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La última cena

Si bien esta última cena es sin duda la más universal, existen decenas, cientos, miles, millones de últimas cenas a las que la historia no les ha prestado gran atención.
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21 de abril de 2020 a las 05:03

Por Alva Sueiras

Cuando mencionan «La última cena», instintivamente la memoria visual nos devuelve al muro del refectorio de la milanesa iglesia de Santa María delle Grazie, sobre el cual, el polifacético Leonardo da Vinci, realizó una de sus obras maestras. Con el paso del tiempo, el mítico fresco de casi nueve metros de longitud, pasaría a engrosar el inventario de los imprescindibles de la historia del arte.

Si bien el cuadro muestra la última cena de Jesús con sus doce discípulos, el artista quiso mostrar la reacción de cada uno de ellos cuando el protagonista anuncia con certeza que uno de los presentes le traicionará. La sorpresa de Bartolomeo, Santiago el menor y Andrés, la inclinación de Judas Iscariote, la exigencia de consuelo de Felipe o la discusión entre Mateo, Judas Tadeo y Simón el Celote.

Esa noche Simón era el encargado de comprar el cordero que se hornearía para la cena. Jesús bendijo las jarras y llenó un primer vaso en honor a la santificación, un segundo vaso por la celebración del cordero, un tercer vaso por las oraciones de acción de gracias y un cuarto y último vaso para acompañar las plegarias finales. Una vez concluido el ritual, Jesús manifestó: «Porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue al reino de Dios».

Posteriormente, Jesús pasó a Juan el plato de hazareth, una salsa roja picante. Juan agarró un trozo de pan ácimo y lo mojó en la salsa, que posteriormente pasaría de mano en mano entre los discípulos. Bebieron agua con hierbas amargas y tomaron el cordero. Casi al final de la cena, Jesús dijo: «uno de vosotros me entregará». Pocas horas después, fue golpeado, escupido, azotado y finalmente, crucificado. Aquella fue su última cena.

Si bien esta última cena es sin duda la más universal, existen decenas, cientos, miles, millones de últimas cenas a las que la historia no les ha prestado gran atención. No hasta que Eric Frattini y Andrés Madrigal, decidieran en 2014 publicar Muerte a la carta, un original libro que narra las últimas cenas de cincuenta famosos universales, desde Jesucristo a Marilyn Monroe, integrando personalidades tan dispares como Pablo Escobar, Freddie Mercury, Hitler, Jim Morrison, Sadam Hussein o Rasputín. El libro nos cuenta la historia de la última cena previa a la muerte de sus protagonistas e incluye una receta inspirada en los platos ingeridos.

Los textos corren a cargo del limeño Eric Frattini (1963), quien fue corresponsal en Oriente Medio y jefe de la segunda unidad de la UNTV. Fue galardonado en 2013 con el Premio Nacional de Investigación Periodística concedido por la revista italiana «Terra Incognita» por su investigación en el caso «Vatileaks» y con el Premio Anual Strillaerischia al «Mejor Enviado Especial» por su trabajo en Afganistán con la ISAF. Las recetas son aportación del exitoso Chef Andrés Madrigal (1967), que forjó su carrera en Madrid, llevando los restaurante El Olivo y Alboroque al estrellato Michelín. Actualmente es copropietario de los restaurantes Madrigal, Il Grillo by Madrigal y del espacio multicultural Atelier, todos emprendimientos afincados en Panamá. Es colaborador habitual de radio y televisión, cuenta con varias publicaciones gastronómicas y participa en proyectos asociados a su «cocina sin fronteras».

Quien nos iba a decir que Cleopatra, ante la amenaza inminente de ser tomada prisionera por Octavio para ser exhibida en un gran desfile triunfal, planeó su última cena al detalle. Anguila a la parrilla con albahaca, pescado en costra de sal, hummus, pasteles de miel y pistachos y como bebida, un líquido blanco similar a la horchata. Tras el banquete, se bañó y vistió con sus mejores galas, retirándose a un salón desde el que divisaba Alejandría. Allí fue ingiriendo higos maduros que tomaba de una cesta, hasta que la cobra egipcia depositada en el canasto por orden de la propia Cleopatra, le inoculó su veneno letal, concluyendo su suicidio en tan sólo unos segundos.

Muerte a carta ahonda con acierto en la intimidad gastronómica de personalidades de relevancia en sus últimas horas de vida. Un repaso apasionante de facetas desconocidas de celebridades históricas, maridado con platos del sobresaliente Andrés Madrigal, que inspirado en estas últimas cenas, nos ofrece un recetario más que notable.

Muerte a la carta
Eric Frattini & Andrés Madrigal
Prólogo de Juan Echanove
Poe books
226 págs.

*Esta nota fue originalmente publicada en Blog Delicatessen.

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