La piscina de dulce de leche: Innovar en empresas establecidas

Voy en tren, no en avión

Nos organizamos básicamente para repetir lo que ya funciona (bastante). Desde hacer pizzas, comercializar seguros o educar gurises, trabajamos para no desviarnos y hacerlo cada vez mejor.

Entonces, naturalmente, valoramos los resultados confiables, la capacidad de generar y ejecutar procesos estables, el rigor y la atención al detalle, las habilidades de planificación y puesta en práctica de acuerdo al plan.

Aquellos que son metódicos, confiables y libres de errores, crecen. Los erráticos, no. Las cosas deben marchar como un tren, por vías preestablecidas. En este escenario, la innovación tiende a ser incremental: más de lo mismo con pequeñas variaciones.

Esto funciona –en general muy bien– mientras el entorno no cambie mucho. Pero el entorno tarde o temprano cambia, a veces mucho. El negocio principal se erosiona y marchita. Los clientes nos abandonan. Ya sea como resultado de una lenta deriva o de novedades más dramáticas, necesitaremos nuevas máquinas de crecimiento fundadas sobre innovación más estructural.

Así que como dice Alex Österwalder, referente global en innovación, una organización que sobreviva tiene que ser buena tanto en sacarle más jugo a la operación actual como en explorar nuevas realidades. Y todo bajo un mismo techo.A continuación algunas ideas para una cultura de exploración.

Salí de safari

De casa a la oficina, de la oficina a la casa. Poco o nulo contacto con el cliente y su realidad. Sabemos de la competencia y de otras ofertas pero medio de lejos. ¿Te suena? No es la mejor receta para llevar innovaciones al mercado.

Salí de safari. Contratá el servicio competitivo. Hablá con los clientes en su entorno. Los actuales y los nuevos. ¿Qué porción de su vida me dedican? ¿Qué preocupaciones tienen? Cultivá una actitud de curiosidad y de servicio. Antes de innovar, explorá, y antes de explorar, aprendé.

Cambiá de ambiente

Si nos reunimos los mismos en las mismas salas de reunión, corremos el riesgo de pensar igual.

En lo posible, cambiá de ambiente. 

No tiene por qué ser un retiro en un hotel caro, pero un cambio de escenario,  de vez en cuando, refresca.

Que lo chico no tranque lo grande

Muchas organizaciones tienen un proceso de compras basado en presupuestos anuales. Se hace una orden de compra contra un rubro preestablecido y cualquier cosa que se salga de allí debe ser explicada, no importa si es algo menor. Más aun si es “raro”, o cosas que no compramos nunca.

Cuando estamos en modo exploratorio necesitamos algo de plata, aunque en general no mucha. Pero no sabemos de antemano lo que se va a comprar, y mucho menos lo podemos rubrar. 

Así que nos disponemos a explorar y se nos complica desde pagar un taxi, comprar un rotafolios o materiales de ferretería para hacer un prototipo. Al fin y al cabo, terminamos esperando aprobaciones para algo que debería ser ágil. 

Si vas a explorar, hay que encontrar maneras de agilizar estos procesos de soporte. Desde tarjetas precargadas a una caja chica, son todas soluciones viables. Sí, se puede. Sí, las organizaciones medianas y grandes pueden innovar. Pero para eso tienen que tener una doble mentalidad: explotar al máximo las posibilidades del hoy y explorar sistemáticamente para crearse el próximo futuro. 

No pasa necesariamente por cambiar toda la cultura, con hacer convivir las dos, alcanza.