas de jurisdicción nacional. Uruguay sin dudas que tiene microorganismos en el suelo marino y de estos en el mundo  ya se han patentado 13 mil. Lo han hecho cuatro compañías multinacionales: la BASF, Dow Chemical, Montsanto, con Bayer. Estas secuencias genéticas de microorganismos es donde se puede encontrar la base de medicamentos contra enfermedades neurodegenerativas, contra el cáncer…

Un tesoro escondido

Y como no tenemos la capacidad tecnológica ni el financiamiento (para llegar a 4 mil metros de profundidad el microclima que existe es realmente hostil), necesitamos lo que en inglés se dice access and benefit-sharing (ABS) que sería el acceso y los beneficios compartidos, lo que requiere firmar algún tipo de acuerdo con países que lo puedan hacer. Esto quiere decir que con un contrato podríamos ser socios, ya que no lo podemos hacer solos. Y si esto llega al mercado y se transforma en una droga o en un medicamento importante, compartir los beneficios. Yo creo que es en esa dirección en la que se va, pero tenemos que hacer un gran esfuerzo en poder vigilar esa zona y poder explotarla o si no todo esto va a pérdida. Y aquellos que nos dieron el apoyo para la extensión a las 350 millas , se van a sentir enormemente defraudados de que dándonos 83 mil km2 adicionales, no sepamos aprovecharlo.  Pero en eso estamos  y se está trabajando, aunque creo que todavía no se quiere comentar todo lo que se está haciendo. 

Le pido la “imagen satelital” que usted tiene actualmente del mundo, y luego un “zoom” a nuestra región y nuestro país. ¿Qué ve allí, que deba observarse con mayor atención en Uruguay?

Creo que cuando los paradigmas y estos cambios “transformacionales”  suceden tan rápido como ahora, sobre todo a partir de la pandemia pero yo diría que tal vez un poco antes, y luego vemos que hay una invasión a la que quizás no le estemos dando la importancia que tiene…hasta ahora el enemigo era una suerte de algo transnacional, eran grupos y no países.; y ahora la decisión de Rusia de invadir Ucrania luego de haber invadido Crimea, hace que sea un nuevo paradigma sobre otros paradigmas. Y mi impresión es que estamos tan cerca de lo que está sucediendo, que no podemos todavía evaluarlo en su verdadero impacto. Salimos de una pandemia que todavía no termina de mutar y de traernos problemas, y de repente nos vemos enfrentados a cadenas de suministros rotas, que no solo traen problemas de seguridad alimentaria y problemas en el transporte, en energía. Se siente en países poderosos como Estados Unidos y uno piensa: Uruguay está tan lejos… pero lo que pasa también nos impacta a nosotros, lo que pasa en nuestros mercados.

Las consecuencias ya se sienten hace tiempo y sigue siendo incierta la duración del conflicto y de sus consecuencias

Hay charlas de guerra fría, de armas nucleares, que desde la creación de Naciones Unidas creo que solo se dio en Cuba con la Crisis de los Misiles. Pero cuando (Vladimir) Putin pone por delante el término “nuclear”, lleva a que Finlandia y Suecia se unan a la OTAN debido al miedo de que no sabemos dónde esto puede terminar, y esto cambia el mundo, cambia las relaciones internacionales, nos impacta a todos. Y ahí es donde vamos llegando a Uruguay y cómo nos impacta. Por una parte creo que el impacto negativo ya se está viendo en la inflación… Y al mismo tiempo, aunque suene obsceno hablar de oportunidades, las guerras presentan oportunidades sobre todo para los productores de alimentos. Nosotros tenemos que estar mirando ese tema y de hecho se está haciendo, junto con los TLCs y otros temas. Pero lo de la crisis alimentaria es grave, desde el momento que tenemos más de mil millones de personas yendo a dormir con hambre, como decimos.

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